Una por una: estas son las mujeres que quedaron inmortalizadas en los hits de Joaquín Sabina

Pocos artistas le han cantado al amor (y al desamor) en la forma en que lo ha hecho Joaquín Sabina desde el comienzo de su carrera. Muchas mujeres se han convertido en sus musas inspiradoras y quedaron inmortalizadas en varias de sus canciones más conocidas.

Joaquín Sabina: 5 mujeres que inspiraron sus grandes canciones

1. Virtudes Atero (Una de romanos)

Virtudes Atero, conocida por muchos por el apodo de “Chispa”, fue uno de los primeros amores de Joaquín Sabina y una de las primeras mujeres que ocupó el lugar de musa inspiradora. Cuenta la historia que se conocieron en Úbeda y que los padres de ella rechazaban la relación por las diferencias de clase social que había entre una familia y la otra. Sabina le dedicó una de sus primeras grandes canciones. Se trata de Una de romanos, que fue publicada en el álbum El hombre del traje gris (1988), y cuenta la historia de dos jóvenes adolescentes y sus “juegos de manos a la sombra de un cine de verano”.

2. Arianne Sved (Princesa)

Arianne Sved fue uno de los amores que tuvo Sabina durante su exilio en Inglaterra y fue quien inspiró la canción Princesa (Juez y parte, 1985). Ella tenía problemas con las drogas y Joaquín inmortalizó esto en el comienzo de su canción: “Entre la cirrosis y la sobredosis andas siempre, muñeca”. El artista de 74 años reveló que lo último que supo de ella fue que se había mudado a Madrid y que había podido dejar atrás sus adicciones.

3. Isabel Oliart (Y sin embargo y otras)

Isabel Oliart es una de las musas más importantes en la vida del cantante español: es una de las mujeres con las que se casó y es la madre de sus dos hijas: Rocío y Carmela. Como no podía ser de otra manera, se encuentra presente en varias de las canciones más conocidas del español. En la edición del libro Con buena letra, por ejemplo, Sabina le dedica Y sin embargo (Yo, mí, me, contigo, 1996). También sería una de las mujeres a las que el autor refiere con nombre ficticio en Pero qué hermosas eran, del disco 19 días y 500 noches (1999).

4. Paula Seminara (Dieguitos y Mafaldas)

Una de las grandes historias del que posiblemente sea el mejor disco de Joaquín Sabina (19 días y 500 noches) tiene como protagonista a una joven oriunda de la Argentina y que vivía en González Catán. Con Paula Seminara había una diferencia de casi 30 años de edad, pero esto no importó para que ambos se enamoraran. Con el corazón roto tras la separación, Sabina le terminó escribiendo Dieguitos y Mafaldas.

5. Jimena Coronado (Rosa de Lima)

Con Jimena Coronado se conocieron hacia mediados de los años 90 en una gira que Sabina hizo por Perú. Por entonces, ambos estaban en pareja y no pasó nada. Años más tarde, coincidieron en sus respectivas solterías y dieron inicio a un amor que acumula ya más de 20 años y que los llevó a dar el “sí” en el altar.

Sabina no tiene ningún tipo de pudor en reconocer que Coronado es la mujer que le salvó la vida en varios sentidos. Como muestra de agradecimiento, le compuso canciones como Rosa de Lima, que apareció en el disco en vivo Nos sobran los motivos (2000).