¿Querés que tu casa se vea más grande? Estos colores son la clave

Pintar una casa es una oportunidad para transformar un espacio, jugar con la luz y hasta cambiar la sensación de amplitud o calidez en cada ambiente. Pero elegir el color correcto no es tan simple como parece. Si alguna vez elegiste un tono que en la tienda parecía increíble y en tu pared terminó siendo un desastre, sabés de lo que estamos hablando. Para evitar esos errores, acá van algunos tips que te van a ayudar a darle vida a tu casa con la elección de pintura perfecta.
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Colores que agrandan y colores que achican
Uno de los trucos más conocidos del diseño de interiores es que los colores claros agrandan los espacios y los oscuros los achican. Pero no todo es tan simple. Los tonos blancos, cremas y pasteles reflejan la luz y hacen que una habitación parezca más amplia y luminosa. Si querés generar sensación de espacio en un ambiente chico, apostá por estos colores en las paredes y combinalos con muebles de tonos similares. Ahora, si tenés un lugar grande y querés hacerlo más acogedor, los colores oscuros como azul profundo, verde bosque o incluso gris carbón pueden ayudar a darle más intimidad al ambiente. Eso sí, si vas por un color oscuro, sumale buena iluminación para que no se vea demasiado opresivo.
Contraste y acentos de color
Si sentís que un ambiente de un solo color es aburrido, el contraste te va ayudar. Pintar una pared de acento en un color fuerte como terracota, azul petróleo o verde oliva puede darle personalidad sin que se sienta recargado. Otro truco es pintar los marcos de puertas y ventanas en tonos distintos al de las paredes para destacar los detalles arquitectónicos. Y si querés un toque elegante sin meterte con paredes enteras, podés jugar con los techos, porque un techo en un tono más oscuro que las paredes crea una sensación de altura más baja y acogedora, mientras que uno en blanco o tonos claros hace que el espacio parezca más alto.
La psicología del color: elegí según la energía que querés en cada ambiente
Los colores influyen en el estado de ánimo, así que no da lo mismo elegir un tono para un dormitorio que para una cocina. Los tonos cálidos como el amarillo o el naranja generan energía y son ideales para espacios como el comedor o la oficina. En cambio, los azules y verdes transmiten calma y son perfectos para el dormitorio. Si querés una sala de estar relajante pero con un toque sofisticado, los tonos neutros como el beige, gris claro o blanco roto funcionan genial.
Texturas y acabados
Además del color, la terminación de la pintura hace una gran diferencia. Los acabados mates son elegantes y ocultan imperfecciones, pero pueden ser más difíciles de limpiar. Los satinados y semibrillantes reflejan más luz y son ideales para espacios donde hay mucho tránsito o humedad, como cocinas y baños. También podés jugar con técnicas como esponjados o degradados para darle más profundidad y textura a las paredes. Si querés una onda más rústica, las pinturas a la cal o con efecto cemento pueden sumar un aire moderno y natural al espacio.
Probá antes de decidir para evitar arrepentimientos
Uno de los mayores errores al pintar es elegir un color solo viendo una muestra chiquita en una tienda. La luz natural, la iluminación artificial y los muebles influyen en cómo se ve el color en la pared. La mejor manera de asegurarte de que elegiste bien es comprar una muestra de pintura y probarla en una zona de la pared. Mirala a distintas horas del día y con diferentes tipos de luz antes de decidir. Si el tono sigue gustándote después de un par de días, es el indicado. Si no, mejor cambiar antes de pintar todo y darte cuenta tarde.
Con estos consejos, no solo vas a elegir los colores correctos, sino que también vas a lograr un espacio que refleje tu personalidad y se sienta realmente tuyo.