Opinión

Estamos a prueba

En el momento que el Coronavirus se despliega, los gobiernos y la gente entran en pánico, la ciencia y tecnología nos deslumbran con su vertiginoso avance y su gran potencial para modificar la realidad, me pregunto ¿pasaremos la prueba?

Laura Montero miércoles, 1 de abril de 2020 · 07:16 hs
Estamos a prueba

Por Laura Montero

Cuántas cosas sucedieron con el dinámico y acelerado proceso de cambios en el mundo global, que jamás nos detuvimos a analizar y hoy nos conducen por el sendero tendencial de daños y crisis tan anunciado. Qué poco hemos sabido mirar los problemas de frente y desafiarlos para alcanzar a una situación que construyéramos y anheláramos todos fijando horizontes temporales de largo plazo.

La urgencia, la rutina, el interés circunstancial, los inmediatos beneficios, el oportunismo, el exitismo, las naturalizadas y perversas conquistas de poder personal, viajan en el vehículo que se estrella con una realidad que llegó inexorablemente y nos amenaza como nunca antes, sin ningún tipo de distinción “el coronavirus”.

Cuántas vulnerabilidades que no quisimos ver, hoy nos ponen en jaque en esta cuarentena que parece interminable, y de consecuencias gravísimas, si no se actúa con criterio y con todas las herramientas disponibles. Desempleo, pobreza, hambre, desigualdad, que afectan ya, al desnudo a millones de personas, prometen expandirse junto con el coronavirus causando estragos.

¿La pregunta es qué se hace? ¿Qué hacemos? Todos y cada uno; el mundo; los países; los gobiernos; las instituciones y las personas. Por primera vez queda al descubierto que la respuesta está diseminada, que todos somos protagonistas del aquí y del ahora en una situación crítica, extrema que nos amenaza por igual y también por igual nos pide respuestas.

En este momento cada persona resulta valiosa si juega bien su rol, con conciencia colectiva por el bien común, quienes padecen la enfermedad y está en riesgo su vida, quienes están contagiados porque se harán inmunes al menos por ahora, quienes no la tienen y deben cuidarse y cuidar. Pero también resulta valiosa la experiencia de los países y las formas adoptadas para contener la enfermedad de acuerdo a su realidad y recursos. Se impone la sociabilización de esas experiencias, la humildad para saber las limitaciones, el pedir ayuda, dar ayuda, pero sobre todo es inminente concentrarse en el problema que enfrentamos con planes de acción estudiados, sumando solidariamente la experiencia ganada día a día globalmente en la lucha contra el virus y su expansión

¿Cuánto tiempo más personas sanas que podrían estar contribuyendo con su actividad y su fuerza laboral estarán en sus casas? Depende de cuánto se pueda frenar la tasa de contagio a fin de su control para que no colapse el sistema sanitario y no muera gente vulnerable, también de que el pánico no se extienda paralizando la toma de decisiones.

Estamos en cuarentena, cada muerte nos golpea y atemoriza, pero no puede ser el temor o el pánico el que guíe las acciones, resulta inminente enfriar la cabeza, pensar y planificar soluciones adecuadas a nuestra realidad.

Miles de artículos en estos días nos han dicho “lo importante es ganar tiempo hasta que el tratamiento efectivo se logre” y cómo países como Corea del Norte, Singapur, Japón , Taiwan han conseguido una tasa de contagio muy baja y no tener que recurrir a medidas de confinamiento social en las casas, apelando a otras medidas como: restricciones a los viajes; test eficientes y masivos que permitan identificar portadores del virus para someterlos a cuarentena; seguimiento efectivo de casos, aislamiento y cuarentenas, instrucciones claras a la población para evitar contagios (llevar mascarillas, lavarse las manos, desinfección).

Hoy todos “estamos a prueba”, de esto no se sale sólo, necesitamos de la cooperación internacional, de las tecnologías y la ciencia puestas al servicio de resolver lo antes posible esta encrucijada, necesitamos que los Estados planifiquen teniendo en cuenta la relación beneficio costo de cada medida implementada, sin improvisaciones que hagan que sea peor el remedio que la enfermedad, necesitamos que cada uno en un acto de amor a sí mismo y a los demás, se cuide y ayude a cuidar. Si pasamos “la prueba” seguramente el sistema de gobernanza global habrá aprendió que la colaboración es el camino y la humanidad habrá dado un gigantesco paso en el que la ética y moral de la responsabilidad, racionalidad, honestidad, amor al prójimo y solidaridad nos digan que aprobamos.

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