Opinión

Yo no sé nada de vinos

Una reflexión en un nuevo aniversario de la bebida nacional. En vez de centrarnos en tonteras o nimiedades, hay que volver a lo esencial: los momentos únicos que brinda una bebida irremplazable.

Federico Lancia
Federico Lancia domingo, 24 de noviembre de 2024 · 07:00 hs
Yo no sé nada de vinos
El vino en nuestra vida cotidiana. Foto: Pexels

"Yo no tomo vino porque no sé". Frase desgarradora, pero totalmente habitual en los tiempos que transitamos. Vamos a intentar desgranarla con algunas preguntas. Imagine usted la respuesta posible. 

¿Quiénes habrán sido los genios del marketing que le trasladaron a toda la pirámide de consumo de vinos la idea de que tenías que conocer sobre el carbonato de calcio o el raquis para poder beber una copa? 

¿Quiénes fueron los que instalaron que al vino (toda la categoría) hay que beberlo en un copón especial destinado a cada varietal y vestido con esa falda o aquel traje?

¿Quiénes fueron los que empezaron a calificar a algunos vinos mejores que otros? ¿Y cómo fue que consiguieron una manga de aplaudidores e incluso auspiciantes para semejante payasada?

¿Cuándo nacieron esas tantas asociaciones de vinos (imagine la que quiera) que supuestamente iban a hacer crecer la industria… y hoy el consumo está vez más desplomado?

¿Quién dijo que ese vino va con esa comida y que si lo llegas a tomar con aquella otra te transformas en un verdadero ignorante?

¿De dónde salieron todas estas barbaridades alrededor de una bebida tan noble y simple? 

Yo tomo vinos porque amo mi cultura

Lo anterior es una breve y muy pequeña descripción de las tantas estupideces que ha tenido que soportar una bebida tan grande como el vino

Por suerte, el vino va existir más allá de lo que digan unos tipos que ponen puntos, de unos expertos en combinar cosas o de fríos científicos que te dicen donde está la piedra caliza. 

El vino está en nuestra cultura. Como el mate, el asado, el fútbol, la familia, los abrazos, los amigos, las pasiones, las costumbres. Allí está el vino. Aunque algunos lo hayan intentado llevar a un lugar diferente. 

Y siempre habrá variables de precios y gustos. Habrán segmentos más altos, medios y bajos. Pero como en ningún otro rubro, el vino tiene una magia, ya que pueden suceder cosas extraordinarias: un producto que está en un segmento "más bajo" técnicamente puede superar a otro. 

Y eso pasa por el misterio del vino. Es una bebida fascinante. 

Amo el vino  

Hace dos décadas que comunico el vino y nunco dejó de apasionarme. Nunca dejó de asombrarme. Porque cada botella es única. Ninguna botella, así tengas vinos de una misma añada y una misma edición, va ser igual a otra. 

Porque el vino vive. Y se expresa según el momento y el lugar donde lo estés descorchando o destapando. 

Ningún vino es mejor que otro. Jamás le faltaría el respeto así a una botella de vino. Allí hay horas de trabajo, manos de muchos hombres y mujeres, esfuerzos descomunales que no vemos, inversores. Pero sobre todo allí hay una parte de nosotros. Un pedazo de nuestra identidad, de nuestros valores. 

Yo no se nada de vinos. Tomo y comunico el vino porque es apasionante, es único e irrepetible y tiene tantas fascetas que no sabes con cual quedarte. 

Feliz día del vino, para los que no sabemos nada, pero que lo disfrutamos como si fuera el último. 

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