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La nueva era sin alcohol: la lubricación social ahora viene en código y en línea

Cada vez más jóvenes estadounidenses prefieren mocktails, cervezas 0.0 y destilados sin alcohol, impulsando un cambio cultural en la socialización.

Generación Z en EE.UU. reduce el consumo de alcohol y elige bebidas sin graduación.

Generación Z en EE.UU. reduce el consumo de alcohol y elige bebidas sin graduación.

En Estados Unidos, la Generación Z bebe menos alcohol y elige alternativas sin graduación con más frecuencia. Bares con cartas de mocktails, cervezas 0.0 y destilados sin alcohol llenan un espacio que antes ocupaban los tragos de siempre. Festivales con zonas “sober friendly” crecen en número y las marcas de bebidas compiten por sabores complejos sin efecto embriagante.

La señal de fondo no es un simple giro saludable, implica un cambio en la manera de relacionarse en sociedades donde la distancia interpersonal fue históricamente mayor y la expresividad pública más contenida. El alcohol fuerte funcionó como protocolo de acercamiento en climas fríos, oficinas formales y reuniones donde la conversación requería una chispa extra. Un vaso facilitaba el cruce del puente social.

Nuevos códigos de socialización sin alcohol

Sin embargo, la Generación Z aprendió otros protocolos y socializa desde la pantalla durante la adolescencia y la primera adultez. Construyó pertenencia en chats, servidores de juego, grupos de música y comunidades de nicho que reúnen a miles de desconocidos con códigos compartidos. El primer contacto rara vez ocurre en un bar, generalmente es un mensaje de voz, en una sala de Discord o en un hilo que ya reduce la fricción inicial. La lubricación se volvió digital y semántica, con un meme oportuno, una playlist colaborativa, una referencia precisa valen más que dos shots.

La reputación también cambió de soporte, todo queda registrado. Una pérdida de control no se evapora a la mañana siguiente. Una foto circula durante años y afecta trabajo, relaciones y oportunidades. La misma generación que entiende de marca personal prefiere el control fino del propio desempeño social. Por lo tanto, un mocktail cuida la cabeza y la biografía.

Impacto de la tecnología y el bienestar

Los datos de rendimiento ayudan. Y relojes y anillos de seguimiento muestran en el teléfono lo que antes quedaba en el terreno de la intuición. Un trago impacta sueño, pulso y recuperación. Un gráfico claro modifica hábitos con rapidez.

Los gimnasios boutique y las clases de la madrugada compiten con la ronda nocturna y la elección se ordena por objetivos concretos. La economía cotidiana refuerza la tendencia. Copas y cócteles premium pesan en el presupuesto. Las alternativas sin alcohol ofrecen precio más predecible, permiten conducir y evitan sanciones en campus o empresas que ya migraron a eventos “alcohol optional”.

Trabajo híbrido y nuevos hábitos

El trabajo híbrido agregó otro ingrediente. Equipos repartidos en varias zonas horarias conviven con agendas que empiezan temprano. El después de oficina perdió peso en favor de encuentros breves y actividades sin caída de energía al día siguiente.

La cultura del norte mantiene su rasgo de menor contacto físico y mayor formalidad, solo que el instrumento de unión ya no es la botella, es el dispositivo en el bolsillo. Un chat abierto reduce el silencio incómodo, al tiempo que un hilo compartido crea complicidad inmediata. Y un canal de juego ofrece reglas claras para participar y retirarse a tiempo.

Un pegamento social distinto

La Generación Z no necesita desinhibición química para animarse a hablar porque llega con temas, códigos y comunidades prearmadas. El descenso del consumo de alcohol en Estados Unidos encaja con esta lógica. Las bebidas sin graduación crecen como acompañamiento de un pegamento social distinto.

La conversación se sostiene en afinidades articuladas con precisión y en ritmos de vida donde la performance personal importa. La distancia social tradicional se acorta por rutas digitales y la copa fuerte cede espacio a señales de pertenencia que no requieren sacrificar claridad mental.

La lubricación social ya no viene del etanol. Viene del lenguaje, del tiempo compartido en línea y de una nueva gramática de encuentros que reemplaza el empujón del alcohol por la agilidad de un código común.

Las cosas como son.

*Mookie Tenembaum aborda temas internacionales como este todas las semanas junto a Horacio Cabak en su podcast El Observador Internacional, disponible en Spotify, Apple, YouTube y todas las plataformas.