CruzArte una historia

Luca Prodan, Crua Chan y el último grito de guerra

El mítico líder de Sumo grabó una canción que muchos conocen. Sin embargo, detrás de la música está la historia de la última oportunidad de un pueblo por liberarse

Santiago Hernandorena
Santiago Hernandorena sábado, 30 de octubre de 2021 · 18:26 hs
Luca Prodan, Crua Chan y el último grito de guerra
El mítico Luca Prodan, líder de Sumo

El 30 de octubre de 1983 se realizaron las elecciones presidenciales luego del  Proceso de Reorganización Nacional. La victoria de Raúl Alfonsín ponía fin a siete años de gobierno de facto. Ese mismo mes, una banda encabezada por un italiano, educado en Escocia, editaba su primer álbum de estudio, que se lanzó como demo, y se convertía en una de las voces insignia del underground argentino. “Corpiños en la madrugada” abría la puerta para que Sumo marcara a una generación. La figura de Luca Prodan se convirtió en un símbolo y mito luego de fallecer en 1987.

Sumo grabó su último disco, After Chabón a fines de ese año. Una canción es muy recordada, pero no todos saben que significa. Por eso en Cruzarte una Historia hoy revelamos el grito de guerra Crua Chan.

Carlos Eduardo saluda a sus tropas rebeldes

La rebelión avanza

La Batalla de Culloden marcó el final de la rebelión jacobita, apoyada por los escoceses de los Highlands. Todo había comenzado en 1745, cuando el príncipe Carlos Eduardo Estuardo consiguió el apoyo del rey Luis XV de Francia y formó un ejército rebelde para sacar del trono de Inglaterra al protestante Jorge II, miembro de la Casa de Hanóver.

Los clanes escoceses de los Highlands respondieron a la llamada de Estuardo, se unieron, y ayudaron a crear una fuerza que superó los 5.000 hombres. La revolución llevaba el nombre de jacobita porque el rebelde era descendiente de Jacobo II de Inglaterra, quien había sido derrocado por la Casa de Hanóver. Según su punto de vista, los jacobitas ingleses se unirían a sus filas para enfrentar a Jorge II y sus hombres. Con esa suposición, invadió Inglaterra desde Escocia el 8 de noviembre de 1745.

Utilizando el grito de guerra “Crua Chan”, llegaron a Derby sin resistencia. Desde ahí amenazaban invadir Londres. Sin embargo, nadie los apoyaba: ni los generales ni la población civil. Al enterarse que un gran ejército comandado por el príncipe Guillermo Augusto, duque de Cumberland, se acercaba, los generales convencieron a Carlos Eduardo a retirarse a Escocia para reforzarse. El apoyo francés brillaba por su ausencia, los ingleses estaban mejor organizados y no volver sobre sus pasos era una derrota asegurada.

Llegaron a Glasgow el 25 de diciembre con los realistas sobre su cola. Sin embargo, Guillermo se dirigió a Edimburgo, donde se reaprovisionó. Las fuerzas de Jorge II comenzaron entonces a presionar a los rebeldes, obligándolos a retirarse cada vez más al norte. Los pocos intentos ofensivos de los jacobitas fueron rechazados con éxito. Finalmente, el 16 de abril de 1746, los dos ejércitos se encontraron para la última batalla en Culloden.

El fin de la rebelión y la sangre derramada

El terreno no beneficiaba a los escoceses. Era demasiado irregular, imposibilitaba la “carga Highland”, una estrategia que dependía de tener terrenos de altura, ya que los escoceses se lanzaban en velocidad armados hacia los contrarios. Debe haber sido particular la visión previa al comienzo de la batalla: por un lado el ejército inglés, con una caballería profesional, mejores cañones y morteros y un milicia con entrenamiento constante, con un Guillermo entre las líneas, organizando los movimientos; por el otro los rebeldes con sus clanes armados mayoritariamente con picos o hachas, vestidos con sus kilts, las tradicionales polleras escocesas, mientras se escuchaba el sonido de las gaitas, mal alimentados y enojados; unos 800 franceses que habían llegado como refuerzos y un Carlos Eduardo por detrás dando órdenes.

Batalla de Culloden

Fueron los rebeldes los que abrieron fuego, pero su mala artillería casi no daño a los realistas. Sin embargo, cuando los ingleses comenzaron a disparar, diezmaron a los escoceses. Durante media hora los clanes fueron bombardeados, mientras pedían autorización, y luego la exigían para cargar contra Guillermo y sus hombres. Cuando se las dieron ya no solo era demasiado tarde, sino que además se descubrió que algunos clanes se rehusaban a luchar. Los McDonalds no avanzaron, indignados por estar a en el flanco izquierdo, lo que imposibilitaba utilizar su estilo de combate. No estaban dispuestos a ir a la muerte sin una oportunidad. Media hora más tarde, la batalla estaba terminada.

La mitad del ejercito rebelde estaba muerta o herida. Los lesionados que no pudieron abandonar el campo de batalla fueron asesinados. Los prisioneros fueron juzgados y ejecutados. Guillermo de Cumberland recibió el nombre de “Cumberland el carnicero”. Solo se salvaban los franceses, que fueron devueltos a su patria. En los meses siguiente se prohibió la existencia de los clanes, así como el uso de kilt y de la gaita; igual que el episcopalismo escocés.

Carlos Eduardo Estuardo huyó como pudo. Demostró ser un militar mediocre y ya nadie quería apoyarlo. Se ocultó en la casa de los pocos partidarios que le quedaban y, luego de cinco meses en fuga, logró llegar a Francia y luego a Roma, donde murió alcohólico y sin ningún reconocimiento en 1788. Nunca más un ejército escocés se rebeló contra el inglés.

La leyenda

Luca Prodan conoció esa historia mientras iba al colegio en Gordonstoun. Crua Chan era un grito de guerra escocés. Fue el último grito de rebelión de la patria de su madre. De alguna manera, también fue su última expresión rebelde. Dice la leyenda, apoyada por los miembros de la banda, que en su presentación final, el 20 de diciembre de 1987 en el Club Atlético Los Andes, Luca Prodan dijo: “ahí va la última”. Falleció dos días después. Su recuerdo y su voz siguen vivas.

Ideas o comentarios: escribir a shernandorena@mdzradio.com

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