Un chicle con sabor a tomillo podría revolucionar la detección de la gripe
Investigadores trabajan en un innovador método de diagnóstico que permitiría detectar la gripe simplemente masticando un chicle. La propuesta busca ofrecer una alternativa rápida, económica y accesible frente a las pruebas tradicionales.

El chicle sabor a tomillo podría convertirse en la nueva prueba de la gripe.
CanvaLa ciencia médica no deja de sorprender con propuestas que parecen sacadas de la ciencia ficción. Una de las más recientes proviene de un grupo de investigadores europeos, que exploran la posibilidad de convertir algo tan cotidiano como un chicle en una herramienta diagnóstica para la gripe. La clave estaría en un ingrediente inesperado: el tomillo.
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Para detectar la gripe
El planteo responde a un desafío sanitario que se repite cada temporada. La gripe es altamente contagiosa y las personas pueden transmitir el virus incluso antes de presentar síntomas evidentes. Esto dificulta el control de los brotes y favorece su rápida propagación.
Actualmente, las pruebas más utilizadas para confirmar el diagnóstico son las PCR mediante hisopado nasal, reconocidas por su precisión pero también criticadas por ser costosas y lentas. Las alternativas rápidas, como los test de flujo lateral -muy difundidos durante la pandemia de COVID-19-, resultan más accesibles, aunque su sensibilidad es limitada y no siempre logran detectar los casos en etapas tempranas.
Frente a estas limitaciones surge la propuesta del “chicle de diagnóstico”. Según los investigadores, al incorporar compuestos específicos -como el tomillo, conocido por sus propiedades antimicrobianas- sería posible generar una reacción química perceptible en el sabor al entrar en contacto con ciertos marcadores biológicos presentes en la saliva de una persona infectada con gripe.
Cómo funciona el chicle de diagnóstico
El funcionamiento sería simple: bastaría con masticar el chicle durante unos minutos. Si la persona estuviera contagiada, la interacción entre los componentes del chicle y la saliva produciría un cambio detectable en el sabor. Este resultado inmediato permitiría actuar rápidamente, evitando la exposición de terceros y facilitando las medidas de aislamiento necesarias.
Aunque la idea aún se encuentra en fase experimental, los especialistas destacan su potencial revolucionario. De confirmarse su eficacia, el chicle de diagnóstico no solo podría complementar los métodos tradicionales, sino también democratizar el acceso a pruebas rápidas, al ser económico, no invasivo y fácil de usar en cualquier contexto, desde hogares hasta escuelas o lugares de trabajo.
El proyecto también abre la puerta a nuevas líneas de investigación. Si el método demuestra ser confiable, la misma tecnología podría adaptarse para detectar otras infecciones virales o bacterianas a través de la saliva, ampliando sus aplicaciones en salud pública.
En un mundo donde la rapidez en el diagnóstico es clave para frenar epidemias, un chicle aparentemente inofensivo podría convertirse en la próxima gran herramienta sanitaria. La combinación de ciencia, innovación y un toque de creatividad gastronómica podría lograr que, en el futuro cercano, un simple gesto cotidiano como masticar sea también un acto de prevención.