Pymes al límite: el conurbano bonaerense que ve caer el consumo y cerrar fábricas
Las pymes, motor del empleo, cierran y recortan turnos por caída del consumo, tarifas altas y crédito inaccesible; piden reglas claras y protección.
La economía argentina no puede sostenerse sólo en la esperanza de exportaciones futuras mientras se destruye el tejido productivo local, sostienen pequeños y medianos empresarios.
Archivo MDZSoy de Tres de Febrero, del conurbano bonaerense, un lugar donde laten la producción y el trabajo de tantos argentinos en las pymes. Veo cada día lo que muchos no quieren contar. Mientras el presidente Javier Milei, baila sobre los escenarios, celebra sus victorias políticas y canta frente a multitudes, miles de Pymes seguimos haciendo equilibrio para no caer.
Pymes, corazón del empleo argentino
Las pymes generamos más del 70% de los empleos privados y sostenemos la vida económica de pueblos y barrios. Pero hoy, ese corazón late con esfuerzo. Desde fines del año pasado cerraron más de 16.000 empresas, casi todas pymes, y se perdieron más de 300.000 puestos de trabajo formales.
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Los datos no son una estadística fría: detrás hay talleres apagados, fábricas con máquinas paradas y comercios que ya no pudieron volver a levantar la persiana.
Generamos más del 70 % de los puestos de trabajo privados y sostenemos la vida económica de pueblos y barrios.
En mi barrio, en Villa Bosch, las historias se repiten.
- “Cada mes vendemos un poco menos y los costos suben sin parar. Uno levanta la persiana esperando que entre alguien, pero la gente ya no tiene margen”, cuenta un vecino del rubro textil.
- “Los proveedores remarcan con el dólar, las tarifas son impagables y las tasas bancarias nos cierran la puerta”, resume otro, dueño de una pequeña metalúrgica.
Es el reflejo de un país donde el mercado interno se apagó, el consumo se desploma y la demanda no alcanza para sostener la rueda productiva. En este contexto, las empresas que sobreviven lo hacen ajustando márgenes, achicando turnos o postergando inversiones.
El contraste entre el relato oficial y la realidad económica es cada vez más evidente. Según datos del Frente Productivo Nacional y distintas cámaras empresarias:
- En el último año cerraron unas 16.500 Pymes en todo el país.
- Se perdieron más de 300.000 empleos registrados.
- Las ventas minoristas de las pymes cayeron un 10% interanual en 2024.
- Las tasas de financiamiento bancario superan ampliamente la rentabilidad promedio de una empresa industrial o comercial.
Mientras tanto, los costos de energía, transporte e insumos siguen subiendo, y la volatilidad del tipo de cambio impacta en cada factura. La macro puede mostrar algún “rebote técnico”, pero la micro sigue en el piso.
Sin crédito ni consumo
El problema es estructural: sin acceso al crédito, sin previsibilidad y con una demanda interna debilitada, no hay pyme que aguante. Las tasas siguen siendo prohibitivas, el crédito productivo es casi inexistente y las líneas blandas anunciadas no llegan al mostrador.
La caída del poder adquisitivo, combinada con tarifas dolarizadas y servicios más caros, golpea de lleno a las ventas. Cada peso se cuida más, y eso repercute directamente en la producción local.
Es el reflejo de un país donde el mercado interno se apagó.
Las pymes no pedimos privilegios. Pedimos condiciones básicas para poder trabajar:
- Crédito accesible para producir, no para especular.
- Reglas claras y previsibles, que permitan planificar más allá de un mes.
- Políticas que defiendan el mercado interno, porque sin consumo no hay industria.
- Una administración responsable del comercio exterior, que evite la apertura indiscriminada de importaciones que hoy golpea de lleno a la producción nacional.
En rubros como el textil, el calzado, la metalmecánica o los alimentos, están ingresando productos terminados del exterior a precios con los que ninguna pyme argentina puede competir. Esa avalancha no sólo destruye fábricas: destruye cadenas de valor completas.
- Un diálogo real entre el Estado, los empresarios y los trabajadores, para construir un rumbo común.
La economía argentina no puede sostenerse sólo en la esperanza de exportaciones futuras mientras se destruye el tejido productivo local. Cada empresa que cierra es una familia que pierde su sustento, un barrio que se apaga, un proveedor menos, un cliente que deja de comprar. Si no se toman medidas concretas y urgentes, el riesgo es que para cuando llegue esa recuperación prometida, muchas de las pymes que hoy resisten, ya no estén.
Pero el tiempo corre. Si la política no deja el show y empieza a mirar al país real, pronto no habrá pista donde bailar.
* Diego Achilli. Industrial pyme


