Opinión

La masculinización de los espacios de poder: aprender a desandar lo que tenemos aprehendido

La autora analiza el rol de las mujeres y cómo muchas veces se ejerce violencia aún desde el propio género. Los desafíos.

Eliana Assumma domingo, 1 de noviembre de 2020 · 10:21 hs

Por Eliana Assumma/ Politóloga

Escuchando la interesantísima nota que le hizo el Dr. Jorge Caloiro el 14 de octubre a Laura Rousselle, Fiscal de delitos no especializados, ví a una mujer que ha sufrido la violencia de género y ha prosperado honestamente, con códigos, entendiendo que el otro puede pensar distinto, que puede admirar profundamente a un superior, sea de la corriente de pensamiento que sea. Que puede admirar a dos hombres muy opuestos en sus inclinaciones, pero muy íntegros para ella. Para ese momento en el que estuvieron presentes, con el plus de sumar un valor, convirtiéndose en referentes.

 Me sentí muy identificada con la mayoría de las ideas, experiencias, paisajes, que compartió. Fue inspiradora la entrevista, ha quedado en mi cabeza en estos días. Recién este viernes 23 fue subida al aire, justo uno de los días que nos tuvo testigos a los mendocinos de una Audiencia sobre la constitucionalidad de prisiones perpetuas.

Y hubo una frase que hace traerme acá ahora, la siguiente reflexión: las mujeres en determinados espacios de poder tienden a masculinizarse… y es cierto! Y coincido. Y me siento muy orgullosa de compartir ideas con una madre, impartidora de justicia, colega en los pasillos,  estudiosa de libros y expedientes. Puedo suponer que tal vez, le ha pasado como a mí, hablando de género, que ha sufrido violencia por parte de otras mujeres también.

Que habla con una simpleza y seguridad de alguien que entiende que el que delinque debe ir preso. Que la pena que se le debe otorgar debe ser “proporcional” justamente.

 

Cuando se habla de algo en particular, se puede hacer visible una situación, un hecho o como en este caso, un sentimiento que intento expresar como reclamo, como denunciante casi, y en mi más íntima realidad me veo a mí misma masculinizada, sin sutilezas, a los empujones e imposiciones, con gestos adustos.

Podría seguir, pero mejor formulo la siguiente invitación: “Chicas sororas extra poderes, extrapartidos, agrupaciones, listas … de más de 30, admitamos que partiendo de nuestros errores vamos a poder avanzar con nuestro aporte al lugar en el que nos toca estar, con valores dispares según la vara con la que midamos, de equilibrio, paciencia; con colores y dolores. Empecemos a discutir este tópico: la masculinización de la mujer en determinados ámbitos en los que se ven luchas de posiciones por poder, la competencia por nada, por hacernos eco de otras luchas que no son las nuestras”.

Si tenemos tropiezos que aparezca la mano de una compañera que va trotando al lado nuestro, que busca llegar a destino, que tiene un horizonte, que pretende una vida digna para todos, lo más justa posible.

Seamos ejemplares, perseverantes, amplias.

Creo que lo positivo en todo esto es reconocer mi debilidad, aceptarme imperfecta, reconocer que por más que lo intente, me cuesta em- pa- ti- zar, a veces más intensamente que otras.

A Liliana, Natacha, Mónica, Fabiana, Teresita, Analía, Graciela, Marianassss, Valentina, Fernanda, Carolinassss, Elisss, Verónica, Verónicassss, Pamela, Andreaaas, Eugenia, Valeriaa, Graciana, Emilia, Dorita, Neri, Flavia, Gise, Sonia, Miriam, Paola, Cecilia, Luciana, Rebeca, Betina, Mariela, Gabriela, Esther, Marcela, Elcira, Norma, Claudia, Melina, Evelyn, Soledad, Paula, Pedra, Natividad, Natalia, Silvina, Susana, Marisa, Catalina, Josefina, Agustina, Gimena, Pilar, Ruth, Jimenas, Agostina, Letizia, Clarita, Maga, Federica, Milagros, Romina…

  

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