El sorprendente hallazgo que desmintió siglos de misterio sobre Cleopatra
Un cráneo encontrado en las ruinas de Éfeso reveló que no pertenecía a Arsinoe IV, sino a un joven romano con trastornos del desarrollo, cambiando para siempre la historia de esta enigmática tumba.
En 1929, en las ruinas de Éfeso (Turquía), se realizó un descubrimiento intrigante: un cráneo hallado en el antaño magnífico Octágono. Durante décadas, se especuló que podría pertenecer a Arsinoe IV, hermana de Cleopatra. Sin embargo, un análisis reciente con técnicas avanzadas reveló que pertenecía a un varón de entre 11 y 14 años con un desarrollo patológico.
Un estudio publicado en Scientific Reports por un equipo multidisciplinar liderado por el antropólogo Gerhard Weber de la Universidad de Viena examinó este cráneo. Los análisis genéticos realizados apuntan a un origen italiano, desmintiendo por completo las teorías iniciales sobre Arsinoe IV.
El arqueólogo Josef Keil fue quien descubrió el sarcófago en el que se encontraba el esqueleto completo, sumergido en agua. Keil extrajo únicamente el cráneo y, tras un análisis preliminar, lo atribuyó a una mujer joven y distinguida, una conclusión que parecía confirmada por estudios de 1953. Décadas después, en 1990, surgió la hipótesis de que aquella tumba en Éfeso podría haber sido el lugar final de Arsinoe IV, asesinada en el año 41 a.C., lo que alimentó un sinfín de informes y teorías.
El reciente examen del cráneo, realizado por genetistas, especialistas en datación, ortodoncistas y arqueólogos de la Academia Austriaca de Ciencias, situó su origen entre el 36 y el 205 a.C. Curiosamente, esta datación coincide con el periodo atribuido a Arsinoe IV. Además, los genetistas encontraron una relación entre las muestras genéticas del cráneo y un fémur recuperado en 1982.

Repetidas pruebas realizadas al cráneo y al fémur mostraban "claramente la presencia de un cromosoma Y, es decir, de un varón", explicó Weber. La evaluación morfológica del cráneo, los datos de una microtomografía computarizada e imágenes de alta resolución de las raíces dentales revelaron que el niño del Octógono estaba aún en la pubertad y tenía entre 11 y 14 años.
El niño padecía un desarrollo patológico en general con una de las suturas craneales, que normalmente se fusiona a los 65 años, ya cerrada, lo que daba al cráneo una forma muy asimétrica.
El rasgo más llamativo era el subdesarrollo de la mandíbula superior, que estaba inusualmente inclinada hacia abajo y presumiblemente provocaba grandes problemas al masticar, tal y como también apuntan los restos dentales.
"Ahora está claro que no fue la hermana de Cleopatra quien fue enterrada en el Octógono de Éfeso, sino un joven con trastornos del desarrollo que presumiblemente era romano", indica la Universidad de Viena.
La razón de las referencias arquitectónicas a Egipto en ese edificio sigue siendo una incógnita, pero sí está claro -agrega- que la tumba estaba destinada a una persona de muy alto estatus social.

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