Sin acuerdos

Entre el aura de Cornejo y el fantasma de Paco Pérez

El fracaso del Presupuesto 2021 no tiene marcha atrás y Rodolfo Suarez se encamina a gestionar el año que viene con el estilo confrontativo del ex gobernador radical, pero en condiciones similares al último mandatario peronista, que se fue sin poder pagar los sueldos. La campaña electoral arrancó.

Juan Carlos Albornoz
Juan Carlos Albornoz domingo, 15 de noviembre de 2020 · 07:03 hs
Entre el aura de Cornejo y el fantasma de Paco Pérez
Suarez y Mario Abed: el fracaso del presupuesto no tendría marcha atrás. Foto: ALF PONCE MERCADO / MDZ

Aunque al Presupuesto 2021 le queda una instancia legislativa, hay sensación de asunto terminado. El lunes, el vicegobernador Mario Abed se reunirá el Labor Parlamentaria con los senadores peronistas y, al menos por el panorama que había hasta el cierre de esta nota, lo más probable es que se decida votarlo al día siguiente, tal como salió en Diputados.

O sea, no habrá ninguna nueva oportunidad para negociar y acordar con la oposición, en el caso de que seriamente haya habido alguna hasta ahora, y Rodolfo Suarez gobernará el año que viene sin ninguna autorización para tomar deuda con el objetivo de realizar hospitales, escuelas, rutas o construir acueductos. Sin chances para crear empleo a través de la obra pública, y sin posibilidades tampoco de postergar vencimientos de deuda para contar con fondos que permitan reforzar un poco más el plan de obra pública, o en todo caso ayudar un poco a afrontar subsidios en medio del descongelamiento tarifario o paritarias con empleados estatales del año próximo, a quienes este año no les subió el sueldo.

El panorama es oscuro, o cuando mucho, muy gris para el manejo de la provincia el año que viene, tras la noche oscura de la cuarentena y la pandemia. Teniendo en cuenta la crisis que se viene, el desenlace rápido de la discusión sobre el plan presupuestario de 2021 sigue siendo sorprendente y casi inexplicable. Hubo incomunicación, intolerancia y falta de muñeca para la negociación desde el Gobierno. A la par, apareció una barricada peronista improvisada e irritante.

Nadie zafa de las críticas esta vez. Pero la gran pregunta es: ¿Alguien gana con este desenlace? El año que viene hay elecciones y, a la par de los armados de listas en los que ya trabajan en todos lados, hay que construir estrategias de campaña.

La del oficialismo parece ser la victimización respecto del peronismo, que será acusado de atarle las manos a Suarez para gobernar. El mandatario, a caballo de su todavía buena imagen en las encuestas, podría volver a plantear la cruda polarización de la época de Alfredo Cornejo, que azotaba al peronismo y lo culpaba de todos los males

Es un poco extraño, porque Suarez no es Cornejo. Había prometido que con él se iniciaría la etapa del diálogo. Pero ningún acuerdo relevante será posible si todos juegan a sacarle un rédito en votos al descrédito del otro. Será un año perdido, por las elecciones.

En plan precozmente electoral, Suarez y su gabinete no tardaron un minuto en echarle la culpa por el fracaso del presupuesto a quien había sido ungida hacía unos minutos como nueva líder del PJ, pero que todavía está lejos de gobernarlo en plenitud: Anabel Fernández Sagasti. "Anabel ni siquiera se había puesto los guantes", lamentan en el peronismo. La senadora nacional respondió de todos modos con una frase-chicana que el PJ festeja como un golazo: trató a Suarez de "niño rico y caprichoso". Puro folclore intrascendente, de uno y otro lado.

El PJ realmente no se la veía venir esta vez. Sin haber estudiado demasiado el presupuesto, y recién saliendo de una discusión interna por el control partidario, hizo una propuesta para cumplir. Taló a ojo el endeudamiento de Suarez, sacó de la nada una propuesta de congelamiento impositivo irrealizable y se sentó a esperar el inicio de una negociación. Pero esa negociación nunca llegó.

"Eran un piso los 80 millones de dólares (Suarez pedía 350 millones)", se defienden los justicialistas. Se habían ocupado en su borrador de casi vaciar de obras a Gran Mendoza, que está bajo control de Cambia Mendoza, bajo la noción de que las obras tienen que ser "federales". No pasaba, en ese sentido, el ya viejo anhelo de construir una planta de tratamiento de residuos en las Las Heras, pero tampoco es cierto que perjudicaban a los intendentes radicales: quedaban en pie las obras para el Este, los acueductos y al menos parte de la infraestructura escolar y sanitaria.

El peronismo había planteado, además, un curioso veto para las obras hídricas con fondos saudíes por más de 100 millones de dólares, pero el intendente Emir Félix, controlador del bloque de diputados del PJ, prometió en medio del derrumbe de la sesión en Diputados que si había apenas una semana más de discusión, esa autorización también salía.

El desacuerdo fue tal entre peronistas y radicales que se llevó puesto incluso algo que tenía consenso: el "roll over" de unos 11.000 millones de pesos. Ni ese oxígeno fue posible ya que el PJ votó en contra el presupuesto en general y consideró que aprobar en particular algún artículo solitario invalidaba esa autorización.

Lo que quedó en pie del presupuesto para un Suarez que se convirtió en Cornejo es casi una prórroga del actual, con algunas actualizaciones inflacionarias. Ante este resultado, el peronismo golpea por un lugar que puede dolerle al gobernador: dice que lo mismo hizo Paco Pérez cuando "recondujo" la pauta de gastos del año anterior.

Pérez hundió al justicialismo en una debacle electoral de la que todavía no logra salir. Con la pauta de gastos que salió de Diputados, la UCR se autocondiciona y se somete al riesgo de gobernar en similares condiciones que Pérez, aunque dice que Suarez nunca se convertirá en un gobernador que no pueda pagar los sueldos por el irresponsable desborde de sus gastos corrientes.

Es probable que no le pase a Suarez lo que le ocurrió a Paco con los sueldos estatales. Pero es muy triste que a un gobernador todavía le alcance con tan poco. 
 

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