Carta de un lector por los sueldos de equiparados a jueces
Este martes la Sala Segunda de la Corte, en disidencia, le dio lugar a la medida cautelar presentada por 22 equiparados a magistrados, que seguirán percibiendo sueldos de privilegio. Algunas consideraciones desde la Salud Mental.
En relación a la nota publicada en MDZ de hoy, respecto a que algunos funcionarios judiciales, continuarían cobrando salarios de montos importantes, me surgen algunas preguntas, respecto a lo que implica la remuneración o los ingresos laborales, para la salud mental y para la vida cotidiana.
Poder percibir un sueldo, o un ingreso independiente, al momento de realizar una tarea, en el espacio público o privado, claramente dignifica. Es algo que impacta en las emociones, que genera la sensación, no desde la meritocracia, sino desde lo que es equitativo y justo: Cobrar por lo que se hace, cobrar por el tiempo invertido, cobrar por la formación continua que uno debe tener para un buen desempeño, en el ámbito que sea.
Frente a esto, no aparece la pregunta por los propios ingresos, no aparece la pregunta de la inequidad, respecto a un salario docente, a un salario de personal de salud, a un salario de un municipal o de un monotributista, que son trabajadores como cualquier otro puede serlo. Porque sea del ámbito Judicial, Legislativo o Ejecutivo, el lugar es de trabajadores también; y en el ámbito estatal, hay mayor responsabilidad al servicio de la ciudadanía.
Como instalar, entonces, más allá de lo focalizado en el ámbito judicial, la pregunta por el valor simbólico del dinero y los ingresos: ¿Cómo es posible promover justicia, equidad, cuando hay tanta distancia entre las elucubraciones intelectuales de la pobreza, desigualdad y esta realidad?
Seguramente son funcionarios que aportan, responsables en sus trabajos, comprometidos con valores sociales, pero hay algo como disociado, en caminos paralelos. Tratar de construir otros puentes sociales, con tantos excesos en lo simbólico de las remuneraciones, genera un clima social y una angustia con altos costos. El dinero tiene un valor simbólico, que impacta en lo emocional, que nos muestra en nuestras características más profundas en función a cómo lo usemos, como lo percibimos, como lo generamos.
María Sol, Romero
Psicóloga

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