Drones baratos, impacto letal: la estrategia desesperada que funciona

Los drones son las armas más usadas en la guerra europea entre Ucrania y Rusia. Foto: EFE
En la guerra entre Rusia y Ucrania, hay una escena que se repite todos los días: desde el otro lado del frente, los rusos lanzan decenas de miles de proyectiles sobre territorio ucraniano. Cada explosión es el resultado de una vieja forma de hacer la guerra, donde quien tiene más cañones y más munición controla el campo de batalla. Rusia dispara hasta 70.000 proyectiles por día. Ucrania, apenas puede responder con 5.000. ¿Por qué esta diferencia? Porque Rusia pasó décadas preparando su industria militar para este tipo de guerras. Tiene fábricas, depósitos, y sobre todo una doctrina que gira en torno a la artillería. Es como si su ejército fuera un martillo gigante que todo el tiempo golpea.
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En cambio, Europa y Estados Unidos, después de la Guerra Fría, desarmaron muchas de sus capacidades. No producen municiones al ritmo que exige un conflicto moderno. No las tienen en stock, y tampoco quieren vaciar sus arsenales. Temen quedarse sin nada en caso de que otro conflicto estalle. Por eso la ayuda a Ucrania llega en cuentagotas. Cada proyectil que se le da a Kiev es un proyectil que ya no está en Berlín o en París. A esto se suma que Ucrania no tiene fuerza aérea significativa. Rusia, con sus aviones y helicópteros, domina el cielo. Entonces, ¿qué hizo Ucrania? Respondió con inteligencia.
Como no puede ganar por fuerza bruta, emplea pequeños drones, algunos armados con explosivos. Muchos cuestan apenas 400 dólares. Vuelan bajo, evitan los radares, y atacan tanques, camiones o soldados. En algunos frentes, el 60% de las bajas rusas son causadas por estos drones. Son como mosquitos en una guerra de elefantes: baratos, rápidos, difíciles de parar. Además, los fabrica en masa, como si fueran pan. En 2024, Ucrania produjo más de un millón. Y no lo hace sola: empresas privadas y voluntarios colaboran.
Ahora bien, ¿es suficiente? No del todo. El dron no reemplaza a la artillería. No sirve para bombardear una ciudad entera o para detener una ofensiva masiva. Es táctico, no estratégico. Además, Rusia también usa drones, y cada vez mejor. Tiene modelos más caros, más sofisticados, y los combina con artillería y fuerza aérea. Por eso la pregunta clave es: ¿qué pasa si Rusia decide invadir Polonia, Estonia o Noruega? Países que tampoco tienen grandes reservas de artillería. ¿Podrán defenderse con drones? Probablemente no.
La guerra de Ucrania nos muestra que el dron es el futuro, sí, pero todavía no reemplaza a todo. No puede ocupar el lugar de los aviones, porque no vuela tan alto ni lleva bombas tan pesadas. No puede hacer el trabajo de la artillería pesada. Es una solución parcial a un problema enorme. El día que Rusia avance sobre un país de la OTAN, el mundo va a ver si con drones se puede parar una invasión. Por ahora, son una respuesta ingeniosa y eficaz, pero que todavía necesita algo más detrás. Como toda herramienta, funciona mejor cuando no está sola.
Las cosas como son.
*Mookie Tenembaum aborda temas internacionales como este todas las semanas junto a Horacio Cabak en su podcast El Observador Internacional, disponible en Spotify, Apple, YouTube y todas las plataformas.