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Reacciones al documento de Benedicto XVI: "El texto no es de él"

El teólogo<a href=" https://www.religiondigital.org/opinion/Calleja-opinion-texto-Benedicto-XVI-vaticano-papa-pederastia_0_2112088780.html" target="_blank"> José Ignacio Calleja descree de la autoría de Josef Ratzinger</a> y cree que es usado su nombre por los opositores a Francisco. "En la copia conocida hasta hoy, no dice que sea un texto autorizado por Francisco, sino que ha 'contactado' con el Secretario de Estado y con el propio Papa".

viernes, 12 de abril de 2019 · 14:57 hs

Observaciones previas:

- En la copia conocida hasta hoy, no dice que sea un texto autorizado por Francisco, sino que ha “contactado” con el Secretario de Estado y con el propio papa.

- En mi opinión, el texto no es de Benedicto XVI bajo ningún supuesto. Responde a su estilo y opinión, pero suyo, no. Y autorizado por él, no lo sé. Se comprobará cómo. Otra cosa es firmado.

- No es suyo, porque nadie con su edad puede redactar con ese detalle de memoria y de enredo argumental. Menos aún, va a decir que la misericordia de Dios quiso la muerte del teólogo moralista F. Böckle (murió en 1991), impidiendo que rebatiera la Veritatis splendor de Juan Pablo II como había prometido hacerlo.

- Tampoco va a decir de sí mismo que, a los estudiantes que leían sus libros, se les consideraba no aptos para el sacerdocio; y que solo se le leía a escondidas. (No me creo a Benedicto XVI escribiendo esto por inelegante).

  • No lo veo poniendo ejemplos concretos y escabrosos de su conocimiento de la pederastia, como alguno de los que brinda.
  • Sinceramente, sospecho que hay un punto de uso del papa emérito que pronto se explicará en detalle.
- Su mayor carencia, el silencio sobre el Mesías, Hijo y Señor que es Jesús en su historia real de vida humana entre los humanos. A partir de aquí, y por enésima vez, se puede decir todo del Dios cristiano sin decir nada de Jesús. Jesús importa tras su Muerte y Resurrección, y no, también, por qué muere y lo matan, y así qué significa históricamente Dios ha resucitado a Jesús, Señor y Cristo. La cristología se vacía de este modo. Y el Evangelio, también.

- La otra gran carencia, en discusión, que sin Dios todo se viene abajo en el mundo y en la Iglesia, pero como Dios ha quedado definido ante todo por la teofilosofía agustiniana y tomista, todos los remedios a la crisis son teologales y espirituales.

- Una honda conversión a esa Fe (sin Encarnación clara en Jesús) y la vuelta a la tradición eclesial anterior a una equívoca interpretación del Vaticano II, nos llevará al camino eterno de Dios en SU Iglesia. Otrasreformas más tangibles o no se necesitan o ya han probado su fracaso.

- La moral y la misma fe, la ortodoxia integral, hay que respaldarlas con una clara legalidad general y penal.

- Ninguna moral humana subsiste sin fundamentarse en Dios. Sin la fe, no hay remedio para la ética.

Y en cuanto al fondo, para pensar, pero con gran sentido crítico hacia quienes traducen al papa emérito, quizá según él, pero sin él, estas son sus tesis:

- Que la Revolución del 68 y la libertad sexual absoluta está al fondo de la pederastia en el mundo y en la Iglesia, y es la que hizo colapsar a las siguientes generaciones de sacerdotes y sus secularizaciones masivas.

- Que la teología moral colapsó por el mismo tiempo, al renunciar a la ley natural como fundamento incondicional de las normas morales absolutas, y, a la vez, postular la Sagrada Escritura como única fuente de la moralidad cristiana en cualquier sentido, fundamental o concreta; en ella, la fe aparecerá como fundamento u horizonte de sentido de la moral cristiana, pero sin ninguna norma concreta que ofrecer específicamente propia y única ante la ética laica y otras morales religiosas. Y dice el papa emérito, esto no es cierto, el conjunto de la fe cristiana es y opera como un modo de vida único y perfectamente reconocible.

- El, resultado no querido, pero efectivo es que ya no podía haber nada que constituya un bien absoluto, ni nada que sea fundamentalmente malo; (podía haber, está hablando de esos años pasados) solo juicios de valor relativos. Ya no había bien (absoluto), sino solo lo relativamente mejor o contingente en el momento y en unas circunstancias; la máxima de que “el fin justifica los medios” prima por doquier.

  • Y sin embargo, esos bienes morales absolutos, y en particular el mismo Dios, están a ahí, y justifican que el martirio por su respeto y cumplimiento es esencial al cristianismo. El martirio es la categoría básica de la existencia cristiana. Dios siempre es más que todo. (¿El martirio al servicio de qué causa incondicional es la categoría básica de la existencia cristiana, por la vida digna de los pobres, o por una visión de Dios y de la Iglesia?, pregunto).
  • La teología moral, además, desarrolló la afirmación de que no hay infalibilidad eclesial en cuestiones morales, que no hay dogmas morales; es cierto en algún sentido, dice, pero las verdades morales están tan conectadas a las verdades de fe que aquellas no subsisten de hecho sin estas. No significan nada sin ellas.

- En ese contexto cultural y teológico, la vida eclesial, y el sacerdocio y los seminarios en particular quedan profundamente afectados. Es el Vaticano II, quizá mal interpretado, el que incorpora en muchos seminarios y Obispos la conciencia de conciliaridad entendida como negación de la tradición del pasado vigente hasta entonces. Particularmente en los Estados Unidos y Europa. Ante los excesos, con algunas visitas desde la Santa Sede se quiso conocer y poner remedio, pero nada se logró hasta entonces.

- El asunto de la pedofilia no se agudizó hasta mediados de los 80, pero el derecho canónico (1983), en su parte penal, era muy garantista, siguiendo los dictados del Concilio, y ataba de pies y manos a los Obispos frente a los acusados, no posibilitando casi condena alguna. Esto sucedía en relación a la pedofilia como en relación a las acusaciones doctrinales a los teólogos. Y así prácticamente hasta hoy. (El texto mezcla los temas, pienso, atendiendo al problema del garantismo del derecho canónico y el Concilio).

- Hagamos un excurso sobre la pederastia, dice, y el evangelio de Marcos sobre el escándalo sobre los pequeños (Mc 9, 42) que, según escribe, son los creyentes sencillos; y concluye, el evangelio aquí, en los pequeños, “protege el depósito de la fe” y muestra que los grandes bienes como la fe, y no solo los derechos del acusado, son igualmente importantes; ambos son un bien legal, y si la fe no se cuida como un bien también legal, todo se tambalea. De hecho la pederastia de los sacerdotes al final daña a la fe, y esas ofensas son posibles porque falla la fe en las acciones de los hombres (sic).

- Y ¿qué se debe hacer? ¿Tal vez deberíamos crear otra Iglesia para que las cosas funcionen? Bueno, ese experimento ya se ha realizado y ha fracasado. (Así dicho, medito, ¿cuál?, ¿a qué se refiere?, ¿al Vaticano II?, ¿a cierta interpretación del Concilio?, esto último parece). La solución es la obediencia y el amor por Jesucristo, porque somos una vocación de servicio al amor de Dios en Cristo, pues el poder del mal emerge de nuestro rechazo a amar a Dios. Aprender a amar a Dios es el camino de la redención humana. Su primer don es que existe, y de inmediato, que existe como Amor, y porque existe, el mundo tiene significado, un propósito espiritual, y hay una verdad, y un bien moral, y la vida humana tiene sentido: “Solo si hay un Dios Creador que es bueno y que quiere el bien, la vida del hombre puede entonces tener sentido”.

- Y es un Dios que para ser reconocido ha de expresarse a sí mismo de alguna forma y tal es el Dios de Abraham. (Sorprende que no lo refiera aquí y ya a Jesús, el Cristo, subrayo). Y ese Dios crea y es Amor, tal es lo que nos muestra de sí mismo y es la vocación a realizar por el ser humano. (El texto no es claro en el significado humano concreto de los conceptos teofilosóficos que usa, son demasiado ambivalentes en relación a Jesús y la historia humana, pienso). Sí lo es la consecuencia: una sociedad sin Dios pierde su medida, y tal es caso de la sociedad occidental en la esfera pública, la nuestra. La muerte de Dios es la del ser humano, que queda sin sentido y orientación sobre el bien y el mal.

- Así, algunos males como la pedofilia, se hacen rutina. ¿Por qué la pedofilia llegó a tales proporciones?Responde, al final de cuentas, la razón es la ausencia de Dios, que no es guía de la vida pública de los pueblos como un principio de todo; ¿Dios?, una asunto privado de una minoría y de ahí, el fracaso moral de la sociedad y de la iglesia.

- La solución para los sacerdotes, la Iglesia y el mundo, vivir desde, para Dios y bajo Él, base de nuestra vida. (¿Qué Dios, desde Jesús?, no lo desarrolla o cita; de hecho sorprende que no necesita hablar de Jesús en su carta, su encarnación efectiva, su evangelio o buena nueva concreta, no aparece; su vida y persona solo aparecen teologizadas al modo más clásico, vuelvo a destacar). Dios se hizo hombre por nosotros (añadamos nosotros, “en Jesús y su vida concreta”), y piensa en la teología, y le reclama no solo ser teología de la fe, sino provocada por la fe; y piensa en la Eucaristía y la cree poco a poco banalizada por muchos en cuanto a la presencia real de la persona, de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo; con una forma que destruye la grandeza del Misterio, un gesto ceremonial sin más en ocasiones de la vida de la gente, una rutina al recibir el Santísimo Sacramento. (No explica por qué ha sucedido esto, pero cabe suponer que es por la misma pérdida de la fe en el Dios, Santo y Señor de la Existencia de todo).

- Y concluye. Por tanto, no necesitamos otra Iglesia con nuestro propio diseño, sino la renovación de la fe en la realidad de que Jesucristo nos es dado en el Santísimo Sacramento, en entender la grandeza del sufrimiento y sacrifico del Señor. (Otra vez sin mentar el porqué de su vida personal e histórica).

- Y por fin, sentir la Iglesia como algo nuestro, es decir, al fondo de nuestras almas, no un aparato externo que se nos impone, sino algo que nos ocupa el alma, y que no disponemos a nuestro arbitrio, sino que obedecemos, porque no es nuestra sino de Dios. Hoy el olvido de Dios cobra la forma de menosprecio de SU Iglesia, como algo malo en su totalidad, una propuesta del demonio, porque hoy, “incluso hoy, la Iglesia no está hecha solo de malos peces y mala hierba… y hoy es ese mismo instrumento a través del cual Dios nos salva”.

- Nosotros solo tenemos que estar vigilantes para ver sus mártires y escucharlos.

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