Donald Trump vuelve a la Casa Blanca recargado con el triunfo republicano
Lo que empieza a quedar claro es que los Estados Unidos es una potencia que muestra visibles y preocupantes signos de decadencia.
Donald Trump ganó y se convierte en el presidente número 47 de los Estados Unidos. Analistas, pronosticadores, encumbrados gurúes de la política y encuestadores siempre dijeron que resultado electoral podía favorecer a cualquiera de los dos candidatos. Hasta ahí el acierto de los especialistas. Pero lo que no pudieron anticipar fue que la diferencia a favor de Trump sería de casi cinco millones de votos, que representan una ventaja para el republicano de 3,5%. En las elecciones del 2016, Hillary Clinton había sido la candidata más votada con una diferencia de 2.868.685 votos, aunque Trump resultó electo porque ganó el colegio electoral.
Trump llega por segunda a la Casa Blanca más fortalecido que en su primer turno
Aunque gobernará un país mucho más fracturado; fenómeno que en parte es su responsabilidad. En aquella oportunidad no triunfó en el voto popular pero sí en la cantidad de electores y llegó a la Casa Blanca. Ahora, ademas de la presidencia, los republicanos controlarán la Cámara de Representantes, que son los diputados para los argentinos y el Senado. Una victoria inapelable que, ademas, se definió a una velocidad que no estaba en los cálculos de nadie. No hay que soslayar que la Corte Suprema, gracias a las designaciones de los jueces Brett Kavanaugh en el año 2017 y Amy Coney Barrett en 2020, durante su primer mandato, los católicos conservadores ampliaron y fortalecieron su influencia en la Corte. Así, en su gobierno, Trump tendrá casi la suma del poder público y es probable que reclame un cheque en blanco para ejercer su presidencia.
A diferencia de lo que ocurrió en el 2016, cuando ganó de manera sorpresiva, en los últimos cuatro años Trump moldeó el Partido Republicano en base a lo que será su segundo presidencia.
Cómo será el segundo mandato de Donald Trump
En primer lugar, no debe soslayarse que Donald Trump vuelve recargado y con sed de venganza. Sigue sosteniendo que no consiguió su reelección en el 2020 por haber sido víctima del fraude orquestado por los demócratas. El ataque al Capitolio el 6 de enero de 2021 es consecuencia de esa retórica infundada y fue el más dramático intento de subvertir el sistema político estadounidense. Lisa y llanamente un atentado contra la democracia y el sistema republicano. Trump está acusado de inspirar ese ataque pero ello no le quitó votos, todo lo contrario.
La periodista Lisa Lerer del New York Times escribió en ese diario: “Donald Trump les dijo a los estadounidenses exactamente lo que planeaba hacer. Utilizaría la fuerza militar contra sus oponentes políticos. Despediría a miles de funcionarios públicos de carrera. Deportaría a millones de inmigrantes en redadas al estilo militar. Aplastaría la independencia del Departamento de Justicia, utilizaría al gobierno para impulsar conspiraciones de salud pública y abandonaría a los aliados de Estados Unidos en el extranjero. Convertiría al gobierno en una herramienta para sus propios agravios, una forma de castigar a sus críticos y recompensar generosamente a sus partidarios. Sería un “dictador”, aunque sólo fuera el día 1”. El panorama se presenta sombrío.
Podría agregarse tres ejes de lo que sería la segunda presidencia de Donald Trump
- Restricción de la entrada de inmigrantes con deportaciones masivas.
- La implementación de una política económica proteccionista, una suba de aranceles de las importaciones y una baja de impuestos. El cierre de la economía podría generar una suba en la inflación.
- Una política internacional más aislacionista que podría tener consecuencias negativas en la guerra entre Ucrania y Rusia y en el conflicto que mantiene Israel con sus vecinos.
Hay quienes sostienen que en el caso de Ucrania el nuevo presidente norteamericano, que durante la campaña afirmó que ese conflicto lo resolvería en quince minutos, podría ensayar una solución a la coreana. Es decir “congelar” la guerra en el punto en que se encuentra ahora, algo inadmisible para los ucranianos pero probablemente un acuerdo tentador para Putin, con quien Trump tiene una muy buena relación.
La otra pregunta, cuya respuesta se irá armando en los próximo días es ¿por qué ganó Donald Trump un segundo mandato? Se trata de un político convicto, acusado además de varios delitos que esperan juicio y dueño de una agresividad en proporciones jamás vistas en los Estados Unidos. Como en cualquier interrogante complejo hay varias razones. La primera es que Trump generó miedo en sus votantes (a la inmigración, el comunismo, etc), supo administrarlo en su propio beneficio y ofreció un antídoto que la sociedad compró: él mismo. El actual presidente Joe Biden también es un gran responsable de la victoria del republicano. Tardó demasiado en bajarse de una candidatura que nunca debió haber aceptado. Kamala Harris fue una candidata de emergencia que hizo un buen papel pero que no le alcanzó el tiempo pero tampoco las ideas. Tuvo una falla no poco importante, a lo largo de toda la campaña no pudo explicar en qué se diferenciaría de Biden. Así quedó como la continuidad de un presidente que mostró senilidad y debió “huir” de la campaña para no hacer un papelón más grave que en el debate. Harris fue durante casi cuatro años una vice presidente opaca que se mantuvo en las sombras y que al hacerse cargo de la campaña demócrata no tenía buena imagen. Tal vez en la pésima estrategia del Partido Demócrata radique una de las principales razones del triunfo de Donald Trump. Los demócratas hablaron demasiado del aborto, como lo hicieron en la campaña de Hillary Clinton y ese es un tema que para muchos votantes está completamente alejado de su realidad.
Por otra parte, el republicano fue muy hábil en construir un mensaje que mostraba la economía de Biden como un fracaso cuando no es así. Este año el índice de inflación disminuyo a 2,5%, luego del pico de 9,1% en junio de 2022 y la tendencia es a la baja. Sin embargo, los norteamericanos creen que la inflación sigue siendo un problema. La pobreza disminuyó unas cuatro décimas desde el fin de la presidencia de Trump del 11,5% al 11,1%, la producción industrial también se recuperó y el sueldo promedio por hogar se mantuvo estable entre U$S 114.000 al asumir Biden y $ 114.500 en la actualidad. Estas cifras, todas oficiales, demuestran que la economía norteamericana no es el desastre que afirma Trump, pero su habilidad fue conseguir que los norteamericanos le creyeran. En cambio, el déficit de Harris fue justamente no utilizar los resultados económicos a su favor.
Por supuesto que habrá más razones que expliquen el triunfo de unos y la derrota de otros. La demostración de ello no es que Donald Trump sea presidente, sino que lo sea por segunda vez. Es obvio que norteamericanos bajaron la vara de sus exigencias para que un político se convierta en presidente. Por razones distintas y mucho menos graves, Joe Biden tampoco podría haber buscado su reelección cuando claramente no podía afrontar la compaña y mucho menos un segundo periodo. Estados Unidos comienza a ser la sombra de lo que fue.
Finalmente, no puede dejarse de mencionar el efecto de la victoria de Trump en el gobierno de Javier Milei. Como era de esperar en la Casa Rosada se lo vive como un triunfo propio. Rápidamente, el presidente felicitó en la madrugada a Trump y hasta Daniel Scioli, el reconvertido secretario de turismo, ambiente y deportes, exhibió una foto suya con el presidente electo del año 2019. El gobierno cree que el triunfo de Trump también tendrá favorables consecuencias económicas, en especial en el ámbito del FMI donde el equipo económico trata de neutralizar la presión del organismo para que deje flotar el tipo de cambio. Además, también se ilusionan con que su influencia permita la llegada de fondos frescos al país, nada muy distinto a lo que pasó durante la presidencia de Mauricio Macri. Nada nuevo.
Argentina siempre quiero lo mismo de los Estados Unidos: plata
* Martin Pitton, Periodista político y conductor del podcast Micro Mundos.