El pueblo a pocas horas de Buenos Aires donde la inseguridad no existe

En tiempos donde la tranquilidad parece un lujo, hay un pueblo en la provincia de Buenos Aires que todavía conserva la calma de otra época. A solo 100 kilómetros de Bahía Blanca, en el partido de Tornquist, Saldungaray sorprende a sus visitantes con un entorno donde la inseguridad no forma parte de la vida cotidiana. Calles sin rejas, vecinos que se saludan por el nombre y puertas abiertas sin miedo. Así es esta localidad del sudoeste bonaerense, ideal para descansar y desconectar del ritmo urbano.
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Fundado en 1900 por Pedro Saldungaray, este pueblo se asienta sobre lo que fue el histórico Fortín Pavón, un puesto militar que marcó la historia temprana de la región. Hoy, ese pasado se puede recorrer visitando los restos del fortín y el Centro de Interpretación de Salamone, uno de los grandes íconos del lugar. Las obras del arquitecto Francisco Salamone —como el impactante cementerio local— le dan al pueblo una identidad única que atrae tanto a curiosos como a amantes de la arquitectura.
En el corazón del pueblo, la Plaza Independencia ofrece una vista directa hacia la iglesia de Nuestra Señora del Tránsito, que resguarda una imagen única de la Virgen María en posición de descanso, una rareza que muchos consideran única en el mundo. Las caminatas por el centro también revelan casas centenarias, negocios de productos regionales y la amabilidad constante de sus habitantes.
La economía de Saldungaray gira en torno al turismo rural y a la viticultura, con una bodega boutique que produce vinos de excelente calidad. Las visitas guiadas y degustaciones en la bodega local se complementan con la posibilidad de probar productos lácteos artesanales elaborados en la zona. Todo esto, enmarcado por el paisaje serrano y la cercanía al Parque Provincial Ernesto Tornquist, ideal para los amantes de la naturaleza y el trekking.
Con opciones de alojamiento en cabañas, hosterías y campings, Saldungaray es un destino accesible, cercano y distinto. Parte de la comarca turística de Sierra de la Ventana, ofrece mucho más que un paisaje: ofrece la posibilidad de vivir, aunque sea por unos días, sin apuros ni sobresaltos. Un lugar donde el tiempo parece detenerse, y la palabra “inseguridad” simplemente no tiene lugar.