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El estudio que incomoda a todos: ¿la infidelidad es contagiosa?

Un estudio revela cómo la infidelidad o el comportamiento de los amigos infieles puede influir en tus decisiones románticas sin que lo notes.

Si un amigo o amigas es infiel a su pareja, ¿yo también voy a serlo? Esto dice la ciencia.

Si un amigo o amigas es infiel a su pareja, ¿yo también voy a serlo? Esto dice la ciencia.

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La infidelidad es un tema tan antiguo como complejo, pero un estudio reciente vuelve a ponerlo sobre la mesa: ¿podría el comportamiento de nuestros amigos influir en nuestras propias decisiones amorosas?

La escena es conocida: vos sos fiel, pero si tu grupo cercano tiene un historial de engaños, tu pareja podría activar todas las alarmas. La idea de que “se contagia” parece exagerada, pero un nuevo trabajo publicado en Archives of Sexual Behavior sugiere que las dinámicas sociales sí pueden influir más de lo que creemos.

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Cuando el entorno empieza a moldear conductas

Está claro que la infidelidad no se transmite como un virus ni forma parte de ninguna patología. Sin embargo, el equipo dirigido por el psicólogo Gurit Birnbaum, de la Baruch Ivcher School of Psychology (Israel), encontró que ciertas “fuerzas situacionales” pueden modificar la manera en que una persona evalúa la fidelidad y las tentaciones externas.

Los investigadores detectaron un patrón: quienes están rodeados de amigos que justifican o naturalizan las aventuras suelen volverse más receptivos a la idea de buscar alternativas fuera de la relación formal.

En otras palabras, normalizar el engaño ajeno podría disminuir el rechazo inicial a la idea de una infidelidad propia.

¿La infidelidad se puede ‘aprender’ por observación?

Para poner a prueba esta hipótesis, los autores realizaron tres estudios en los que expusieron a personas en pareja a relatos, confesiones o comentarios de otras que habían engañado a sus compañeros/as.

Luego, midieron cómo reaccionaban cuando se les presentaba la oportunidad de interactuar con personas atractivas o de imaginar escenarios alternativos.

El resultado fue llamativo: después de escuchar historias que justificaban la infidelidad, muchos participantes mostraron un aumento en el deseo de tener “parejas opcionales”. Además, percibieron el engaño como algo menos grave o menos inmoral.

Birnbaum explica que, en contextos donde el engaño es habitual, las personas pueden empezar a verlo como parte de la norma social y no como una traición grave.

Normalizar no es lo mismo que hacer

Aun así, el estudio reconoce un punto crucial: una cosa es aprobar la infidelidad en teoría y otra muy distinta es llevarla a la práctica.

Una persona puede entender, aceptar o incluso apoyar a un amigo infiel, pero eso no implica que vaya a romper su propio compromiso. La fidelidad, después de todo, es un acuerdo explícito o tácito entre dos personas, y muchos eligen respetarlo incluso ante deseos momentáneos.

Entonces, ¿por qué algunas personas son más propensas a engañar? Más allá del entorno social, la psicología ha identificado ciertos rasgos y factores personales que pueden aumentar la probabilidad de cometer infidelidad:

  • Neuroticismo elevado
  • Inseguridad en el apego
  • Tendencias narcisistas
  • Baja religiosidad (según algunos estudios)

Estas características no determinan una conducta, pero sí pueden influir en cómo una persona maneja tentaciones o conflictos dentro de la relación.

Otras investigaciones mencionan que la infidelidad es más frecuente de lo que solemos admitir: en estudios sobre población estadounidense, cerca de la mitad de los adultos casados reconoció haber tenido algún tipo de aventura extramatrimonial.

¿Hombres vs. mujeres? Un mito revisado

El estudio también puso la lupa sobre posibles diferencias entre géneros. En general, hombres y mujeres reaccionaron de manera similar al estar expuestos a entornos donde la infidelidad era común.

Sin embargo, hubo una diferencia puntual: los hombres tendieron a mostrar menor nivel de compromiso con su relación después de convivir con este tipo de discursos.

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¿Los amigos influyen o no?

Birnbaum aclara que sus hallazgos deben interpretarse con cautela. El entorno puede funcionar como un empujón para alguien que ya está atravesando dudas o conflictos, pero no convierte automáticamente a nadie en infiel.

Lo que sí parece claro es que nuestras relaciones sociales moldean nuestras percepciones, incluso cuando creemos ser inmunes a la influencia.