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Mercados en alerta: algunos temen que la IA sea una bomba de relojería para Wall Street

El futuro de la inteligencia artificial podría convertirse en el mayor riesgo sistémico del mercado bursátil de EE.UU. y, por ende, para las bolsas mundiales.

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Suele decirse que cuando una idea crece más rápido que su propio reflejo, los mercados tienden a perder la perspectiva y eso es exactamente lo que advierte el equipo interdisciplinario de Trefis, formado por ingenieros del MIT y analistas de Wall Street, que en un reciente análisis sobre la fiebre por la inteligencia artificial (IA).

Los analistas advierten que la IA, y especialmente, los compromisos financieros de OpenAI, podría transformarse en una bomba de relojería para el índice S&P 500 de la Bolsa de Nueva York.

Ocurre que la “startup” de Sam Altman, epicentro del boom de la IA, ha firmado acuerdos por valor de US$1,4 billones para garantizar capacidad de cómputo, chips y centros de datos en los próximos años (algo equivalente a más de dos PIB de Argentina). Pero sus ingresos actuales apenas alcanzan los US$13.000 millones. La diferencia no solo es abismal: es estructural.

La jugada de OpenAI

Según el equipo de Trefis, OpenAI se ha comprometido a pagar US$250.000 millones a Microsoft, US$38.000 millones a Amazon, US$300.000 millones a Oracle y hasta US$100.000 millones a Nvidia en financiación progresiva. En conjunto, una estrategia que “ha disparado el optimismo en el sector, pero también ha concentrado un riesgo sin precedentes”.

“Cuando un solo cliente se convierte en el sostén de múltiples gigantes tecnológicos, el equilibrio se vuelve frágil”, señala el informe. Al respecto, vale señalar que las acciones de Microsoft, Amazon y Nvidia representan ya más del 20% del peso total del índice referencia de Wall Street y del mundo, el S&P 500, y buena parte de sus subas en 2025 se apoyan directamente en los acuerdos firmados con OpenAI.

Entonces, ¿es un castillo de naipes la IA? El riesgo, advierte Trefis, es claro: “Si OpenAI tropieza, el mercado entero podría tambalearse”. Una interrupción en sus pagos o una revisión forzosa de compromisos podría provocar una corrección del 20% al 30% en el índice estadounidense.

La metáfora elegida por los analistas es tan visual como certera: “Es como vender todo un ferrocarril a una empresa minera que aún no ha encontrado el oro, pero promete pagarte con los beneficios futuros”. El mercado, explica Trefis, ha descontado beneficios masivos en los balances de Microsoft, Amazon, Oracle y Nvidia sin tener en cuenta el riesgo de que esos ingresos dependan de una sola compañía con una brecha financiera monumental.

Por ende, al parecer el entusiasmo ha superado en análisis: De los US$1,4 billones comprometidos, solo hay US$140.000 millones respaldados por acuerdos firmes de financiación, procedentes de SoftBank y Nvidia, el resto es una incógnita. “OpenAI podría recurrir a fondos soberanos, pero confiar en usuarios de ChatGPT Plus pagando 20 dólares al mes para financiar esta expansión es una ilusión”, ironizan los autores.

Disparada de acciones

Y, sin embargo, los inversores siguen alimentando la narrativa alcista, ya que Oracle sube un 42% en lo que va de año, Amazon un 14%, y Microsoft un 21%, impulsadas por su exposición a la IA. “El entusiasmo ha superado al análisis”, resume Trefis.

¿Se está frente a una burbuja a punto de explotar? El informe matiza que no todo es catástrofe. El sistema financiero global acumula US$18,5 billones en depósitos y US$7,4 billones en fondos monetarios, un colchón que podría amortiguar un golpe de liquidez si OpenAI busca financiación. Pero el mensaje central es inequívoco: los mercados están ignorando el riesgo de concentración. “Los inversores deben preguntarse si los ingresos por IA son recurrentes o dependen de un solo cliente con capacidad limitada de pago”, recalca el análisis. La diferencia, dicen, “es de día y noche”.

Trefis concluye con una advertencia a los inversores que se refugian en las llamadas “acciones seguras” de la inteligencia artificial: “En esta nueva carrera tecnológica, incluso los proveedores están asumiendo riesgos binarios. Un impago de OpenAI sería un evento sistémico para toda la cadena de valor de la IA.”

Diversificar, ante todo

La lección final es clara: la diversificación vuelve a ser el antídoto más sensato. Apostar todo a los grandes nombres del momento, Microsoft, Nvidia, Amazon, equivale a confiar en que una sola “startup” podrá sostener el peso de la revolución tecnológica. Y como recuerda el equipo de Trefis con ironía: “Soñar en grande está bien. Pero si tu sueño vale US$1,4 billones, más te vale mantener los ojos bien abiertos”.

Frente a estas advertencias resuenan las últimas acusaciones del gurú de la crisis del 2008, Michael Burry, de que las empresas de IA inflan artificialmente sus beneficios y que las tecnológicas están "subestimando los gastos de depreciación". "Subestimar la depreciación extendiendo artificialmente la vida útil de los activos infla las ganancias, uno de los fraudes más comunes de la era moderna", sostuvo el fundador de Scion Asset Management en su perfil de la red social X.

¿Una burbuja financiera?

"Aumentar drásticamente el gasto de capital mediante la compra de chips y servidores Nvidia con un ciclo de vida de producto de 2 a 3 años no debería resultar en una extensión de la vida útil de los equipos informáticos. Sin embargo, esto es precisamente lo que han hecho todos los híper-escaladores", agregó.

En tal sentido, cabe destacar que al hacer referencia a híper-escaladores alude a los principales proveedores de infraestructura de nube e IA. Según Burry, entre 2026 y 2028, esta maniobra contable subestimaría la depreciación en aproximadamente US$176.000 millones, inflando las ganancias reportadas en todo el sector. Y señala directamente a Oracle y Meta, compañías de las que dice que sus beneficios podrían estar sobreestimados en aproximadamente un 27% y un 21%, respectivamente, para 2028.

Burry ya viene alertando sobre el exceso de optimismo en los mercados bursátiles impulsados por la IA, un entusiasmo que asemeja a la burbuja tecnológica de finales de la década de 1990.