La mejor receta de sopa de cebolla para días fríos
Con esta receta de sopa de cebolla clásica y gratinada, descubrí cómo transformar ingredientes simples en un plato sabroso, reconfortante y lleno de historia.

Receta imperdible de sopa de cebolla gratinada al estilo francés.
ShutterstockSi estás buscando una receta cálida, sabrosa y llena de tradición, esta sopa de cebolla es ideal para vos. Con pocos ingredientes y un paso a paso simple, se transforma en un plato lleno de sabor, perfecto para los días frescos o cuando querés algo reconfortante.
La sopa de cebolla tiene su origen en la cocina francesa, donde es considerada un clásico absoluto. Se caracteriza por su base de cebollas caramelizadas, caldo concentrado y el toque irresistible de pan tostado con queso gratinado por encima. Aunque parezca sofisticada, esta sopa es de origen humilde, nacida como una forma de aprovechar ingredientes simples con mucha técnica y paciencia. Lo más importante es dedicarle tiempo al caramelizado de las cebollas: es ese proceso lento y cuidadoso el que transforma el sabor y aporta profundidad.
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Esta versión respeta los principios tradicionales, pero también permite algunas variaciones si querés adaptarla a lo que tenés en casa. Ideal como entrada elegante o como plato principal acompañado de una ensalada liviana, esta sopa es una muestra de cómo la sencillez bien ejecutada puede ofrecer resultados extraordinarios.
Ingredientes
800 g de cebollas blancas o amarillas, 50 g de manteca, 2 cucharadas de aceite de oliva, 1 cucharadita de azúcar, 2 dientes de ajo, 1 cucharada de harina, 1 litro de caldo de carne (o vegetal), 250 ml de vino blanco seco, sal fina a gusto, pimienta negra molida a gusto, 4 rebanadas de pan tipo baguette, 150 g de queso gruyere rallado (puede usarse emmental o mozzarella en su reemplazo), 1 hoja de laurel (opcional), tomillo seco o fresco (opcional).
Prepara esta exquisita sopa de cebolla
- Pela las cebollas y córtalas en pluma (en rodajas finas). Este tipo de corte permite que se cocinen de manera pareja y se caramelicen mejor. Reserva.
- En una olla grande y de fondo grueso, derrite la mantequilla junto con el aceite de oliva a fuego medio. Agrega las cebollas cortadas y cocina, revolviendo de vez en cuando, durante unos 10 minutos. Luego, incorpora el azúcar para favorecer la caramelización. Cocina a fuego bajo durante 30 a 40 minutos, removiendo con frecuencia, hasta que las cebollas adquieran un color dorado intenso y una textura tierna y dulce. Este paso es fundamental: no subas demasiado el fuego, ya que el sabor profundo se logra con paciencia.
- Cuando las cebollas estén bien caramelizadas, añade los dientes de ajo picados y cocina por un minuto más. Después, espolvorea la harina sobre las cebollas y mezcla bien. Esto ayudará a espesar ligeramente la sopa. Cocina por 2 minutos para eliminar el sabor crudo de la harina.
- Vierte el vino blanco seco y sube un poco el fuego para que se evapore el alcohol. Raspa el fondo de la olla con una cuchara de madera para levantar los sabores caramelizados. Luego, agrega el caldo caliente junto con la hoja de laurel y el tomillo, si decides usarlos. Reduce el fuego y deja que la sopa hierva suavemente entre 20 y 25 minutos. Al final, ajusta con sal y pimienta al gusto.
- Mientras la sopa hierve, tuesta las rebanadas de pan en el horno o en una sartén hasta que estén crujientes por ambos lados. Luego, cubre cada rebanada con queso rallado.
- Puedes servir la sopa en recipientes individuales aptos para horno. Vierte la sopa caliente en cada recipiente, coloca una rebanada de pan con queso encima y lleva al horno bien caliente o al grill hasta que el queso se derrita y gratine. También puedes gratinar el pan por separado y colocarlo sobre la sopa al momento de servir.
De la cocina a tu mesa
Sirve la sopa bien caliente, con un poco de pimienta negra recién molida por encima y, si lo deseas, unas hojitas de tomillo fresco para decorar. Esta sopa combina una textura suave, sabor intenso y un toque crujiente y gratinado que la convierte en un verdadero clásico del invierno.
Esta preparación demuestra que, con ingredientes simples y un poco de dedicación, es posible lograr un plato reconfortante, lleno de sabor y tradición. Ideal para una cena especial, una comida de domingo o para sorprender con algo cálido y casero en los días fríos. La sopa de cebolla es, sin dudas, una de esas preparaciones que siempre dejan huella. ¡Y a disfrutar!