Cacho Garay: “La gente no quiere reírse pero tiene mucha necesidad de hacerlo”
El humorista volvió a Villa Carlos Paz luego de ocho años y fue galardonado el lunes pasado con el premio Carlos 2023 al Mejor humorista de la temporada.
Luego de ocho años, el humorista nacido en Maipú, Cacho Garay, volvió a realizar temporada en Villa Carlos Paz, plaza teatral que lo consolidó a nivel nacional tras su paso por Videomatch y el Show del Chiste en el año 2000.
En dicha ciudad turística, Cacho hizo espectáculos memorables, como “Cabral esquina Garay” donde compartió escenario nada más y nada menos que con Facundo Cabral. Fue en el año 2008, cuando se dio el lujo de disfrutar de momentos inolvidables donde el cantautor recitaba las estrofas de “Vuele bajo” o “No soy de aquí ni soy de allá”. Tan solo tres años después, en 2011, Cabral fue asesinado en Guatemala, víctima de un atentado.
Se trata de un regreso que le permite retomar esa hermosa relación con el público que llena de jueves a domingos la sala del teatro Zorba. Allí, Cacho hace un despliegue de humor, reflexiones, y relatos, matizados por el talento de Mariana Clemenseau y Veronica Macias.
Con “Cacho Garay y volvimo´ nomá…”, el mendocino demuestra que su humor sano y sin golpes bajos sigue siendo tan efectivo como siempre. Tal es así que el lunes pasado se llevó el premio Carlos al Mejor Humorista de la temporada, en una difícil terna en la que competía con el tucumano Miguel Martin (el oficial Gordillo) y el bonaerense Gato Peters.
“Nos jugamos con largas reuniones y debates, hasta sesiones con psicólogos para buscarle nombre a este show. Queríamos que tuviera un sentido y la gente no se le complicara entenderlo”, asegura con su característica tonada cansina y esa seriedad con la que puede relatar las anécdotas más jocosas. “Después de ocho años, en los que también recorrí la costa, surgió este nombre tan creativo pensado para volver a Carlos Paz”, agrega.
Aunque construyó un cabaña en la villa, que aún sigue al pie del río, desde hace ya varios años volvió a radicarse en sus pagos de Luján de Cuyo. A la hora de explicar porqué pasaron tantos años para volver a las sierras, no puede dejar de mencionar los años de parate que dejaron las medidas de aislamiento obligatorio por el Covid. “La pandemia fue difícil para todos, pero apenas se pudo comenzamos a trabajar y no paramos en todo el año. Hicimos una gira que incluyó Córdoba, Villa, María y Río Cuarto”, detalla.
Y por supuesto que también incluyó a Carlos Paz. El show lo dio en aquel teatro del Lago donde compartió escenario en el 2008 con Facundo Cabral. “Hoy me parece una película. Recordar esa temporada es como si fuera el Canal Volver pero aggiornado porque Facundo sigue apareciendo siempre. Lo ves en las redes, la gente lo cita. Me parece increíble que hayamos trabajado juntos”, asegura.
“Todos los días tenía en su camarín un Malbec con dos hermosas copas de cristal por si tenía alguna visita. Y la visita era siempre yo! Su asistente Chacho Savasta cuando me veía llegar al teatro me decía: ´Ahí lo está esperando el maestro´. Nos sentábamos y hablábamos de todo. He sido un afortunado de haber compartido no solamente escenario sino muchas vivencias con él. Era fascinante charlar con ese hombre”, afirma con nostalgia.
Relación afectiva con el público
Cacho Garay asegura que entre la platea y el escenario la “comunión” sigue intacta. “Yo lo considero como una relación afectiva. Cualquiera puede dar fe de esto. La gente viene, se divierte, y el espectáculo termina siempre en una fiesta familiar. Es como el cumpleaños de la abuela o el aniversario de los viejos. Así son las funciones”, comenta.
Como todo artista cuya pasión es hacer reír, Garay sabe que en los últimos años el humor cambió. Hoy se denosta el bullying y la discriminación; la igualdad de genero derivó en el empoderamiento de la mujer y la lucha por la visibilización por parte de la comunidad LGTBI+ se tradujo en algunos derechos para la diversidad. “A veces me consultan si tuve que cambiar algo de mis shows, pero no, porque son temas con los cuales he sido siempre muy respetuoso. Pero no es porque quisiera quedar mejor con alguien o menos peor. Es mi forma de ser y lo que me inculcaron en mi familia. Yo hablo de la mujer siempre en primera persona: sobre mi esposa, sobre mi hermana, pero con respeto y humor. Jamás nadie vio afectada su sensibilidad”, asegura.
Es que con Cacho Garay no hay un chiste si no hay por detrás un cuento. “Si bien no lo tenía al principio tan claro, mi forma de hacer el show es reírnos entre todos, pero nunca reírse de alguien. La idea es reírnos de lo que nos pasa todos los días. Porque a diario nos ocurren cosas que están relacionadas con el humor. Como también nos pasan cosas negativas, que no nos salieron bien o que no logramos hacer. Pero cuando llega la noche, en ese balance de lo ocurrido, tenemos que regalamos un espacio a lo que nos pasó gracioso y darle prioridad. Para mí, es ese el objetivo de estar arriba del escenario, y es eso lo que hago: invitar al público a reírnos juntos”.
Una catarsis en tiempos de pandemia
Pasó un año y medio desde que Cacho Garay volvió a ser título de los portales del país por un posteo en su Facebook. “No estoy enojado… Estoy cada día más decepcionado y triste”, aseguraba luego de reprogramar dos veces una gira y finalmente suspenderla por la extensión de las restricciones por el Covid. A los problemas económicos le siguieron otros, más dolorosos, las causas judiciales que le generó no poder trabajar ni él ni las personas que lo hacían junto a él.
Por entonces, el artista mendocino puso en venta uno de sus autos de colección. “Si lo vendo soluciono parte de mi problema más urgente”, escribió Garay junto a las fotos de su impecable Plymouth Mod.40.
Al respecto, recordó: “Durante la época de la pandemia hubo algo que en lo económico nos sacó de eje. Y yo publiqué un aviso de venta de uno de esos autos que yo reconstruyo. A todos nos pasa alguna vez en la vida y me tocó a mi. Por ayudar a gente en la que confié, me estafaron. Por eso hice ese posteo para vender el vehículo y no tener que raspar la olla para solucionar ese problema puntual”.
A partir de esa publicación, mucha gente se comunicó con él para saber qué necesitaba y ofrecerle abrir una cuenta para ayudarlo. “Yo agradecí a todos y dije que no. Hay gente con necesidades reales, que no tienen un plato de comida. Lo mío era un tema ´ilegal´, como le digo yo, porque así considero que es la industria del juicio. Es increíble y lo viví en carne propia con gente que dormía en la calle con sus niños, a la que le di un trabajo y una casa, o a los que le puse un negocio”, recordó resignado.
Mejor humorista de Carlos Paz
Luego de pasar por esa etapa dura, Cacho logró sobreponerse, volver a trabajar y retornar a la villa, que le abrió los brazos como un vecino más. Y con el talento de siempre, el lunes 30 de enero fue merecedor del premio Carlos al mejor humorista: un reconocimiento del jurado pero también de sus pares, que lo felicitaron y alentaron a no bajar los brazos.
“Fue hermoso. Porque más que premiar al humorista, fue un reconocimiento al afecto, al cariño mutuo con la gente. Un premio al respeto al público. Para mí tuvo un trasfondo mucho más sentimental que ganar una terna”, evalúa Garay.
Y es que aún hoy, a 23 años de aquella participación que le dio Marcelo Tinelli en la televisión y que proyectó su fama a todo el país, la gente lo ve por la calle y sin cruzar siquiera una palabra, sonríe. “Para mi eso también es un sentimiento”.
“Y ahora que volví espero no volver a irme. No se a cuanto estaré de que el escenario y el público me jubile, pero la intención es que cuando suceda, el banco de la plaza que use como jubilado también esté en Córdoba. Porque tanto esta provincia como esta ciudad, Villa Carlos Paz, me abrió la puerta de su corazón. Lo bonito es que antes la gente venía a verme por curiosidad y ahora vienen por elección. Aunque los que no vienen, también es por elección…”, reflexionó sonriendo.
Tal como lo muestra en su show, su forma tan pausada de hablar y sus silencios acompañados por su gesto lastimoso sigue siendo suficiente para causar una explosión de risas. “Algunas señoras por ahí me dicen en la calle que cuando vienen a verme al teatro las pongo nerviosa justamente por eso. Y me preguntan: ´En su casa, ¿es igual?´. Y yo les contesto: ´No, en mi casa soy más tranquilo´”, bromea.
En una sociedad donde todo es inmediatez, donde se ´scrolea´ la pantalla del celular o nadie ve hasta el final un video que dure más de un minuto, Garay invita al espectador a tomarse el tiempo de reírse.
“Yo no soy de Boca, soy hincha del Rojo, pero he visto muchos buenos jugadores de futbol. De ellos destaco a uno que sobresalió por la pausa: es Juan Román Riquelme. Y es eso precisamente lo que me encanta: en esta carrera del humor, es reconfortante pisar la pelota, y ver el partido. Y a la gente, este humor con pausa y sin apuro, le divierte mucho. Y lo disfruta, porque tiene tiempo de reírse, de celebrar, hasta que continúa la historia. Muchas veces me preguntan porqué no me río yo, y es porque de las historias que cuento ya me sé el final…”, bromea. “Pero por dentro sí, me río y disfruto muchísimo de escuchar esas carcajadas. De saber que soy yo el que las genera. Eso tiene para mí mucho valor, pero no tiene precio”.
Y reflexiona: “Desgraciadamente, hay quienes siempre se ingenian para maquillar las sonrisas: pero si hay algo que hay que mantenerle siempre a la gente vigente es la sonrisa. Y se puede. No lo digo como un slogan político. Lo digo porque es altísimamente posible lograr ese objetivo. Quizás hoy la gente no tenga ganas de reírse con lo que le ocurre en la actualidad, pero tiene una necesidad enorme de hacerlo. Y ahí es donde Dios mira para el banco, me mira a mí, y me dice: ´Con esa cara, entrá vos a la cancha´”.