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El pueblo argentino ideal para bajar un cambio

A solo 120 kilómetros de Buenos Aires, Ranchos ofrece historia colonial, tradición gaucha y una laguna ideal para desenchufarse sin ir lejos.
A la orilla de la laguna, Ranchos ofrece un escenario ideal para descansar entre árboles, arena y aire puro.
A la orilla de la laguna, Ranchos ofrece un escenario ideal para descansar entre árboles, arena y aire puro.

A veces no hace falta recorrer grandes distancias para sentir que uno se fue muy lejos. En el sudeste de la provincia de Buenos Aires, Ranchos es uno de esos lugares que combinan naturaleza, silencio e historia viva, perfecto para quienes buscan una escapada distinta, sin reloj ni cemento.

Ubicado en la intersección de las rutas 29 y 20, este pueblo conserva una laguna serena que invita a pasar la tarde en reposo, mate en mano. Rodeada de verde y con playas de arena fina, la Laguna de Ranchos es ideal para caminar, relajarse o simplemente observar cómo el tiempo transcurre más lento. Si bien en otras épocas fue más extensa, hoy su belleza se intensifica tras las lluvias, cuando recobra parte de su esplendor.

Entre calles tranquilas y casonas centenarias, el pueblo conserva la calma de otra época y el orgullo de su historia.

Pero Ranchos no es solo paisaje. La historia acá tiene un lugar central. A pocos metros del agua, se encuentra el Fortín Nuestra Señora del Pilar de los Ranchos, una antigua construcción de 1781 erigida para frenar el avance indígena durante la época colonial. De aquel núcleo defensivo surgió el pueblo, habitado por Blandengues y familias asturianas que dejaron su huella cultural en la zona. La arquitectura del lugar y su entorno recrean ese pasado en cada rincón.

Otro punto para descubrir es la Estancia de Negrete, uno de los establecimientos rurales más antiguos del país. Fundada en 1779, su casco actual data de 1863 y tiene una curiosidad que la hace única: allí se jugó el primer partido de polo en Argentina en el año 1875. Hoy sigue en pie como un testimonio de la vida en la llanura y un emblema de la identidad rural bonaerense.

El antiguo fortín construido en 1781 sigue en pie como testimonio de las primeras fronteras coloniales.

Para quienes buscan profundizar en la historia local, el Museo Histórico Marta Inés Martínez es una parada obligada. Instalado en una casona del siglo XIX con tejas francesas, este espacio reúne objetos de la campaña del desierto, herramientas de labranza, armas coloniales, piezas de soguería criolla y hasta las boleadoras originales utilizadas por los antiguos habitantes de la zona.

Las fiestas también forman parte de la identidad del pueblo. En enero, el calendario se enciende con la Fiesta Nacional del Fortín, que combina destrezas criollas, música en vivo y una feria gastronómica con lo mejor de los sabores regionales. Y en octubre, los vecinos celebran el Día de la Virgen del Pilar, patrona del pueblo, con procesiones y festejos populares que llenan las calles de devoción y tradición.

Ranchos, con su laguna mansa, sus calles tranquilas y su memoria viva, demuestra que a poco más de 100 kilómetros de la gran ciudad aún se pueden encontrar lugares donde la historia no está escrita en los libros, sino en el aire mismo.