Una escapada perfecta a un paraíso argentino: paisajes rojos, viñedos y cultura

En el corazón del oeste riojano, Villa Unión aparece como un oasis entre montañas. Con su ubicación estratégica en el valle del Bermejo y su historia ligada a pueblos originarios y la colonización criolla, esta localidad combina aventura, descanso y cultura en un entorno natural que sorprende. A solo 275 kilómetros de la capital provincial y a 1255 metros sobre el nivel del mar, es uno de los destinos imperdibles del norte argentino.

Fundada oficialmente como cabecera del Departamento General Felipe Varela en 1881, Villa Unión está rodeada por la Sierra del Famatina y la precordillera riojana, lo que le otorga paisajes únicos en cualquier dirección. Pero su pasado se remonta más atrás, cuando estas tierras eran habitadas por la nación pazioca, un pueblo indígena que dejó huellas en la cultura y la identidad de la región.

Hoy, este pueblo—que alguna vez se llamó Los Hornillos— es un polo turístico y productivo de suma importancia para La Rioja. La agricultura, el cultivo de uva para vino torrontés, la olivicultura y la jojoba forman parte del desarrollo económico del valle. En su casco histórico, las casas bajas, las plazas tranquilas y las construcciones coloniales invitan a recorrer sus calles con tiempo. La gastronomía local, con platos como el cabrito a la llama, es otra de las razones para quedarse.

Uno de los grandes atractivos cercanos es el Parque Nacional Talampaya, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Desde Villa Unión parten muchas excursiones hacia este impresionante paisaje de cañones rojizos, formaciones rocosas y vestigios arqueológicos que hacen del parque uno de los puntos más impactantes de Argentina. Pero también hay actividades dentro del pueblo, como ferias, festivales, visitas a viñedos y recorridos por senderos serranos.

Ya sea como base para explorar el oeste riojano o como destino en sí mismo, Villa Unión ofrece un equilibrio justo entre naturaleza, historia, buena comida y hospitalidad. Su clima árido, con veranos intensos y cielos despejados, realza los colores del paisaje y marca el ritmo de una vida tranquila, pero llena de historia y sabor.