Locura y ambición

"El castillo del gangster": la guarida de un delincuente casi novelesco

Cuando cayó el comunismo en Rusia, emergió un cúmulo de empresarios que bordeaban la ilegalidad. Uno de ellos, Nikolai Sutyagin, decidió cumplir el sueño de tener una casa propia. Entre entradas a la cárcel y amenazas, erigió una cabaña de 13 pisos que se convirtió en el símbolo de su excentricidad.

Facundo García
Facundo García viernes, 13 de agosto de 2021 · 18:49 hs
"El castillo del gangster": la guarida de un delincuente casi novelesco
La construcción, de 40 metros, era completamente ilegal

Esta es la historia real de un millonario ruso de los tantos que emergieron tras el derrumbe del bloque soviético, cuando toda una forma de vida se cayó y se abrieron caminos que -entre la legalidad y el crimen- conducían a la fortuna. Después de una adolescencia traumática, Nikolai Sutyagin vio la oportunidad de dedicarse el negocio maderero en la ciudad de Arcángel, en las inmediaciones del Mar Blanco. En ese clima subártico, entre grescas y escenas violentas, en 1992 Nikolai comenzó la construcción de la casa de sus sueños

Tardó más de una década. Primero la dibujó en unos planos caseros y a partir de eso puso manos a la obra. Como uno de los "hombres fuertes" de su ciudad, no sintió que tuviera que pedirle permiso a nadie para iniciar esa acumulación absurda de pisos, uno tras otro, hasta alcanzar los 38 metros. El Estado estaba en un limbo, bobo ante tantos cambios. Nadie lo frenó. Y la prensa describió el resultado como "la mezcla de una pagoda japonesa, una pajarera gigante y la guarida de un villano de cuento de hadas". Algo de todo eso tenía Sutyagin.

Se crio durante los años grises del telón de acero. Su padre falleció cuando él era apenas un chico y la familia malvivió en unas piezas, con el frío siempre acechando. La marginalidad lo llevó a tener problemas con la Ley durante su juventud hasta que al final, ya con mucha calle a cuestas, se metió de lleno en el negocio de la madera. Para mediados de los noventa, se había transformado en uno de los primeros capitalistas de la zona. Aunque eso, claro, no iba necesariamente de la mano con el comercio legal. Una sola de sus empresas involucraba a 500 personas. Y le llamaban "el zar de la carpintería".

La globalización le había significado dinero, algo de prestigio, acaso el temor de algunos coterráneos. Sólo le faltaba una mansión acorde con sus ambiciones.

La mansión de Sutyagin en su esplendor.

"La casa del gangster"

Así comenzó a figurar en algunas guías turísticas la bizarra construcción que empezó a crecer a expensas de Sutyagin. Para la década del 2000, el edificio se erigía, incompleto pero visible, sobre el horizonte de casas más bajas. El anfitrión solía invitar a los visitantes a subir a la torre, donde  -según cuentan- los vientos hacían oscilar y crujir a toda la estructura hasta el límite del pavor.

Primero ubicó una base de 2 plantas. La idea de Sutyagin era ocupar junto a su familia el primer piso y dejar el segundo para socios extranjeros que llegaran a la zona para hacer negocios con él. Más arriba aún, pondría oficinas y salas de reuniones. Cuando llegó a ese punto, el maderero no quedó conforme, le dio la impresión de que había construido un enorme granero y nada más. Entonces siguió para arriba

Para algunos, parece la guarida de un villano. Foto: Rusnord.

Durante una entrevista, Nikolai explicó el porqué de su obsesión: "De niño siempre teníamos poco espacio para nosotros, los departamentos eran incómodos para descansar e incluso para charlar. Por eso desde joven soñé con construirme una casa según lo que me dictara el alma y el corazón. Cuando la hice subí arriba, y cuanto más alto iba, veía el mundo más hermoso".

Así eran por adentro las instalaciones. Foto:
Caters News Agency.

La creación destacaba sobre el contorno de la localidad de Kemsky. Pero Sutyagin volvió a tener problemas con la Justicia. Según las acusaciones, sospechaba que uno de sus empleados le robaba, así que lo metió en un sótano y le dio una paliza, por lo que fue condenado a 4 años de cárcel por extorsión. Mientras el empresario permanecía tras las rejas, el avance de la obra se frenó.

Nikolai orgulloso frente a su creación. Foto: @Pedro_Torrijos

Final con fuego

El portal ruso Pravo consigna que en el 2000 el "zar de la madera" salió con libertad condicional y siguió adelante con su alocado proyecto. Otra vez: no le pidió autorización formal a nadie y contó con ayuda de algún arquitecto que aportó algún cálculo pero hizo la vista gorda frente a las normativas municipales

Así, la monstruosidad temblaba en medio de vecinos que le tenían miedo a un derrumbe pero más miedo a que un incendio causara llamas como para incinerar a toda la ciudad. Y al lado del castillo, el ex presidiario añadió tres baños a vapor, oficinas, una sala de billar y hasta una discoteca.

Lejos de una perspectiva poética, las autoridades locales insistieron en que se trataba de un edificio riesgoso para su constructor y para la vecindad. En 2008 el municipio "recortó" el edificio. Sutyagin se quejó: "la casa es de dos pisos, ¡todo lo demás es techo!". Aquí, el video del procedimiento:

Faltaba poco para el último capítulo. El 5 de mayo de 2012, la zona de los baños se incendió, las chispas llegaron al caserón de madera y el sueño se hizo humo para siempre. Quizá en alguna parte, detrás de ese rostro áspero como la corteza de un tronco, el niño que alguna vez fue Nikolai dejó escapar una lágrima.

Los últimos momentos del castillo. Foto: ru.esosedi.org
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