Incidentes en la cancha: violencia, negocios y resignación

Hombres armados tomaron el estadio, literalmente. Encapuchados, con armas blancas y de fuego. Amenazas. No es violencia en el fútbol; es violencia y negocios que tienen como escenario un estadio de fútbol. Lo que ocurrió en Independiente Rivadavia y las explicaciones posteriores de quienes generaron los incidentes son una declaración de guerra abierta al público. Por eso es grave por lo que pasó, pero sobre todo por lo que puede pasar.

Dos días después, como publicó MDZ, uno de esos grupos publicó una carta en la que dan señales de lo que ocurre. Se autoidentifican como “hinchas” que están en contra da la barra. Hay que leer que en realidad hay una pelea de poder entre grupos que operan en el ámbito de ese club.

Mencionan que están en contra de los negocios que rodean al estadio y que generan 100 mil pesos por partido. “Nos plantamos ante un monstruo a los que llamamos barras…los se lleven alrededor de 100 mil pesos por entradas truchas y otras que le sacan al club. También se apoderaron y sacan plata de los puestos de comidas, del estacionamiento, de la ropa oficial del club y de la droga que se maneja dentro de nuestro estadio”, dicen. Hay que leer que en realidad la pelea es por manejar esos negocios y ser parte. O por un negocio más redituable: la droga.

En la carta publicada en un grupo privado de Facebook designan como rivales internos al grupo del “Parque Sur”. No es un dato casual. Hace justo un año fue asesinado Omar Jofré, alias “El Camel”. Era el líder de la barra de la Lepra y vivía en el Parque Sur, una zona con fuerte arraigo en ese club. La declaración de guerra, entonces, tiene destinatarios específicos. “No encontramos otra manera que la violencia para sacarlos. …. Estamos en contra de la violencia, pero si entendemos que para que haya paz tenía que haber guerra. Por eso hicimos este sacrificio”, amenazan.

Puertas abiertas

El asesinato de Jofré es otro dato importante. Cuando ocurrió, la dirigencia del club abrió las puertas del estadio para darle el último adiós al jefe de la barra. No cualquier hincha tiene ese privilegio. Se está por cumplir un aniversario de ese hecho que aún tiene abierta la pelea por la conducción de lo que Camel controlaba.

Pero si sorprendió que un grupo de violentos circulara con armas en pleno parque San Martín y decidiera que un partido de fútbol no se jugara, también sorprende las reacciones ante el hecho. Los jefes del operativo de seguridad aclararon que “no querían matarse; sino lo hubieran hecho”. Una declaración de resignación: en control de la escena está en manos de los violentos. La dirigencia del club,  por su parte, se desentiende y acusa a quienes tenían a cargo el operativo. 

Mientras, nadie sabe o explica cómo entraron las armas al estadio; cómo no identificaron a las personas luego. Cómo se habla de "zona liberada" sin que haya consecuencias. 

Mendoza tiene una pésima historia relacionada con los violentos que controlan lo que ocurre en los estadios de fútbol. Ejemplos sobran en todas las categorías.

Cuando Godoy Cruz debutó en primera lo hizo a lo grande: la barra decidió que el primer partido de local no se jugara para presionar por el control de los negocios. Entonces, ese encuentro con Arsenal se suspendió a pedido de la barra: fuegos artificiales, agresiones y muchos etcéteras más. Luego se comprobó la vinculación entre ese grupo y la policía; también con funcionarios políticos. La barra ganó, pues mantuvo el control de la popular, de los vínculos de los alrededores y hasta se hizo célebre por ser parte de Hinchadas Unidas. La “paz negociada” fue siempre el camino elegido con los violentos que usan el fútbol como escenario.