Dos tesoros naturales de Córdoba ideales para una escapada veraniega
Estos dos parques nacionales son atractivos turísticos que sorprenden a todos los visitantes. Su biodiversidad y paisajes los hacen únicos en el país.
Córdoba es un destino que sorprende con su diversidad natural. Sus paisajes permiten adentrarse en la flora y fauna autóctona, disfrutando de maravillas únicas. Entre sus múltiples rincones, dos parques nacionales se destacan como visitas obligadas. Recorrerlos es una experiencia inolvidable.
Parque Nacional Quebrada del Condorito

Creado en 1996 y situado a más de 2.000 metros sobre el nivel del mar, el Parque Nacional Quebrada del Condorito es un escenario imponente de quebradas, serranías y pampas que albergan una gran variedad de especies de flora y fauna. Es un lugar ideal para el ecoturismo, donde el avistaje de aves es una de las actividades más fascinantes. Allí, los majestuosos cóndores, con más de tres metros de envergadura, surcan el cielo aprovechando las corrientes térmicas entre los paredones rocosos.
La quebrada que da nombre al parque es el hogar de estas aves, que instalan sus nidos en refugios naturales dentro del cañón. Para quienes buscan la mejor vista, los Balcones Norte y Sur son los puntos perfectos para observarlos en pleno vuelo.

Entre sus 37.344 hectáreas, el parque también resguarda especies únicas, como el lagarto verde de Achala, endémico de la Pampa de Achala y el Cerro Champaquí. Los machos destacan por su color verde esmeralda o azul brillante, mientras que las hembras exhiben tonalidades amarillas con bandas pardas.
El acceso al parque es por la Ruta Provincial N° 34. Hay varios senderos y circuitos para recorrer a pie, con un trayecto total de aproximadamente cuatro horas entre ida y vuelta. Para aprovechar al máximo la visita, lo mejor es llegar temprano por la mañana.

Parque Nacional Ansenuza
Ubicado en Miramar, a 188 kilómetros de la capital cordobesa, el Parque Nacional Ansenuza es uno de los mayores atractivos turísticos del centro del país. Sus más de 660 mil hectáreas incluyen la laguna Mar Chiquita y los Bañados del Río Dulce, conformando la laguna salada más grande de Sudamérica y la quinta a nivel mundial. Su extensión y régimen de fluctuación la convierten en un ecosistema único en el continente.
Desde 1994, el parque cuenta con una importante protección ambiental al ser declarado Sitio Ramsar, un reconocimiento internacional en el marco de la Convención sobre los Humedales. Además de su valor ecológico, la laguna cumple un papel clave en la regulación hídrica y en la conservación de la biodiversidad.

El parque alberga una gran variedad de ambientes: un inmenso espejo de agua salina, ríos, lagunas permanentes y temporarias, playas barrosas, matorrales de arbustos, bosques chaqueños y extensas sabanas inundables. Su vegetación es diversa, desde algarrobos y quebrachos hasta juncales y totorales.
En términos de avifauna, el Parque Nacional Ansenuza es un refugio clave, ya que alberga el 66% de las aves migratorias y playeras de Argentina. Esto lo convierte en un destino imprescindible no solo para los visitantes, sino también para la conservación natural de la provincia, el país y el planeta.

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