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Se suman las quejas: por qué seguirá faltando agua en los hogares de Mendoza

La falta de agua afecta cada vez a más familias. Este año se adelantaron los problemas. Las carencias estructurales que hacen pensar que no habrá mejoras en lo inmediato.

Pablo Icardi
Pablo Icardi domingo, 27 de diciembre de 2020 · 09:33 hs
Se suman las quejas: por qué seguirá faltando agua en los hogares de Mendoza

Llega el verano y, como cada año, falta agua en la Sexta Sección, algunas zonas de Las Heras, Guaymallén y Capital. Pero en 2020 se agudiza. Sube la temperatura y se suman más barrios sin agua: los Procrear, las torres de Pellegrini y Patricias. Por maniobras de prevención abren las compuertas de Potrerillos. El sistema no está preparado y cierran las plantas potabilizadoras. Más familias sin agua, ahora también en Chacras de Coria, Carrodilla y ya se suman por decenas de miles los usuarios que tienen agua por goteo en sus casas en todo el Gran Mendoza. No hay forma de disimular: Mendoza está en un grave problema por falta de agua. Y no es culpa de la crisis hídrica, es decir, por la disponibilidad de agua para consumo, sino por las décadas de mala gestión, la falta de planificación y la casi nula inversión respecto de las necesidades y demandas de la población mendocina. 

A pesar de los fallidos anuncios de quienes gestionan Aguas Mendocinas, la situación no va a mejorar en las próximas semanas, De hecho si se sigue el hilo histórico de reclamos, en realidad entre enero y marzo se agudizan las carencias. Y lo que ocurrió en 2020 es que se adelantó todo, aún cuando las temperaturas no son tan extremas como en años anteriores. 

Nuestra provincia tiene una infraestructura del siglo pasado. El mayor porcentaje de las redes de agua está construida para una Mendoza de menos de un millón de habitantes. Hoy tiene 2 millones. Incluso un 16% de las cañerías son de hierro fundido, instaladas hace más de un siglo; y otro 33% son de cemento y asbesto, un material que es desaconsejado. Más de la mitad de todo el sistema está en mal estado. La empresa Aguas Mendocinas cumplió una década y no celebró con velitas. En ese período la tarifa aumentó un 800%, los reclamos se multiplican y no deja de depender de subsidios. En sus números en rojo hay otro dato llamativo: los mendocinos pagan. Según el estado de cuenta, la recaudación supera lo previsto (en el último ejercicio). 

Mendoza atraviesa una crisis hídrica que ya parece crónica. Sin embargo, las carencias en el abastecimiento poblacional no tienen relación con ese problema, pues ese uso es prioritario y el volumen necesario alcanza con la disponibilidad. Incluso hay una paradoja: tampoco es bueno para el sistema un exceso de oferta de agua porque las plantas potabilizadoras y los diques no están preparados para responder. Por eso, por ejemplo, con las crecientes intempestivas generadas por las lluvias en los últimos días se agravó el problema de abastecimiento de agua potable por la turbiedad. Aguas Mendocinas (AYSAM abastece a 1,3 millones de personas, más del 80% del total. Tiene 10 plantas potabilizadoras (algunas obsoletas como Alto Godoy, 16 perforaciones y 32 estaciones de bombeo. De los casi 4500 kilómetros de red de agua instalados, el 51% está en mal o regular estado. Solo es medianamente confiable el 49% de la red. Claro, el 16% fue instalado hace un siglo, cuando en Mendoza aún convivían caballos, luz de candil y aún se creían como ciertas leyendas que hoy son parte de cuentos de ficción. 

MDZ realizó un pedido de acceso a la información para que Aguas Mendocinas informe el estado de situación real del sistema. Ese informe aún no fue respondido y pidieron prórroga para cumplir. Sin embargo en sus balances hay información actualizada hasta diciembre de 2019. 

Al hacer foco en lo datos, saltan más carencias. Las plantas potabilizadoras, por ejemplo, trabajan más allá de su capacidad de producción. Es decir tienen una producción por encima de la capacidad instalada; no hay margen de error o de maniobra. Es lo que ocurre con la planta Luján 1 (que trabaja al 114% de su capacidad, la Ballofet (de San Rafael) y la Alto Godoy (en el Parque). Lo mismo que la de Alvear (al 128%). 

Los gobiernos han tenido distinto tipo de gestores de la empresa. Desde dirigentes con perfil más técnico, como Rolando Baldasso, hasta netamente políticos como Guillermo Amstutz. Rodolfo Suarez eligió uno con un perfil supuestamente economicista: Alejandro Gallego, quien ha tenido un largo derrotero dentro del Estado. En la Municipalidad de Capital, en el Gobierno de la provincia, en el Estado nacional y hasta en la Universidad Nacional de Cuyo, siempre estuvo ligado a la función pública. 

La elección de Gallego para ese cargo aparentemente apuntaba a buscar que a Aguas Mendocinas le cierren los números. Pero la empresa nunca logró estabilizar sus cuentas como se pretendía desde que se estatizó.

Hubo aumentos sistemáticos y con la alternancia justa para no incomodar a los gobiernos: en los años pares, donde no hay elecciones, las subas fueron intempestivas. En los años impares, cuando sí hay elecciones, no hubo amentos. En 2020, por ejemplo, la tarifa subió un 100% y fue el único servicio que no estuvo descongelado. Todo lo recaudado por los aumentos fue a gastos corrientes. Aún a pesar de ello, el Estado aportó subsidios y la mitad de esos aportes fueron también a gastos corrientes. El último dato disponible sobre las cuentas de la empresa indica que los usuarios cumplen: en 2019 la empresa facturó 1468 millones de pesos. Y recaudaron 1500 millones, más de 117 millones de pesos por encima de lo presupuestado. Sin embargo, la calidad del servicio no mejoró. Por año hay casi 80 mil reclamos por mala calidad en el servicio de agua en toda la provincia. La "temporada" de problemas suele ser en enero y febrero. Este año comenzó en noviembre.

Agua turbia

En los últimos días las maniobras realizada en la represa Potrerillos complicaron más la situación. A pesar de que aparece como una contingencia, es una situación "esperable" y hasta indicada en todos los estudios previos a la construcción del dique. De hecho originalmente el plan era crear un sistema de represas sobre el río Mendoza para tener un manejo del recurso hídrico más estable (en todos los planos). Pero solo se hizo uno. El sedimento acumulado en el embalse ha reducido su capacidad sensiblemente y cada vez son necesarias las maniobras de descarga con mayor frecuencia. Lo que se hace es sacar el lodo del fondo con aperturas intempestivas de las compuertas para aliviar esa carga, mejorar la seguridad del dique, permitir la generación de energía (cuando hay agua disponible) y evitar que el embalse sigua perdiendo capacidad. Las maniobras están a cargo de CEMPPSA (IMPSA y Cartellone) el consorcio que gestiona la represa y que la construyó en asociación con el Estado. 

La liberación de agua y lodo de manera brusca complica la potabilización. No hay sistema de mitigación de ese problema, Simplemente se evita que ingrese agua turbia para no complicar la operación de las plantas. En una semana hubo dos maniobras de ese tipo por las crecidas en los ríos y arroyos de alta montaña. También estuvieron afectadas las plantas que dependen directamente de un río como la planta Potrerillos (que se nutre directamente del Río Blanco).

Los problemas se suman y son inevitables en una provincia que crece en población, que pretende mejorar en su calidad de vida, pero que tiene infraestructura de hace más de 100 años. 

 

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