Drogas, muertes y pánico: cómo viven los vecinos el aumento de la violencia en el Oeste de Godoy Cruz

Las guerras entre bandas de jóvenes narcos mantiene en vilo a la zona Oeste de Godoy Cruz, según manifiestan los propios vecinos. El crimen a balazos en la tarde del miércoles de Miguel Ángel Valdivia (24) en un aparente ajuste de cuentas se suma a una larga lista de casos relacionados con las drogas, los robos y las armas.
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Un hombre que habla desde atrás de las rejas de la puerta de su casa dice que la zona está liberada y que "del Corredor para acá -desde el Corredor del Oeste hacia la zona Oeste de Godoy Cruz- no pasa ni un taxi a la noche, porque está considerada zona roja". Además, agrega que "hay chicos de 10 años con un porro en la mano y otros que andan como zombies y que roban lo que venga".
Cuando empieza a oscurecer, la gente se resguarda en sus casas y los comercios bajan las persianas. Hacia la madrugada, las balaceras suelen interrumpir el sueño de los que pueden conciliarlo, mientras que otros ya se han acostumbrado a convivir con ello.
En medio de tanta violencia y de tanta incertidumbre, el temor de los vecinos es concreto: ¿puede la situación en esta zona de Mendoza asemejarse a lo que ocurre en Rosario? La respuesta por ahora está en los datos oficiales: mientras la ciudad santafesina tiene la mayor tasa de homicidios del país, con 268 casos en 2023 -en su mayoría ligados al narcotráfico-, todo Mendoza registró en ese mismo año apenas 61.
Lo cierto es, además, que el aumento de la inseguridad está directamente vinculado a la crisis social y económica nacional que se refleja en las provincias y dinamita los conglomerados donde habitan las clases más vulnerables, planteando múltiples desafíos, tanto para la política como para los distintos actores de la sociedad.
Godoy Cruz Oeste o la "Rosario mendocina"
Si en Rosario cuando se habla de bandas y de narcotráfico aparecen los apellidos Cantero, de la banda de Los Monos; y Alvarado, por el capo narco Esteban Lindor Alvarado, rival de Los Monos y condenado a perpetua- en Godoy Cruz oeste son tristemente célebres los nombres de la Yaqui (Sandra Jaquelina Vargas), quien está detenida desde 2016, aunque con salidas transitorias; la Pato (Patricia Mercedes Vargas, hermana de la Yaqui), también bajo arresto; y la familia Corzo, señalados como responsables de la venta de drogas y de los enfrentamientos armados entre bandas que encienden las alarmas en los barrios Covitedic, Ruiseñor, Esperanza y el Campo Papa, entre otros.
En las últimas horas, por ejemplo, fue detenido Walter Corzo Morales, acusado por robo simple. Se trata del hijo de Isabel Florinda Morales (61), quien murió en medio de una balacera cuando había cruzado a comprar cigarrillos a un kiosco. Sin embargo, en el barrio Covitedic no son pocos los que manejan una hipótesis alternativa: que a la mujer la mataron en otro caso de ajuste de cuentas.
"Ya no se puede vivir", manifiesta una vecina de la zona de Alpatacal y Oceanía, y agrega que la gente no quiere salir a la calle. Otra mujer que tiene un comercio cercano dice que hasta hace unos meses el lugar era tranquilo, pero que en el último tiempo ha recrudecido la violencia, mientras señala en dirección hacia donde están los supuestos "kiosquitos" en los que se venden drogas.
Mónica, otra habitante de la zona, dice que hay chicos que "son soldaditos que se movilizan en motos y que hacen los mandados", pero cuando hay diferencias entre las bandas las disputas se saldan a los tiros. Y ese es un punto en el que se hallan coincidencias entre todos los testimonios: "hay balaceras todas las noches".
En ese sentido, Juan, uno de los más preocupados por la situación, indicó que "los tiroteos son habituales en la zona, con una intensidad que aumentó en los últimos meses. Además, señaló que se sospecha de la presencia de grupos vinculados con facciones de la barrabrava de Godoy Cruz y con actividades narcotraficantes en los barrios.
“La situación ha empeorado en el último mes. De día son robos y de noche son corridas y detonaciones de armas de alto calibre, incluso de ametralladoras. De hecho, si te sentás en el patio escuchás el silbido de las balas”, detalló.
También agregó que “por lo que se dice en el barrio, la escalada de violencia se debe a una disputa que hay con otra familia del sector 13 del Campo Papa. Aquí se habla de una venta de drogas inconclusa. Incluso, la policía sabe quienes son, pero no hace nada al respecto. Vienen y dispersan a los delincuentes, pero estos esperan a que se calme la situación y vuelven a sus andadas. Además, hay autos de alta gama que llegan al barrio y se detienen en el domicilio de esta familia nueva. Esto se ha vuelto muy peligroso”, dijo muy angustiado.
De esta manera, aunque las estadísticas indiquen una enorme brecha entre la ciudad santafesina y el sector oeste del departamento mendocino, se teme que la escalada de violencia lleve a Godoy Cruz por el mismo camino. Y es que, aunque a una escala mucho más reducida, el día a día de la gente no dista tanto de como se vive en muchos barrios rosarinos: gente encerrada, persianas bajas y el temor latente de quedar en medio de una balacera.
Crisis, pánico y resignación
Y no solo se trata de poder convertirse en víctimas indirectas por las disputas narcos de la zona. La crisis económica y social también hace mella en el día a día de los vecinos del lugar, que son víctimas de robo con frecuencia.
En un frigorífico y verdulería cercana a la denominada "zona de riesgo" se robaron una cañería completa por un valor de 900 mil pesos, según el comerciante. También, de manera reiterativa, le sustrajeron reflectores y otros elementos, cuando no la recaudación de la jornada.
En tanto, un cliente afirma que en un descampado a unas cuadras del lugar suelen pelar cables para extraer el cobre, delito de moda y de alto riesgo en el último tiempo.
La guerra de bandas por el narcotráfico entremezclada con el incremento de robos y hurtos reflejan una realidad que, además de pánico, refleja cierta resignación de una buena cantidad de vecinos, dada la falta de presencia policial en la zona. De esta manera, quienes están ajenos a las actividades delictivas quedan presos de una situación desesperante. Así, en cada jornada de la zona oeste de Godoy Cruz aflora un poco más el instinto de supervivencia