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Por qué el olor a lluvia encanta: la ciencia revela el misterio del petricor

El característico aroma a tierra mojada, conocido como petricor, tiene una base científica ligada a compuestos y memorias ancestrales.

El fenómeno se percibe con mayor intensidad en zonas áridas o desérticas tras largos períodos sin precipitaciones.

El fenómeno se percibe con mayor intensidad en zonas áridas o desérticas tras largos períodos sin precipitaciones.

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El característico olor que impregna el aire cuando comienzan a caer las primeras gotas de lluvia sobre la tierra seca tiene un nombre científico: petricor. Este término fue acuñado en 1964 por los geólogos Isabel Joy Bear y Richard Thomas, quienes lo utilizaron para describir el aroma distintivo que se libera cuando la humedad impacta sobre suelos áridos.

Cómo se produce el olor a lluvia

Un estudio publicado en la revista Nature explica que este fenómeno se produce por la liberación de compuestos químicos específicos que se activan con el agua. En particular, intervienen dos procesos: por un lado, las plantas segregan aceites esenciales durante los períodos de sequía; por otro, bacterias del suelo como las Actinomycetes producen geosmina, un compuesto orgánico volátil. La combinación de estos elementos al contacto con la lluvia es la responsable de ese inconfundible perfume natural.

lluvia

Más allá de la explicación química, la fascinación por el olor a lluvia tiene también un trasfondo emocional y evolutivo. Investigaciones en neurociencia sugieren que el petricor estimula áreas cerebrales vinculadas a la memoria y a las emociones positivas. Para las sociedades ancestrales, este aroma estaba asociado con el fin de la sequía y el inicio de la fertilidad en los campos. Esa relación de supervivencia se habría grabado en el inconsciente humano, lo que explica la sensación de calma y bienestar que despierta aún hoy.

El fenómeno se percibe con mayor intensidad en zonas áridas o desérticas tras largos períodos sin precipitaciones. En estos escenarios, los compuestos químicos se acumulan en la superficie del suelo seco y se liberan de manera abrupta cuando cae la primera lluvia, generando una explosión de aromas. En contraste, en regiones con lluvias frecuentes, el olor resulta más tenue porque la tierra no llega a acumular tales concentraciones de sustancias.

El petricor, por lo tanto, no solo constituye un fenómeno químico y biológico, sino también un puente sensorial con la historia de la humanidad. Su percepción activa memorias colectivas, emociones ligadas a la naturaleza y un recordatorio de la estrecha relación entre el entorno y la vida humana.