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Las batallas que se vienen en la guerra electoral

El cornejismo, endogámico y fiel a su líder, se prepara para la sucesión. Confían en que, en caso de ganar Cambia Mendoza, muchos deberán seguir en el Ejecutivo y esa es una garantía de "continuidad". Las batallas que se vienen en la guerra electoral del 2019. La justicia como escenario y los funcionarios que deberán rendir cuentas.

domingo, 3 de febrero de 2019 · 18:15 hs

Cuando Alfredo Cornejo asumió el cargo hizo oficial el nombramiento, pero tenía a su “tropa” entrenada desde hacía meses o incluso años. Preparó a los “300” espartanos – menducos para la guerra. Primero para ganar las elecciones, pero luego para gestionar a su modo el Estado. Y el plan lo ejecutó. Casi sin cambios, el Ejecutivo se manejó durante este tiempo con enroques, suma de funciones y carga de responsabilidades. Lo dijimos: el cornejismo es endogámico. Poco funcionarios, fieles a su jefe y polifuncionales.  De la foto original de la cúpula del Ejecutivo quedan pocos. Enrique Vaquié se fue, Rubén Giacchi también, Sergio Marinelli fue a Irrigación, Dalmiro Garay emigró a la Corte y hubo más enroques y enviados a otros sectores del Estado, demostrando la capilaridad que ha logrado el cornejismo en otros sectores del Estado. Ahora esos 300,  son la fuerza de resistencia: aunque Cornejo dejará el cargo, creen que buena parte de ese ejército de funcionarios podría quedarse en caso de que Cambia Mendoza mantenga el poder. 

Alfredo Cornejo eligió un gabinete con pocos funcionarios, pero fieles.

Puede ser por capacidad. Puede ser por costumbre. Pero sobre todo porque ningún candidato tiene un equipo de Gobierno listo para asumir y reemplazar a los elegidos de Cornejo. Incluso es parte del valor agregado que la estrategia política del oficialismo suma a su favor: haber preparado un equipo para gobernar. Cornejo dejó el gobierno junto con Cobos en 2007, pero mudó su base de operaciones a la Municipalidad de Godoy Cruz. Desde allí y con varios “topos” dentro del Estado, sumaba información calificada sobre las cuentas y el día a día de los gobiernos de Celso Jaque y Francisco Pérez. Le servía para minar el camino político de sus adversario, sobre todo en la Legislatura, y también para preparar acciones en caso de llegar al poder.

El cambio de Gobierno no traerá una situación similar porque ni en el oficialismo ni en la oposición hay un equipo alternativo. Ya ocurrió en transiciones anteriores. En el paso de mando entre Iglesias y Cobos hubo una continuidad forzada y un quiebre un par de años después que hizo desastres. Jaque dejó en sus funciones a muchos radicales porque no tenía reemplazo (los dirigentes peronistas no alcanzaban a cubrir el organigrama). Pérez sí recicló muchos funcionarios y creó una cúpula macrocefálica con el solo objetivo de premiar a los amigos con un cargo alto. Como sea, está claro que en las elecciones de este año no solo se elige a un gobernador.

Los otros escenarios de la guerra

Ya corrido el velo sobre las especulaciones políticas que son prioridad para toda la dirigencia desde hace al menos dos meses, se viene un año electoral en el que la política no solo se discutirá en torno a los ambientes clásicos. Es que habrá otros escenarios de contiendas que afectarán el proceso electoral.

Tribunales será uno de ellos. Como adelantó MDZ, el máximo tribunal deberá decidir en los próximos días si 4 de los intendentes del PJ pueden ser candidatos a la reelección o no. La Corte tiene una larga historia de resolución de temas políticos y se ha quejado oficialmente por el traslado de las pujas a los tribunales. Este caso es de exclusiva incumbencia del Máximo Tribunal, pero también esconde connotaciones netamente políticas. La necesaria celeridad de la resolución también hace a la trasparencia. Ya ocurrió que la Corte demoró una sentencia sobre temas políticos y tuvo consecuencias institucionales: hubo 2 senadores y 7 concejales que ejercieron el cargo de manera ilegítima (según la sentencia de la Corte), pero como había pasado mucho tiempo no fueron removidos.

Pero la participación de esos 7 jueces en el proceso electoral no se restringe a esa decisión solamente. La Corte es parte fundamental de la Junta Electoral y, como se vienen las elecciones, deberá resolver un sinfín de chicanas y recursos. De hecho todo indica que se aplicará la ley provincial (por tener elecciones dedobladas) y ya no servirá escudarse en la justicia federal. Quedará a la luz la fragilidad del sistema provincial, que tiene una ley emparchada, que se cumple a medias y que no contempla controles rigurosos sobre los candidatos y sus auspiciantes.

Los jueces de la corte no salieron de un “huevo” y al tener que tomar decisiones que afectan la política es difícil no hacer interpretaciones sobre el origen de cada uno y cómo llegaron al cargo. En ese contexto toma más relevancia el proyecto trunco de Cornejo de ampliar la Corte a 9 miembros y cómo hubiera impactado. En Mendoza el Gobierno y la oposición (el PJ particularmente) tienen operadores en la Justicia que ayudan a gestar sus estrategias. O incluso más; no hacen falta operadores, pues hay línea directa.

En el tránsito del año otros funcionarios y ex funcionarios deberán recorrer tribunales. Con el proyecto provincial de extinción de dominio que envió el Ejecutivo buscan también presionar para que las causas por sospechas de corrupción tengan movimientos. Y hay varias por enriquecimiento ilícito que están en los tribunales provinciales casi sin movimientos o sin datos relevantes. Pero el equipo de los “300” de Cornejo no zafa. Incluso en los próximos días habrá novedades sobre funcionarios que tendrán que dar explicaciones en Tribunales. No por corrupción, al menos en principio, pero sí por algo que al propio Cornejo le puede doler de igual manera: la ineficiencia en la gestión que genera daños al Estado.