Histórico: reaparece en México un animal que creían extinto desde hace 120 años
Fue divisado por un grupo de científicos que logró captarlo a través del uso de cámaras especiales. Se trata de una especie endémica que no se registraba desde 1904.
Un sorprendente hallazgo conmocionó a la comunidad científica mundial. Es que en los bosques de coníferas de la Sierra Madre del Sur, en el suroeste mexicano, una cámara trampa captó la imagen más esperada por la ciencia en los últimos 120 años. En las imágenes audiovisuales, los especialistas divisaron al Sylvilagus insonus, también conocido como el conejo de cola de algodón de Omiltemi.
No se trata de un dato menor. La última vez que se había visto uno fue en 1904, registrado por el naturalista Edward William Nelson. Desde entonces, la especie fue considerada prácticamente extinta. El hallazgo fue liderado por José Alberto Almazán-Catalán, presidente del Instituto para el Manejo y Conservación de la Biodiversidad (INMACOB), quien junto a su equipo desplegó una búsqueda paciente entre las montañas de Guerrero. Comenzaron cerca de Chilpancingo, sin éxito, pero fue en zonas más altas y remotas donde se encontraron con la sorpresa: no uno, sino varios ejemplares.
“El solo hecho de saber que pasaron 100 años y que ningún otro científico había visto un conejo vivo de esta especie es increíble”, celebró Almazán-Catalán. “Es totalmente diferente del conejo común. Me quedé completamente sorprendido y muy feliz”.
Una especie única
A diferencia de otros conejos de su género, el de Omiltemi no tiene la típica cola blanca y esponjosa. La suya es negra, corta, y su pelaje, que puede ser rojizo o casi negro, lo ayuda a camuflarse en la espesura del bosque. Sus orejas también son más pequeñas.
Este conejo es nocturno, se alimenta de pasto, hierbas y, en invierno, de corteza y ramas. Pero más allá de sus hábitos discretos, cumple un rol vital en el ecosistema: es dispersor de semillas, fertilizador natural y pieza clave en la dieta de depredadores como pumas, ocelotes, búhos y serpientes.
La voz de la montaña
Aunque para la ciencia el conejo era una sombra del pasado, para la comunidad local nunca había desaparecido del todo. “Siempre decían que seguía ahí”, cuenta Almazán-Catalán. Y esta vez, la intuición popular le ganó a los registros académicos.
El descubrimiento abre ahora una nueva etapa de investigación. Según el equipo, queda mucho por aprender, sobre todo sobre el comportamiento reproductivo de la especie, que se intensifica entre enero y junio.
Pero también deja una lección más profunda: incluso en tiempos de crisis ambiental, la naturaleza se guarda sus secretos. Y a veces, si se la escucha con atención, todavía puede sorprender.

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