Misterio, sospechas y desconfianza: el drama del caso Viviana Luna, la mendocina desaparecida hace 7 años
Se cumplieron 7 años de su desaparición. La investigación nunca pudo llegar a un móvil: ¿fue víctima de un femicidio? ¿huyó a otra provincia ? Su familia pide que no se deje de buscar a Viviana Luna.
Podría ser el argumento de una serie o película de suspenso, drama o incluso terror: una mujer "borrada" del mapa, un escenario en la montaña, lugareños como testigos, policías desconcertados, un adiestrador de perros acusado y la sombra de un poder oscuro que atravesó la siniestra trama.
Pero la desaparición de la mendocina Viviana Luna, ocurrida el 7 de diciembre de 2016 en la villa cordillerana de Las Vegas, Potrerillos, fue real. Es, sin duda, uno de los enigmas más grandes de la historia policial-judicial reciente de la provincia de Mendoza. Cuando fue vista por última vez, salía de su casa rumbo a una entrevista de trabajo en la zona antes mencionada. La investigación nunca pudo llegar a un móvil: ¿fue víctima de un femicidio? ¿huyó a otra provincia ? ¿la secuestraron? No se sabe.
Lo que sí, es que esta mujer de 45 años se encuentra desaparecida hace ya siete años. A pesar del paso del tiempo, su paradero sigue siendo un enigma y la incertidumbre rodea este caso, manteniendo viva la esperanza de encontrar respuestas.
De hecho, los hijos e hijas de Viviana, como en el primer día de su búsqueda, alzan su voz y exigen explicaciones. Solicitan incansablemente que se intensifiquen los esfuerzos para esclarecer qué sucedió con su madre, dónde se encuentra y que se continúe la causa sin descanso.
“Mi mamá fue a una entrevista de trabajo el 7 de diciembre del 2016 por la mañana. Al salir de allí fue la última vez que se la vio. Desde ese día, no hay rastros, pistas o sospechosos. De mi madre no hay nada. Ahora esto se ha vuelto una lucha interminable, contra la respuesta de la Justicia, que no hace su trabajo como corresponde. Desde que hicimos la denuncia al día de la fecha, dicen que están trabajando, buscando, pero nada. Lo mismo desde hace siete años y no pasa nada”, expresó Matías Julián a MDZ.
En su momento, autoridades provinciales realizaron cientos de rastrillajes que decantaron en resultaron negativos. No solo no la hallaron, sino que tampoco ninguna de sus pertenencias ni su ropa, lo que hizo que el caso fuese aún más extraño.
Cuando terminaron estos operativos, y con elementos que encontraron en la casa de la mujer y en una computadora, la principal hipótesis que barajaron los pesquisas fue que se trató de un suicidio, pero lo extraño es que su cuerpo jamás fue encontrado ni visto por nadie.
Sin embargo, sus hijos y familiares jamás se dieron por vencidos, y en el 2021 hicieron una colecta para poder traer desde Río Negro a Marcos Herrero, un adiestrador de perros con "experiencia" en búsqueda de personas desaparecidas. Esto resultó mal ya que el hombre terminó siendo un farsante e imputado por encubrimiento, falsa denuncia, usurpación de título y falso testimonio y recibió una condena de 8 meses. Quedó en libertad condicional.
“Nosotros queríamos que Marcos Herrero participara en el caso. En ese momento le hicimos el pedido a la fiscal de Homicidios Claudia Ríos, pero la petición demoró cinco meses para tener una respuesta que fue un rotundo ´no`. Mientras pasó ese tiempo sólo recibimos vueltas con excusas de certificados, de requisitos, hasta que dio su negativa. Pero no dimos el brazo a torcer y nos informamos con especialistas. Estos nos dijeron que teníamos derecho de convocarlo como perito de parte de la familia y que podía intervenir sin entorpecer la investigación. Así es que lo trajimos por nuestra cuenta con ayuda de la sociedad, porque no podíamos solventar los gastos”, detalló Matías.
“Fuimos a buscarlo a Rio Negro, gastos del viaje, la estadía, comida, todo fue por nuestra cuenta. Y fue la sociedad la que nos ayudó con el dinero. Pedimos ayuda a la gente en general, difundimos una cuenta para todo el que pudiera aportar, todo sumaba. Hicimos rifas, bingos, alcancías en las calles, en los semáforos. No tuvimos apoyo de ninguna organización.” Además, aclaró que estas actividades ayudaron a romper con el silencio sobre la desaparición de Viviana.
Este acontecimiento generó un nuevo capítulo de complejidad a un caso marcado por la ausencia de pistas claras que pudieran arrojar luz sobre el paradero de Luna. A pesar de los esfuerzos y la persistencia de sus seres queridos, el misterio que envuelve su desaparición continúa sin resolverse.
“No queremos que se cumplan más aniversarios sin tener respuesta. Queremos que la Justicia se mueva, que le ponga la misma dedicación para encontrarla como lo hicieron en los primeros meses. Que se muevan de la misma manera, con las mismas ganas. Pedimos que se haga justicia, poder tener la verdad”, reclamó su hijo.
Desconfianza generalizada
Cómo en la mayoría de las desapariciones forzadas de personas, en el caso de Viviana, también se plantearon, según Matías, pistas falsas que han llevado a generarse muchas sospechas.
“Se encontraron cartas en una computadora, cifradas, en un tipo de archivo que no cualquiera sabe cambiar. Mi mamá no sabía hacerlo. Llevaron la causa para ese lado, para el suicidio, o que se fue por su cuenta. Nosotros del minuto uno decimos que mi mamá no se fue. Porque ella no era del tipo de persona que se fuera. Yo lo sé, yo siento que a mi madre le hicieron algo”, dijo.
“Es más, cuando uno se pone a analizar qué le pasó, en realidad hay muchas cosas que no concuerdan y cada día que pasa más me lo confirman, pero nada saco con apuntar con el dedo. Hoy lo que busco es que las autoridades me digan qué fue lo que le sucedió, luego tendré la oportunidad de señalar. ¿Hay nombres? Sí, pero no saco nada con apuntar, primero necesito saber dónde está Viviana”, continuó su hijo.
“Tratamos muchas veces de llegar a otras provincias, pero se nos hizo muy difícil que la información saliera. Lo que más anhelamos es que el caso de mi mamá se supiera en toda la Argentina, que supieran en todos lados que nos falta una persona en Mendoza, que nos falta nuestra madre. Los medios de acá, no se puede contar quienes, manejaron la información como ellos quisieron. Hacíamos notas y escribían lo que a ellos les parecía o les decían lo que era más importante. Fue otra pelea incansable, además de luchar contra la Justicia para que se moviera, tuvimos que luchar con los medios que desinforman a la gente. Aquí varios medios fueron encubridores del poder. Incluso, en el último tiempo, cuando hicimos el rastrillaje con Herrero, se encargaron de difamarlo en vez de hacer hincapié en lo que se encontró”.
El dolor que se transforma en organización
Matías Julián también contó cómo el dolor y la búsqueda los llevó a organizarse con otras familias que atraviesan la misma angustia.
“Tenemos una página que se llama Hijos del Dolor. La hicimos con mi compañera para dar a conocer y apoyar a más familias que están en la misma situación. Nosotros ya vivimos la experiencia. Años fuimos ignorantes en el tema, hasta que fuimos aprendiendo. De la Justicia no recibimos ayuda, ni asesoramiento, ni orientación, mucho menos abogados o psicólogos. Como pasa en todos los casos, se lavaron las manos. Si alguien se encuentra en la misma realidad, queremos acompañar y dar ese apoyo que a nosotros nos faltó. No queremos más gente desaparecida”, resaltó.
“Cuando empezamos íbamos solos contra la corriente, no sabíamos ni para donde caminar. Hoy tenemos gente que nos apoya, asesora y que lucha a la par con nosotros. Si no nos unimos y luchamos juntos, va a ser imposible que esto cambie. Tenemos un movimiento que queremos hacer en todo el país, en todo el mundo, que se llama 'Acá había una vez'. Se trata de poner un cartel, un retrato en el lugar donde desapareció la persona y explicar una breve historia de lo que pasó. Lo hicimos con nuestra madre, pusimos un cartel en el último lugar donde se la vio, para que la gente que pase vea y sepa que allí, a plena luz del día, desapareció una mujer, nuestra madre. Ver la foto, el cartel, impacta más, queremos generar más conciencia”, dijo, para finalizar.
El caso de Viviana Luna representa un recordatorio constante y la necesidad incesante de respuestas para aquellos que sufren la ausencia injustificada de un ser querido. Mientras la búsqueda continúa, la esperanza de encontrarla sigue siendo el motor que impulsa a su familia a no cesar en su lucha por la verdad y la justicia.