Andrés Ciro Martínez: "No había un deseo firme de terminar con Los Piojos"
A los 55 años, el cantante ratifica su título como una de las estrellas de rock más populares del país. Previo a su doble presentación en Mendoza, habló de todo en un mano a mano con MDZ.
Andrés Ciro Martínez ya tiene ganado su lugar dentro de la historia del rock nacional. Como líder de Los Piojos, una de las bandas más influyentes y convocantes de la década del noventa y principios del dos mil, que dejó una cantidad de himnos que aún siguen vigentes, y actualmente con Ciro y Los Persas, la agrupación que formó tras la separación de su banda insignia, el músico se mantiene a sus 55 años en constante movimiento.
Sus conciertos recrean la mística de aquel cancionero de antaño, pero sin dejar de lado lo que supo construir en estos últimos 15 años, grandes composiciones que logran sumar adeptos con presentaciones multitudinarias.
Pero su propuesta no solo queda en el rock. Su último disco, Sueños, editado en 2022, es una obra que revisita sus clásicos en formato orquestal. Una idea nacida en Mendoza y grabada en nuestra provincia junto a la Filarmónica de Mendoza en el teatro Independencia.
En este contexto, Ciro está de regreso. Y lo hará por partida doble. El próximo 7 de junio con un show en formato sinfónico en el Teatro Plaza y una presentación en su habitual ropaje rockero que se realizará el 9 de junio en el Arena Maipú.
Previo a sus presentaciones, dialogamos con Andrés Ciro Martínez en un mano a mano imperdible con MDZ Online.

- Me imagino que estás contento de volver a Mendoza, una provincia donde lograste construir en todos estos años un vínculo muy profundo más allá de la música, como por ejemplo el vino.
Siempre es una alegría volver a Mendoza. Es un público muy cálido y muy respetuoso. Fue la última provincia que visitamos con Los Piojos, así que siempre tendré un afecto muy especial.
Eso por un lado. Además está la cuestión musical. Algo inesperado en cierta forma fue todo lo que sucedió con las versiones sinfónicas de mis canciones y de Los Piojos. Conocí dos arregladores increíbles como Juan Emilio Cucchiarelli y Joaquín Guevara. Y luego haber grabado el disco con la Filarmónica de Mendoza.
Y a la vez me pasan cosas que me vinculan desde lugares impensados, como el vino. Con Andrés Vignoni ya vamos por la tercera añada de Tan Solo y ya está por salir Antes y Después. También hicimos Luz de marfil, que es un vino blanco. Tener mi propia línea de vinos me pone muy contento, gracias a eso conocí una persona alucinante como es el Mono y aprendí mucho sobre vinos.
- ¿Cómo surgió la idea de grabar un disco con versiones sinfónicas de tu repertorio?
Todo comenzó cuando me propusieron ir a tocar a la Fiesta de la Cosecha un repertorio sinfónico de mis canciones. Al principio estuve reticente a hacerlo. No me imaginaba mis canciones en ese formato y me parecía que iban a sonar acartonadas. Pero el trabajo alucinante que hicieron estos músicos mendocinos con los arreglos me sorprendió. Y bueno, después de haber tocado en el Aeropuerto de Mendoza con la filarmónica, que fue el último show antes de la pandemia, se generó el germen para grabar el disco.
Ya con el disco terminado, agregamos algunas canciones al repertorio y decidimos salir de gira por todo el país con la filarmónica de cada ciudad. Fue una experiencia alucinante.
- Estás celebrando tus tres décadas de carrera con un proyecto revisionista: una trilogía de discos en la que revisitas tus canciones en diferentes formatos. El primero de ellos fue Guerras, un acústico editado en 2020; el segundo, Sueños, acompañado por la Orquesta Filarmónica de Mendoza editado en 2022; y el tercero ¿será con colaboraciones?
Si, esa es la idea, pero estamos viendo que formato encarar para no hacer un tercer disco con reversiones con invitados. Nos gustaría que tenga algo más. Quizás en vivo. Tampoco estamos con mucho apuro con eso porque la idea es preparar temas nuevos y a la vez seguir presentando el disco con la filarmónica.
- Más allá de la propuesta de hacer versiones orquestales, me imagino que también en algún punto tenés que tener algún contacto con la música clásica. ¿Cuál fue tu primer contacto con este género?
A los 15 años me puse a comprar discos de vinilo de música clásica. En general eran recopilaciones. Había unas ediciones que tenían la tapa como si fuera un diario, no sé si era un sello inglés, de la BBC. Además, en casa había algún disco. Que se yo, eran otras épocas. Antes se escuchaba la música de otra forma. O sea, era más de poner un disco entero, sentarse y cerrar los ojos. Era otra experiencia.
- El 30 de mayo se cumplieron 14 años del último ritual en River Plate. La despedida de Los Piojos. Seguramente lo tenés presente. ¿Qué recordás de ese último gran show?
La verdad que no había un deseo firme de terminar. El tema era hacer un parate indefinido por el desgaste que sentíamos después de 20 años de tocar sin parar. Era un desgaste real. No sabíamos realmente cuando podría desaparecer ese cansancio. Entonces lo planteamos de esa manera. Lamentablemente después hubo algunas actitudes que parte de la banda no compartió e hizo que esa pausa fuera más rotunda y se transformó en un deseo de dar vuelta la página.
Para mí esa noche fue rara. Uno no podía disfrutarlo plenamente. No era un recital más. Hacer la lista de temas fue muy difícil. "Como no vamos a tocar ese tema, como no vamos a tocar tal otro", discutíamos en la previa. Era un parate indefinido, no era algo que se disfrutara mucho. Tuvo un sabor agridulce. Me acuerdo que hacía mucho frío, lloviznaba. Fue duro.
- ¿Y el primer River? ¿Qué recordás de aquella presentación del disco Máquina de Sangre?
Un desastre. Hubo una cantidad de errores increíbles desde el primer tema. Yo me quería matar. No podía creer que en vez de haber sido el show más importante en la historia de Los Piojos terminara siendo tan accidentado.
El primer River fue un acontecimiento histórico para la banda, para los amigos, para la familia y para mí, pero a la vez de un logro fue una terrible frustración por la cantidad de errores que sucedieron. No lo pude disfrutar, salvo pequeños momentos. Pasaron cosas insólitas. Fue terrible.
Por ejemplo, yo siempre usaba unas zapatillas naranjas que eran muy cómodas y no sé por qué se me ocurrió comprar unas nuevas. Y claro, nunca las había usado, y cuando salí al escenario me di cuenta que patinaba.
Luego, larga el primer tema y el batero pone mal el click. Tocamos todo el tema en una velocidad ridículamente lenta, ¡El primer tema! que tiene que arrasar con todo lo tocamos a la mitad del tempo. Yo pensaba, será mí adrenalina que lo siento horriblemente lento.
Había un invitado, que era un hombre muy mayor de 93 años. Se nos ocurrió invitarlo a tocar el bandoneón en un intermedio. Siempre el jefe de escenario, cuando viene invitado, un tema antes lo tiene listo en el escenario. Acá llegó el momento y el flaco se da cuenta que el viejo estaba en el camarín de River, a tres cuadras más o menos del escenario. Todo el tiempo el show así. Arrancamos y no andaba un equipo de guitarra… que se yo, ochocientas mil cosas pasaron.
La noche anterior, con el calor que hacía, dormí con el aire acondicionado y me desperté con la garganta hecha un desastre. Me tuve que dar una inyección de corticoides. Todo mal. Otra. La noche del show, alguien se acercó al camarín y me dio una camiseta de Hernán Crespo (jugador de River Plate) y decidí ponérmela… y yo soy hincha de Boca.
En síntesis, terminó ese primer River y yo, obviamente, no podía festejar, o sea, me quería matar literalmente. Pero bueno, fue el acontecimiento lo que finalmente prevaleció. La gente lo vivió como la llegada de todos nosotros, la banda, ellos, y todo el público piojoso a River. Estaban todos con ánimo de festejo, pero yo me quería matar.
- Estuve en el Festival Cosquín Rock y me pareció muy interesante la propuesta de llevar algo distinto, como te dijo Charly García, "llevar una orquesta al barro del Cosquín". Sinceramente, llevar una propuesta orquestal fue bastante jugada. A partir de ahí se armó un ida y vuelta con algunos medios, a vos algunas cosas no te gustaron y saliste a cruzarlos en tus redes sociales.
En realidad fueron dos medios. Uno que pasó absolutamente por arriba la propuesta sinfónica, sin ningún tipo de observación. Y después el otro diciendo que la gente se aburrió, algo absolutamente falso. Yo lo vi en la cara de la gente. Además solo fueron cinco temas en ese formato, es decir, veinte minutos sobre un show de una hora.
Pero hay algo que no se tiene en cuenta de lo que significa montar una propuesta de esta magnitud en un festival. Subimos cuarenta músicos sobre el escenario. Al principio José Palazo (organizador del festival) me decía "estás loco, cómo vamos hacer una cosa así, es un quilombo". De entrada, probar sonido en un festival con una banda con cinco tipos ya es un quilombo, imaginate cuarenta.
Sin olvidarnos del esfuerzo de los músicos de la filarmónica que llegaron al predio a las cinco de la mañana para probar sonido. Y se pasaron todo el día en el predio de Cosquín, con condiciones de comodidad bastante escasas, lógicas de un festival. Y entonces que un tipo venga y diga eso, me pareció absolutamente mala leche e irresponsable. Hubo una apuesta de hacer algo distinto, algo que nunca se hizo en un Cosquín. Escuchar otras posibilidades de música.
Me pareció muy mala leche el comentario de ese periodista. Y después otro que pasó absolutamente todo por arriba, algo así como, bueno, volvieron a tocar Ciro con su habitual propuesta. Ni fue al show. Y bueno, siempre un sector de la prensa adulando a los mismos de siempre, los amigos de la prensa. Realmente me hinchó las pelotas. Abrí un poco la cabeza, hacé tu trabajo, referí lo que pasó aunque sea. No te digo que elogies nada, contá lo que pasó, hacé tu trabajo.
Y luego pasó algo increíble. Mientras yo compartía mi descargo en Twitter, en ese momento me escribe Charly García y me dice: "Que grande, hay que llevar una orquesta al barro del Cosquín". No lo podía creer, fue como una bendición que Charly justo me mandara ese mensaje en ese momento. Entonces lo agregué como cierre y quedó genial. Él sintetizó en una frase lo que fue esa puesta.

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