Análisis

Una crisis de gabinete latente en el Gobierno de Alberto Fernández

El proceso electoral está lanzado, pero a partir de marzo las partículas se aceleran. Más claro: Si esta dinámica no muta en un proceso más virtuoso, vamos a una crisis de gabinete por presión electoral. Ya sabemos quien manda en la provincia y la influencia que tiene en el poder central.

Ignacio Fidanza/ La Política Online viernes, 18 de septiembre de 2020 · 07:02 hs
Una crisis de gabinete latente en el Gobierno de Alberto Fernández

Por Ignacio Fidanza / La Política Online

El éxito de la renegociación de la deuda se evaporó antes de tocar el piso. No es un secreto que la economía, como la política, es un negocio de expectativas más que de contemplación gozosa de logros pasados. O sea que el problema central el Gobierno lo tiene en lo que proyecta hacia adelante.

Las razones que alimentan la desconfianza son políticas, de rumbo y de gestión. El termómetro de expectativas en la Argentina se llama dólar. En sí mismo no es un problema, es un instrumento de medición de la fiebre. Por eso, las medidas para reprimir el interés por la divisa son de vuelo corto. El problema está en otro lado: lo que intranquiliza es la ausencia de una hoja de ruta clara. No vamos a decir plan económico, porque parece que no se puede. Pero hasta acá llegamos con el día a día.

Déficit, recesión, inflación y caída del poder adquisitivo se combinan en registros históricos. Pesa la herencia y pesa el presente. Otra discusión interesantísima que tampoco resuelve nada. El gabinete económico está dividido en una mirada más ortodoxa de Martín Guzmán y otra que es la que se impuso en el último combo de medidas, que lidera Cecilia Todesca. En ese grupo abrevan Marcó del Pont, Kulfas y Pesce. Comparten lazos humanos y una mirada de la economía. Son los más cercanos al Presidente. Ya estuvieron en el Gobierno y no les fue bien. Pero antes eran periféricos del núcleo de decisiones económicas, ahora están en el centro.

El gabinete económico está dividido en una mirada más ortodoxa de Martín Guzmán y otra que es la que se impuso en el último combo de medidas, que lidera Cecilia Todesca. 

Como siempre en la Argentina, la pregunta es ¿cómo sigue esto?. Pero esa pregunta encierra una esperanza: ¿Van a cambiar? ¿Qué hace falta para que corrijan?. La economía puede entrar en un proceso crónico de deterioro con o sin hecho disruptivo en el corto mediano plazo. Por ahora todo lo que se ve como plan es aguantar. El hecho disruptivo puede ser salto devaluatorio, pérdida total de reservas, que en rigor son casi dos caras de la misma moneda. Si hay crisis hay cambios. En proceso crónico no hay cambios. Alberto tiene el equipo económico que quiere, el más cercano.

Pero la política siempre mete la cola. Existe un hecho disruptivo superior, mas potente que todos los mencionados: la caída en las encuestas. Si la provincia de Buenos Aires entra en riesgo por la pérdida de poder adquisitivo que avanza, en trabajadores formales, en jubilados, en los que se la rebuscan como pueden, vamos a ver cambios.

El proceso electoral está lanzado, pero a partir de marzo las partículas se aceleran. Más claro: Si esta dinámica no muta en un proceso más virtuoso, vamos a una crisis de gabinete por presión electoral. Ya sabemos quien manda en la provincia y la influencia que tiene en el poder central.

En este contexto: ¿El campo va a liquidar? ¿Las empresas tomarán deuda -si lo lograran- para invertir? ¿Hace falta que lo hagan para ganar las elecciones?

Un problema de tiempos complejiza el escenario. Ya sabemos que las crisis argentinas son ondas que no suelen detenerse en la primera ola de inconvenientes. Un repaso por la historia del kirchnerismo indica que en los años electorales plancharon el tipo de cambio. Este dato de la realidad le mete presión al horizonte de unificación cambiaria que trazó Guzmán. En la Argentina cuando se unifica el tipo de cambio siempre es por arriba. Saquen sus conclusiones de que ventana temporal tenemos para que se produzca ese salto devaluatorio, sin sangría fuerte en lo electoral. O al revés.

Y a ese tinglado precario hay que sumarle la negociación con el FMI, que hasta acá mostró retórica comprensiva en su presidenta y dientes de acero en el staff. Lo de siempre. Si Ecuador es el futuro cercano de Argentina, van a pedir convergencia fiscal y reformas. En medio de la elección.

Nadie dijo que iba a ser fácil.

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