Séptima reforma laboral, segunda de Javier Milei: debería venir del diálogo
Javier Milei impulsa otra reforma laboral, cuestionada por profundizar la precarización, debilitar sindicatos y derechos sin resolver empleo ni pobreza.
La reforma laboral nunca puede ser una imposición al trabajo, hecha por el capital y el Estado.
Archivo MDZJavier Milei se prepara para realizar la segunda “reforma” laboral de su gobierno y la séptima reforma laboral desde que José Alfredo Martínez de Hoz impuso manu militari (la primera) allá por 1976, bajo los auspicios del Fondo Monetario Internacional.
Cada reforma laboral debería ser analizada
Menem hizo dos, De la Rúa hizo una, Macri hizo una, y Milei ya hizo una y ahora quiere hacer otra. Cinco reformas laborales en las dos décadas de gobiernos “pro mercado” que hemos tenido después de 1990. Lo cierto es que el resultado de las “reformas” laborales neoliberales no ha sido nada buenas. No sólo no han resuelto los problemas de desocupación, pobreza, informalidad y precariedad, sino que los ha profundizado, difundiendo una cultura antilaboral y antisindical que, en lugar de promover y proteger el trabajo(como ordena la Constitución), lo castiga desprotegiéndolo y dejándolo cada vez más indefenso frente al poder económico.
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Javier Milei ya hizo una reforma laboral y ahora quiere hacer otra
Esto se ha agudizado con la última reforma laboral mileísta, que incluso eliminó las sanciones a los empleadores que infringen la ley, en una especie de cultura antipunitivista, pero sólo para los delitos de cuello blanco (delitos que comete “gente de bien”). La filosofía básica de la reforma laboral de Milei, hecha pública por él mismo, es: “Señor empresario: si no cumple la ley no pasa nada, Usted es un héroe”. El contenido de la futura reforma se mantiene en la oscuridad, quizás con el fin de que no pueda ser analizada críticamente. Los medios se han llenado de trascendidos que no aclaran nada, y que por el contrario, solo generan más confusión.
Se dice que en Argentina, que ya tiene la jornada legal semanal más larga del mundo (48 horas semanales, mientras que en China es 44 y en EEUU 40, con un máximo de 8 horas diarias), la reforma ampliaría el máximo de la jornada diaria a 12 horas, cuando la tendencia mundial es a acortarla, para poder atender mejor a la familia, a la capacitación y a la necesidad de reducir el stress laboral que es la principal enfermedad de la era digital. Se dice que quieren permitir a los empleadores despedir porque sí a los trabajadores y trabajadoras, sin costo alguno, aun cuando sea por causas inadmisibles (en EEUU si una empresa despide o no contrata por razones inadmisibles a una persona, la indemnización es de millones de dólares. Recordar el caso real mostrado en la película Filadelfia protagonizada por Tom Hanks).
- Se dice que quieren terminar con el monotributo y convertirlo en “trabajo autónomo”, para dejar aún más indefenso al trabajo: sin acceso a la salud, sin posibilidad de jubilarse y sin libertad sindical.
- Se dice que le quieren quitar a los sindicatos sus formas de financiarse, para debilitarlos.
- Se dice que quieren volver a “regular” la huelga (¿acá si hay que regular?), obligando a los trabajadores y trabajadoras a garantizar que nunca van a dejar de prestar al menos el 75% de los servicios.
- Se dice que quieren que la negociación colectiva se haga solamente por empresa y por provincia, debilitando el poder de negociación del trabajo frente al poder económico, en una época de mega empresas y mega ricos, en la que el poder económico es más fuerte aún que los países.
- Se dice que le van a prohibir a los trabajadores hacer juicios si sus empleadores no les pagaron lo que les deben, para reducir los costos y evitar que las empresas quiebren. ¿Y si hicieran lo mismo con los juicios para ejecutar cheques impagos o deudas bancarias en mora? La forma de reducir los juicios por accidentes de tránsito, no es prohibir los juicios, sino reducir los accidentes.
Se dice que quieren terminar con el monotributo y convertirlo en “trabajo autónomo”
Según los trascendidos no estamos ante una verdadera “reforma” laboral, sino ante una reducción de los ingresos del trabajo, con el fin de lograr una ganancia fácil y rápida del capital. Robin Hood : le sacamos a los pobres y a la clase media, para que los ricos tengan más y puedan enfrentar la competencia con los nuevos países emergentes. No pareciera que estén tomando lo mejor del orden laboral de cada país, sino lo peor de cada uno, para reunirlos en un modelo tipo Frankenstein, del que desaparezca todo vestigio de derecho y dignidad.
¿Hace falta una reforma laboral?
Por supuesto que sí. Ella debe de dar solución a los graves problemas que enfrenta el mundo del trabajo: informalidad, precariedad, incorporación de la inteligencia artificial y cómo aumentar la productividad. Es necesario reducir drásticamente el stress y violencia laboral, generar más tiempo para la atención de la niñez y la familia. Plantear la capacitación de nuestra mano de obra y brindar protección (desde las leyes) al trabajo y a las Pymes, garantizar la libertad sindical. Argentina no puede quedar al margen del cambio geopolítico que atraviesa el mundo. Cambio al que debe incorporarse preservando sus intereses y los de su Pueblo. Esto es urgente.
Personalmente no tengo la más mínima duda de que los empleadores y los sindicatos saben de las necesidades de su contraparte y quieren llegar a un gran acuerdo que haga que el mundo del trabajo argentino tome en serio la necesidad de modernizarse y encarar los desafíos inmediatos de esta nueva revolución industrial liderada por la inteligencia artificial y este nuevo mundo geopolítico, con una cultura que proteja la dignidad del trabajo y la producción de Argentina, y no que se apoye en devaluar aún más el trabajo para tener ganancias fáciles a costa de los más débiles.
Es necesaria una reforma laboral.
La reforma laboral nunca puede ser una imposición al trabajo, hecha por el capital y el Estado. Las empresas son capital y trabajo. Tienen dos lados. Cualquier reforma tiene que venir del diálogo entre esas dos partes.
* Alberto “Pepe” Robles. Director de Investigaciones del Instituto del Mundo del Trabajo “Julio Godio”. Titular de la Cátedra de Organización y Administración Sindical, UBA-Sociales.




