El día en que Baglini perdió: el candidato fuera de línea que enseñó desde la banca
Raúl Baglini fue un destacado legislador y "casi" Gobernador. Fue parte de una camada de dirigentes que, errados o acertados, tenían pasión por la política.
Raúl Baglini fue un dirigente político lúcido, pero curiosamente es recordado por una idea que desborda sentido común: el famoso teorema que es "prestado" de otras ideas similares. Probablemente sea porque es la idea que nos define; eso de creerse todopoderoso sin la responsabilidad de tener que hacer.
Pero Baglini tuvo un tránsito político mucho más denso. En Mendoza y sobre todo en el Congreso. Fue de la generación dorada de legisladores mendocinos que podían discutir de igual a igual con cualquiera. También el de la soberbia radical, la de los "gobernadores sin corona" que integró junto a Víctor Fayad, por ejemplo. De hecho, uno de los hitos más importantes de la comunicación política lo protagonizó también Baglini y no fue su teorema.
En 1987 era candidato a Gobernador y corría con el caballo del comisario. Era el favorito frente al peronista José Octavio Bordón. En ese momento se realizó uno de los debates más recordados y cuya repercusión, como ocurre con los pescadores, crece con el tiempo. El debate fue áspero. Baglini ocupó el rol del locuaz candidato. Bordón el del candidato más tímido. Para los radicales Baglini había destrozado al peronista. Pero la población entendió otra cosa: atacar no siempre es ganar en política y menos frente a lo que por entonces no era tan tenido en cuenta: la imagen que se construye de los políticos.
Baglini perdió las elecciones. Fue un karma que lo siguió a él y a los candidatos que los sucedieron dentro del radicalismo. También, como ocurrió con Fayad, era número puesto en cada lista de candidatos. Fue, incluso, más reconocido en la Ciudad de Buenos Aires que en Mendoza. Fue un ferviente opositor desde el Congreso al menemismo y también le tocó defender al gobierno de Fernando De La Rúa.
A favor o en contra. Errado o acertado, Baglini formaba parte de un grupo de argumentadores y defensores del sistema a ultranza. Cita obligada: los viejos periodistas parlamentarios solían recordar algunas chanzas del Gordo; inteligente, ocurrente y con la cara pintada para combatir o defender. Estuvo muy delicado de salud, incluso aseguraban sus médicos que no tenía muchas ganas de curarse. Lo hizo y salió adelante. Hoy murió.