Podcast

Crisis + ingenio: el primer paso (que pocos conocen) del Servicio Cívico Voluntario

Sucedió en Mendoza en el año 2001. Luego, hubo una iniciativa legislativa. Y después, la perfeccionó el gobierno provincial.

martes, 16 de julio de 2019 · 15:15 hs

Mientras caía el gobierno nacional y los provinciales, en Mendoza la gestión del año 2001 se mantuvo en pie. Hubo esfuerzo, convicciones e ingenio. Recursos nadie tenía, pero sí las ganas de sostener la institucionalidad y buscar formas para salir adelante. Y esta actitud no estaba solo en el oficialismo, sino en buena parte de una oposición que mientras sus líderes en Buenos Aires alentaban el caos, en Mendoza buscaban alternativas.

En las mesas de diálogo y en las largas noches y días de búsqueda de nuevas herramientas, desde Seguridad,  Educación y Desarrollo Social -con un equipo que integraban muchas personas valiosas -entre las que se destacaban Leopoldo Orquín, Emma Cunietti y Alicia Cobos como gestoras- se pensó en un sistema de devolución al Estado por parte de quienes pasaron por instituciones públicas para formarse.

Era un "servicio cívico" sin contenido militar y nada del otro mundo: Alemania, Colombia y Uruguay acreditaban experiencias ya. La vuelta de rosca mendocina iba opor activas los centros de formación profersional y terciarios, aun los secundarios bajo su jurisdicción, ya que nada se podía hacer con las universidades nacionales y autónomas, salvo que adhirieran espontáneamente.

Se pretendía que durante seis meses salieran organizadamente a los barrios más vulnerables.

Los que pudieron estudiar se transformarían en puentes para los que veían minado su futuro en función de una crisis compleja.

Pero además se recordaba que la caída del Servicio Militar Obligatorio, "la colimba", había dejado sin efecto un control universal de salud física y mental para todos los jóvenes varones de 18 años. Más allá de las razones para eliminar esa instancia -que las hubo y eran suficientes- quedó vacante esa instancia y había que sumar, además, a las mujeres, a todos, para tener información sólida, periódica y posible de ser contrastada a lo largo de los años sucesivos.

De allí la idea se fue transformando y solo tomó forma oficiosa. No se alcanzó a aplicar formalmente pero fue el germen de muchas ideas. Algunas ONGs la pudieron aplicar por tener menos burocracia y se destacó en aquellos días la Red Solidaria.

Luego, un legislador provincial, Daniel Cassia, agregó una idea que buscaba motorizar hacia los cuarteles desocupados a jóvenes sin empleo. Cassia explicó que se impulsan tres tipos de instrucciones. Primero la militar, que estará relacionada con cuestiones "de defensa y de participación en misiones de paz".

Luego, la instrucción cívica, con la enseñanza de la Constitución Provincial y Nacional, "para equilibrar los conocimientos básicos que brinda el colegio secundario".  Y por último, una instrucción física, para adecuar el cuerpo a la vida sana, al deporte y para combatir "males de la época como la droga o el alcohol".

El gobierno de Julio Cobos avanzó en la institucionalización de un plan piloto y luego intentó plasmarlo con fuerza a nivel nacional, cuando fue vicepresidente. Cassia por entonces explicó: "Si los jóvenes no demuestran que están trabajando o estudiando, serían convocados obligatoriamente a un año de instrucción, a través de un convenio entre la provincia y el Ministerio de Defensa de la Nación".

Ahora lo anunció la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich y la idea sigue picando. Nos enteraremos en los próximos días de qué va la iniciativa y sus alcances, o morirá en un debate más.

Pero sigue vigente, siempre, la necesidad de que el Estado agrupe voluntariamente a quienes formó en universidades y escuelas para que devuelvan algo de lo que recibieron, en forma solidaria, pero organizada y con un diagnóstico previo. La caridad a tontas y a locas no sirve a nadie: de lo que s etrata es de resolver problemas y torcer rumbos.

Otras columnas del mismo autor: