Siria en guerra: "La esperanza está muriendo y la gente solo quiere escapar"
Damasco pierde terreno en Alepo y los rebeldes avanzan en el norte del país atemorizando a la población, aunque aseguran que no atacarán a la población, pero bombardearon una escuela franciscana.
El drama en Siria continúa creciendo mientras los rebeldes de corriente yihadista ocupan la ciudad de Alepo, el principal centro urbano del país, después de Damasco. Mientras tanto, miles de personas buscan escapar y solo esperan la oportunidad para hacerlo. Tras más de diez años de guerra civil, a pesar de que el Gobierno de Bashar al-Assad parecía haber logrado vencerlos alrededor de 2017, los distintos focos rebeldes se reagruparon y volvieron a ocupar regiones clave del país.
El gran "problema" que representa Siria entre los países árabes es la política de libertad de culto, algo que va contra las principales potencias como Irán y Arabia Saudita, donde no existe tal posibilidad de vivir por fuera de la sharía. Lógicamente, esta imagen de contraste con las potencias limita a Damasco en muchos acuerdos con Teherán y Riad, por lo que a partir de la política religiosa siria se ven afectados distintos aspectos de la economía y política regional.
Igualmente, Arabia Saudita no tiene una injerencia directa sobre este caso, como sí la tiene Irán. El Gobierno de Teherán está siendo acusado de fogonear a los rebeldes sirios, ya que el fin de estos sería establecer una república islámica en Siria, terminando no solo con la posibilidad de profesar su fe a los cristianos sino también a cualquier otra rama del Islam, como de la que forma parte Bashar al-Assad, los alauitas, que son una ramificación chiita.
El Gobierno de Riad, por su parte, vase mutis por el foro ya que, al pertenecer el presidente sirio a la minoría chiita, no vendría mal un cambio según sus intereses, tanto para tener una administración aliada o potencialmente aliada, como para terminar con la pluralidad religiosa. No así se comporta en Yemen, donde colabora con el Gobierno de Saná, para lo que hutíes, aliados de Irán, tomen el gobierno.
En diálogo con Vatican News, el cardenal Mario Zenari, nuncio apostólico en Siria, fue contundente: "La gente está encerrada en sus casas, aquellos que podrían haber salido. Sin duda, el número de desplazados internos aumentará". Además, relató que, en Siria "reina una calma sospechosa" y que la esperanza "está muerta, está muriendo, en algunos casos ya está enterrada".
Zenari aseguró que se mantiene en contacto con clérigos y religiosos en Alepo que le indicaron cual es la situación en la ciudad: "Las oficinas del gobierno han desaparecido, el ejército ni siquiera se ve, están estos grupos armados que andan por ahí y han prometido no tocar a la población civil. Hasta ahora parece que lo han respetado, pero la gente todavía tiene miedo". Además, relató la postura de los sacerdotes que habitan la ciudad: "Los obispos han asegurado a sus fieles que permanecerán en Alepo, al igual que los sacerdotes, los religiosos y la población. Es un momento muy incierto y difícil".
A pesar de que los rebeldes aseguran que no atacarán a la población civil de Siria, fue bombardeada la escuela franciscana Terra Sancta, lo que genera una gran incertidumbre entre los fieles que ven como la milicia islamista avanza y ocupa la ciudad. El temor, entonces, es qué ocurrirá cuando la ocupación de la región sea total y los derechos que asegura Damasco a la ciudadanía pierdan vigencia.
Tan solo unos atrás, la violencia de los rebeldes islamistas en el norte de Siria, como de los fanáticos del Estado Islámico, forzaron a gran parte de la población cristiana a abandonar sus hogares, huyendo del horror al que eran sometidos sus pares, así como debieron hacer los cristianos en el sur de Líbano, escapando hacia Israel por la persecución de Hezbolá. Ahora, mientras los rebeldes avanzan sobre Alepo y los cristianos temen por su vida a pesar de las "promesas" que estos hagan, podría tener lugar una nueva diáspora que termine con la población no musulmana del país.