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Grieta en la alianza: ¿Es Myanmar el reinicio del enfrentamiento entre Rusia y China?

Los vínculos entre Moscú y Beijing vuelven a debilitarse por sus intereses contrapuestos en Myanmar.
China y Rusia ven en Myanmar una amenaza a su alianza Foto: Sputnik Mundo
China y Rusia ven en Myanmar una amenaza a su alianza Foto: Sputnik Mundo

Myanmar es un país que pocos tienen en el radar, pero se convirtió en un epicentro de tensiones que redefinirán la geopolítica global. Situado en un punto estratégico del sudeste asiático, Myanmar limita con China, India, Bangladesh, Tailandia y Laos, y es un crisol de etnias, religiones y conflictos que marcaron su historia. Su población está compuesta mayoritariamente por la etnia birmana, pero también alberga grupos étnicos como los Karen, y Rohingya, cada uno con sus propias luchas y reivindicaciones. Es un país donde el budismo militante domina, pero con minorías musulmanas y cristianas perseguidas por el Estado central.

Desde el golpe militar de 2021, una junta gobierna Myanmar con apoyo de China y Rusia para resistir las sanciones occidentales. Sin embargo, lo que parecía una alianza estable muestra fisuras. Rusia dio un paso que desafía la influencia de China en la región: profundiza su relación con el gobierno de facto, cerrando acuerdos en infraestructura, energía nuclear y armamento. La decisión de Moscú de invertir en la estratégica zona económica de Dawei es una señal clara de que Putin quiere una presencia más fuerte en el país, justo en el patio trasero de China. Beijing, usó Myanmar como un corredor clave para su Iniciativa de la Franja y la Ruta y observa con inquietud cómo su supuesto aliado disputa su control sobre la junta militar.

Pero el conflicto en Myanmar no es solo geopolítico. En el terreno, la situación es aún más explosiva. Los Karen, un grupo étnico que lucha por su autonomía durante décadas, están en guerra con el gobierno militar. En los últimos meses, tomaron varias posiciones estratégicas, aprovechando la debilidad del gobierno central. China, que históricamente maneja a Myanmar como una extensión de su influencia, es clave en este conflicto. A través de milicias aliadas y apoyo indirecto, facilita la resistencia de grupos étnicos en la frontera para presionar a la junta cuando le conviene. Sin embargo, la presencia de Rusia cambia las reglas del juego. Con Moscú proporcionando armas y respaldo al régimen birmano, la balanza se inclina en una dirección que Beijing no controla.

El otro conflicto interno es el de la minoría musulmana rohingya, que es perseguida por el ejército birmano. Esta comunidad, que se encuentra en el estado de Rakhine, en la frontera con Bangladesh, es víctima de limpiezas étnicas y desplazamientos masivos. La crisis étnica genera tensiones con los países vecinos y China la utiliza como un elemento de presión sobre la junta, al tiempo que mantiene su propio control sobre la región. Sin embargo, si Rusia consolida su influencia, China perderá una de sus principales herramientas de chantaje en Myanmar.

Lo que ocurre es un cambio de paradigma. Ya no se trata de una simple alianza entre China y Rusia contra Occidente, sino de una fractura en esa relación. Rusia desafía al poder chino en un territorio que Beijing considera parte de su esfera de influencia. Este no es un movimiento menor: la relación entre ambas potencias ya no es de cooperación absoluta, sino que muestra competencia en espacios estratégicos. Myanmar, un país que muchos en Occidente ignoran, se convirtió en un tablero donde se juega el futuro del equilibrio de poder entre China y Rusia. La pregunta no es si habrá confrontación, sino cuándo y en qué forma se manifestará.

Las cosas como son.

*Mookie Tenembaum aborda temas internacionales como este todas las semanas junto a Horacio Cabak en su podcast El Observador Internacional, disponible en Spotify, Apple, YouTube y todas las plataformas.