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El otro Superclásico: el crimen organizado detrás de River y Boca

Barras bravas y negocios paralelos: el Superclásico expone cómo el crimen organizado usa al fútbol para recaudar, cooptar poder, operar con impunidad.

El fútbol, en su versión más masiva, se ha convertido en un sistema paralelo que mueve millones.

El fútbol, en su versión más masiva, se ha convertido en un sistema paralelo que mueve millones.

Archivo MDZ

Este domingo, cuando River y Boca Juniors se enfrenten en una nueva edición del Superclásico argentino, el resultado deportivo será apenas una parte del espectáculo. Detrás de la pasión y la rivalidad, opera una red de crimen organizado que utiliza al fútbol como plataforma económica y herramienta de poder.

El fútbol, en su versión más masiva, se ha convertido en un sistema paralelo que mueve millones y alimenta estructuras ilegales amparadas en la emoción popular.

Barras bravas: de fanáticos a empresarios del delito

Las barras bravas ya no son simples grupos de hinchas violentos. Se transformaron en verdaderas corporaciones criminales, con jerarquías definidas, capacidad de inversión y vínculos institucionales que garantizan su supervivencia. La reventa de entradas es solo la puerta de acceso a un negocio mucho más grande, que incluye los tours desde el interior, la venta ambulante y el control de los estacionamientos, manejados como si fueran feudos privados. Todo forma parte de una red que convierte la pasión en negocio y la devoción en una forma silenciosa de extorsión.

En los últimos años, estas estructuras dieron un salto cualitativo y pasaron de lo ilegal a lo formal. Un ejemplo emblemático es el restaurante Jugador N°12, en el exclusivo barrio de Puerto Madero, donde se alquila la marca de la barra de Boca para vender platos temáticos y merchandising. El negocio del fútbol ya no se limita a la tribuna: ahora capitaliza su identidad barrial dentro del circuito legal. El delito no desaparece, simplemente se profesionaliza.

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Leandro Paredes y Juanfer Quintero.

Leandro Paredes y Juanfer Quintero.

Impunidad estructural y respuestas insuficientes

Hechos como el asesinato de Gonzalo Acro en River o las históricas disputas internas en Boca no fueron riñas entre hinchas, sino conflictos empresariales por el control de la caja. La violencia, en estos casos, no es un exceso pasional sino una herramienta de gestión.

La pregunta criminológica no es por qué los violentos actúan como tales, sino por qué pueden hacerlo con tanta libertad. La respuesta está en un triple blindaje: complicidad dirigencial y política, connivencia policial y una justicia que castiga al soldado, pero nunca al financista. El derecho de admisión, aunque necesario, actúa como un simple analgésico: alivia el síntoma, pero no cura la enfermedad.

Mientras el Estado y los clubes continúen aplicando medidas superficiales, el crimen organizado seguirá encontrando en el fútbol argentino su refugio más rentable. La solución exige trazabilidad financiera, controles reales y sanciones efectivas.

Hasta entonces, el verdadero Superclásico no se jugará en la cancha, sino entre la ley y un poder paralelo que convierte la pasión en negocio y la impunidad en costumbre.

* Lic. Eduardo Muñoz. Criminólogo. Divulgador en Medios. Análisis criminológico aplicado a temas sociales de actualidad y seguridad.

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