Pandemia

Covid-19 en Mendoza: el riesgo de retroceder por impericia propia

Mendoza vive una situación de privilegio que hay que cuidar para evitar retrocesos. Los brotes ocurridos en los últimos días son un llamado de atención.

Pablo Icardi
Pablo Icardi lunes, 15 de junio de 2020 · 22:43 hs
Covid-19 en Mendoza: el riesgo de retroceder por impericia propia

Mendoza está en una situación privilegiada, que es producto de un esfuerzo descomunal. Casi todas las actividades que hacen a la vida cotidiana y productiva están autorizadas y comenzando a funcionar. Sin embargo, la relajación puede jugar una mala pasada y que haya un efecto rebote. Curiosamente para evitarlo hay que volver al principio de todo: recordar las medidas de prevención simples y efectivas y respetar a rajatabla los protocolos establecidos para prevenir. 

Para darse cuenta lo frágil que es la situación alcanza con tomar el ejemplo del brote de contagios que es motivo de preocupación ahora en Mendoza. La imprudencia de una persona ha puesto en jaque a todo el sistema. Hasta ahora se confirmaron 8 casos más relacionados y hay muchos más es estudio. Y los contagios se dieron por negligencia: un encuentro entre amigos que excedió la capacidad establecida en los protocolos e incluso la falta de consideración de quien fue el "caso cero" en ese brote. 

El descuido de una sola persona deriva en la duda de miles. En el brote ocurrido en Las Heras había pasado algo similar: una fiesta fuera de las normas sanitarias y un efecto derrame negativo. En Mendoza por ahora se habla de "brotes" y no de circulación del virus porque las cadenas de contagios hallados responden a un lugar específico y en un momento determinado. 

Autocontrol

Los incumplimientos personales son difíciles de controlar. De hecho, es una situación espantosa pensar que el Estado debe generar un sistema vigía "hogareño" para que haya cuidados. Pero en otros niveles las faltas a los protocolos son más fáciles de detectar. En los últimos días en Mendoza comenzaron a flexibilizarse los cuidados en áreas comerciales, principalmente en bares y restaurantes. Solo en Calle Arístides hubo tres negocios multados y clausuras por no respetar el máximo permitido de personas.

 

La tendencia transgresora juega una mala pasada. Se permiten las reuniones familiares; pero muchos aprovechan para juntarse con  amigos. Se pone un tope de 10 personas, pero se hacen cumpleaños multitudinarios. En los bares el máximo es de 6, pero se juntan 10. Y las picardías se multiplican. 

Nuevamente la capacidad del Estado provincial y de los municipios no alcanza para controlar a todos y depende mucho más de la responsabilidad individual e institucional que del miedo al control. Esos errores son fáciles de detectar y se pagan con salud. Es lo que ocurrió con el  ya célebre caso 98 de Mendoza. 

Mendoza está en la etapa de "distanciamiento social" y hay protocolos particulares para casi todas las actividades. El propio gobernador Rodolfo Suarez alertó cada vez que firmaba un Decreto, que se podía volver atrás en caso de que haya incumplimientos masivos o brotes difíciles de controlar. Si la cuarentena estricta hizo estragos en la economía y dañó hasta el ánimo de las personas, retroceder todo lo que se avanzó hasta ahora puede ser más dañino aún. Lo saben quienes viven en la Ciudad y la Provincia de Buenos Aires. Y Mendoza corre riesgo de volver atrás. 

 

 

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