Bochorno en la apertura de los Juegos Olímpicos
La escenografía que se vió en todo el mundo a través de la televisión fue masivamente identificada con la del cenáculo de Da Vinci
La apertura los Juegos Olímpicos en París incluyó un polémico espectáculo que fue severamente criticado en primer lugar por herir sentimientos esenciales para los cristianos y por reivindicar, a la vez, valores para muchos muy cuestionables. Hay un tercer aspecto ligado al derecho de autor del que ya nos hemos ocupado en notas anteriores.
Aunque se ha negado que se trató de la representación de “La Ultima Cena” de Leonardo de Vinci, los propios organizadores salieron a pedir disculpas cuando arreciaron las críticas en todo el orbe.
Por más que se dijo que el objetivo de la escena de caracterizada por drags fue celebrar la diversidad y rendir homenaje a la gastronomía francesa y que el director artístico manifestó que su deseo era enviar un mensaje de amor desvinculado del capo-lavoro de maestro del renacimiento que se encuentra en Milano, la inmediata lectura del público fue otra. Era inevitable (y seguramente buscado). Se dijo luego que se trataba de una bacanal inspirada el “El festín de los dioses” de un pintor holandés del s XVI. Obviamente nadie se percató porque, a diferencia de la de Leonardo, esa obra es desconocida para el gran público.
Hubo en el bochornoso espectáculo, a mi modo de ver, una especulación publicitaria basada en la provocación mediante el bastardeo de sentimientos religiosos y derechos artísticos para reivindicar supuestos valores que no compartimos.
En lo que al arte se refiere tuvo de paso la “virtud” de opacar la magnífica participación de Celine Dion con el “Himno al amor” de Edith Piaf y la interpretación del La Marsellesa, la canción patria francesa, por parte de una estupenda soprano desde el Grand Palais.
Fue, en suma, un lamentable refrito tardío de Duchamp y los bigotes de la Mona Lisa, esta vez para panfletear por valores que nada tienen que ver con el deporte ni el espíritu de los Juegos Olímpicos.
* Carlos María Pinasco es consultor de arte.
carlosmpinasco@gmail.com