Latidos: la utopía que marcó un precedente artístico en Mendoza

“Todo lo ocurrido en este ciclo superó lo imaginado al momento de plantear la programación, que casi fue una utopía. No sabíamos si era factible concretar algo de todo lo que nos surgía como un deseo o una posibilidad muy remota”, afirmó la actriz Andrea Simón, una de las organizadoras del Ciclo Latidos que hoy, luego de un mes completo de funciones online llega a su fin.

Latidos es una propuesta del espacio cultural La Casa Violeta que nació en agosto del 2010, con el objetivo de venerar a la Madre Tierra en su mes, con trabajos artísticos. Desde hace 11 años, se unen con un único fin: celebrar y ofrendar arte. Las mujeres por años han sido las protagonistas de estos festejos y en esta oportunidad, a ellas se suman disidencias.

El 2020 marca un antes y un después en la historia de Latidos. Por un lado, por haber innovado en el formato y por el otro, por el ingreso de las disidencias al nombre del ciclo. “Estamos transitando un cambio a nivel social, las mujeres y disidencias nos escuchamos más que antes, falta un montón pero estamos en lucha. Desde un espacio chiquito independiente, aportar algo para la aceptación de la diversidad y convocar a todas y a todos es un montón”, enfatizó.

Las organizadoras, sin ánimos de perder la continuidad del ciclo y valiéndose de su capacidad de reinvención, este año, buscaron otras alternativas para llevar a cabo una vez más la iniciativa. Andrea Simón, Gabriela Simón y Virginia Diblasi son las actrices que encabezaron el proyecto que, en este panorama crítico para las artes escénicas, se instaló en Mendoza como un espacio de referencia para la producción. Desde la gestión independiente, pudieron generar puestos de trabajo para hacerle frente a la crisis. El éxito que alcanzaron se traduce en números: fueron más de 800 los espectadores que se hicieron presentes a lo largo de todo el mes y más de 80 artistas los que participaron.

La única opción viable que tenían al alcance hoy para llevar adelante su propuesta, era mudarse al terreno virtual. Ésto también les permitió federalizar el ciclo y contar con la presencia de hacedoras de todo el país. “En las primeras experiencias el público fue más tímido o temeroso. A lo largo del mes no sólo se animaron a participar sino que les costaba abandonar el lugar, irse de la sala virtual. El público ha sido protagonista: compartir el espacio de expresión con ellos y sumar sus voces es muy satisfactorio. Lo valoramos y agradecemos infinitamente. Es increíble la apertura que surge o emerge en este nuevo tiempo, tuvimos público de diferentes lugares del país y del mundo”, indicó.

El desafío al que se enfrentaron las organizadoras no fue fácil. Si bien tenían como referencia Solas, la propuesta encabezada por el elenco Lanotannegra de San Juan, en nuestra provincia no existía un precedente online de esta magnitud. “Había que arriesgar, aprender, entrar en un terreno desconocido y encontrar el juego en ese contexto. Por momentos se hace presente el vértigo, la ansiedad, la desesperación; de repente te encontrás participando en un juego desafiante y muy divertido”, aseguró.

El ciclo contó con una programación de lo más variada que combinó teatro, música, danza, talleres y charlas gratuitas. El ingreso a las transmisiones, que se hicieron por la plataforma de Google Meet, funcionó con el mecanismo de “gorra virtual”: cada espectador colaboró con el monto que pudo aportar y consideró apropiado.

“Ha sido un espacio muy importante para pensar sobre el teatro y el lugar que ocupamos en este tiempo. Se ha dado espacio a preguntas, reflexiones sobre diferentes temáticas, incluyendo género y diversidad y también, ha sido muy enriquecedor desde esas aristas”, cerró.