Torta de yogur con frutillas caramelizadas: la receta dulce que todos quieren probar
Aprendé a hacer esta receta de torta de yogur con frutillas salteadas, aroma a vainilla y una textura esponjosa que te va a encantar.

Así se hace la torta de yogur.
En este invierno, la receta de torta de yogur volvió con todo, y con un topping de frutillas caramelizadas en manteca y azúcar mascabo, que la convierte en una verdadera joyita para la hora del té o para levantar cualquier sobremesa sin empalagar.
Lo que más enamora de esta receta es su simpleza. No hace falta batidora eléctrica, ni moldes especiales, ni conocimientos de repostería. Solo ganas de hacer algo casero que quede rico y sea más liviano que una torta clásica de manteca. La base de la torta es una mezcla clásica con yogur natural que funciona como unidad de medida para el resto.
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Ingredientes para la torta:
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1 yogur natural (190 g)
2 medidas del vasito de azúcar
3 medidas del vasito de harina leudante
½ medida de aceite neutro (puede ser de girasol)
3 huevos
1 cucharadita de esencia de vainilla
Ralladura de 1 limón (opcional)
Para las frutillas caramelizadas:
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200 g de frutillas (pueden estar un poco pasadas)
1 cucharada de manteca
1 cucharada de azúcar mascabo
Unas gotas de limón
Paso a paso de la receta:
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En un bowl grande, mezclá el yogur, los huevos y el azúcar, con un tenedor o un batidor de mano.
Sumá el aceite, la esencia de vainilla y la ralladura de limón. Mezclá bien.
Incorporá la harina leudante de a poco, mezclando hasta que no quede ni un grumo.
Volcá la mezcla en un molde redondo (ideal uno de 22 cm) previamente enmantecado o con papel manteca.
Llevalo a horno precalentado a 180°C por 35 a 40 minutos. Luego, pinchá en el centro con un palillo para saber si está listo.
Mientras tanto, prepará las frutillas: en una sartén chica derretí la manteca, agregá el azúcar y las frutillas cortadas a la mitad. Cocinalo apenas unos minutos, hasta que larguen jugo y tomen color. Terminá con unas gotitas de limón.
Una vez que la torta salió del horno y se enfrió un poco, colocá las frutillas tibias arriba. Dejalo escurrir un poquito ese jugo tipo almíbar que queda… ¡y listo!
Se puede comer así, tibia, o también fría, y se guarda bárbaro de un día para el otro. Si querés levantarla aún más, podés sumarle una cucharada de crema batida o un toque de queso crema con miel.