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Empleo y salarios: antes, durante y después de la encrucijada electoral

Vivimos en Argentina donde los salarios, esos que deberían reflejar dignidad laboral y estabilidad, hoy son río revuelto de promesas, inflación y elecciones.

El empleo en la Argentina de Milei se encuentra en un cruce de caminos, con final abierto.

El empleo en la Argentina de Milei se encuentra en un cruce de caminos, con final abierto.

Archivo MDZ

Este domingo, cuando cierren las urnas, no sólo estaremos definiendo políticas públicas de este gobierno, sino también marcando el rumbo del empleo que impactará en el bolsillo de los trabajadores. ¿Ganarán los salarios? ¿Perderán otra vez terreno? Este análisis analiza dónde estamos, qué puede pasar justo después y hacia dónde pueden dirigirse los salarios de acá a fin de año.

Arranquemos con los datos, sin anestesia. En la Argentina, el empleo asalariado registrado en el sector privado ronda los 6,2 millones de trabajadores, según los registros del SIPA a septiembre de 2024, sin grandes cambios en los meses posteriores. Si ampliamos la mirada e incluimos al sector público y al personal de casas particulares, el total de puestos registrados asciende a unos 10,1 millones, mientras que los independientes (monotributistas y autónomos) suman cerca de 3,2 millones.

Ahora bien, el otro costado de la historia, ese que duele mirar, muestra la persistente herida de la informalidad: de acuerdo con las mediciones del Indec basadas en la Encuesta Permanente de Hogares, hacia fines de 2024 la tasa de empleo no registrado rondaba el 42%, es decir, entre 8 y 9 millones de personas trabajando sin protección formal dentro de una población ocupada de alrededor de 21,2 millones.

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En la Argentina, el empleo asalariado registrado en el sector privado ronda los 6,2 millones de trabajadores.

En la Argentina, el empleo asalariado registrado en el sector privado ronda los 6,2 millones de trabajadores.

Salarios bajo fuerte presión

Como señalé en columnas anteriores, los convenios laborales siguen desactualizados, las escalas básicas quedaron rezagadas y, aunque se pacten aumentos paritarios, estos corren siempre detrás de la inflación. En consecuencia, el poder adquisitivo real continúa deteriorándose, profundizando la brecha entre empleo registrado y calidad de vida.

Por ejemplo, en el ámbito privado vemos que las remuneraciones nominales se muestran, pero su poder adquisitivo se diluye. Los 6,2 millones de asalariados privados están en un 90% en la línea de la pobreza y solo el 10% acaricia la clase media, ponele, acomodada. Y para el sector público: la decisión de no actualizar salarios para funcionarios, como política de ajuste, también da señales de que el escenario laboral se endurece.

En resumen, hoy los salarios están en una especie de “stand by” forzado, perdiendo capacidad de compra y con pocas señales de alivio inmediato. Desde la perspectiva de un investigador del mundo del trabajo, esto muestra un círculo vicioso: inflación sube, salarios se ajustan poco, consumo cae, y empleo formal resiente.

Ya lo advertí: la caída del salario, la inflación y la retracción del empleo formal nos han llevado a una situación terminal. Y el peor escenario, entrando en la economía argentina, la recesión que espera desde el lunes 27 de octubre y la pulverización final de todos los ingresos formales del país.

¿Cuáles son las expectativas macroeconómicas? Los empleadores, esperando una reforma tributaria que quite el pie de ARCA en sus cabezas para generar empleo. Los mercados siguen con atención los vaivenes del presidente y la relación con Estados Unidos.

El romance Trump-Milei, que pareció encenderse con promesas mutuas y gestos de afinidad ideológica, seguramente empezará a enfriarse tras las elecciones del domingo 26. Y cuando el amor se enfría en la política, el dinero se congela. La incertidumbre que genera este distanciamiento tiende a frenar inversiones, enfriar el consumo y ralentizar el crecimiento, con impacto directo sobre el salario real.

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 Los 6,2millones de asalariados privado, están en un 90% en la línea de la pobreza y solo el 10% acaricia la clase media.

Los 6,2millones de asalariados privado, están en un 90% en la línea de la pobreza y solo el 10% acaricia la clase media.

No es casualidad que, en la semana previa a los comicios, las acciones, los bonos y las empresas argentinas mostraran una marcada caída. Si se impone un esquema que prioriza ajuste fiscal, tipo de cambio libre o volatilidad, los salarios pueden volver a quedar atrás. Por el contrario, un signo más moderado que apueste a políticas de contención puede dar una ventana de alivio.

Por lo tanto, si el resultado electoral genera un clima de confianza y estabilidad, los salarios podrían tener una ventana de mejora, aunque aún limitada. Pero si el resultado implica más incertidumbre, los salarios están en riesgo de perder aún más terreno real hacia fin de año. Si queremos un mercado laboral robusto, la tarea no es generar empleo como si fuera receta de cocina, sino hacer que los vínculos laborales hoy disfuncionales emerjan hacia la formalidad sin traumatismos.

Desde mi perspectiva, y sin vueltas, la conclusión es ésta: los salarios seguirán siendo víctimas del escenario si no hay un cambio estructural. A dos meses de fin de año, el panorama es el siguiente:

  • Escenario optimista (victoria clara de un actor que muestre rumbo definido, baja inflación y reforma laboral y tributaria). En ese caso, los salarios podrían estabilizarse, recuperar algo de poder adquisitivo y quizá acordarse paritarias que permitan adelantos o cláusulas de revisión. Siempre con cautela, porque el arrastre negativo es muy grande.
  • Escenario realista/moderado (continuidad o cambio sin rumbo claro). Los salarios nominalmente subirán, como siempre, pero lo harán por debajo de la inflación, por lo tanto la pérdida de poder de compra se mantiene y los asalariados privados seguirán en la pobreza con básicos de $980.000 a $1.650.000 en la mayoría de los convenios colectivos de trabajos que arropan a los dependientes privados. Las paritarias pueden firmarse tarde, los convenios pueden quedar obsoletos, y la incertidumbre empujará a la baja la masa salarial real.
  • Escenario pesimista (resultado que refuerce volatilidad macro, inflación al alza, ajustes fuertes): Aquí los salarios perderán, y con fuerza. Las negociaciones se frenan, las empresas recortan, los trabajadores quedan atrapados en convenios rígidos, sin actualización, vulnerables.
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Los salarios seguirán siendo víctimas del escenario.

Los salarios seguirán siendo víctimas del escenario.

El panorama de los salarios a fin de año

Dada la realidad estructural que ya existe —con convenios antiguos, escalas básicas sin revisión, inflación persistente— la apuesta más conservadora, la que me parece más probable, es que los salarios terminarán el año perdiendo poder adquisitivo, aunque quizás con una caída algo menor de la que hubiésemos imaginado hace un par de años. Y eso ya sería ganar terreno en este país.

Para el mundo del trabajo argentino, las elecciones del domingo no son un evento más, son un portal que puede abrir al alivio o al agravamiento. Pero digámoslo claro: no hay milagros. Aun con un buen resultado, los salarios no van a recuperarse “de un plumazo”. Y con un mal resultado, la caída estaría estructurada, lenta pero firme.

El relato de “cambio” se estrella contra una realidad en la que las pymes no invierten, las multinacionales ralentizan sus proyectos y el trabajador promedio ve cómo su salario en dólares cae a niveles históricos. La pregunta clave no es solo si el empleo sobrevive, sino en qué condiciones. Argentina tiene un mercado laboral que requiere modernización y tecnología, pero eso no significa dinamitar derechos ni dejar a millones a la intemperie. La Inteligencia Artificial, la digitalización y la transición hacia nuevas formas de producción podrían ser motores de inclusión laboral si se acompañan con políticas activas de capacitación, protección y desarrollo.

Por eso urge un enfoque serio: modernizar los convenios, revisar las escalas básicas de salario, anticipar las renegociaciones paritarias con cláusulas que contemplen inflación y resultar realistas, no solo simbólicos. Como abogado especialista en empleo, lo digo sin rodeos: se necesitan reformas laborales que respeten las costumbres del trabajo digno, la negociación colectiva, pero que también miren hacia el futuro —horizontes de productividad, formación, innovación y empleo de calidad.

En definitiva, los salarios argentinos, en la era Milei, están ante otra encrucijada. Y la sociedad lo sabe. La pregunta es si los actores, sindicatos, empleadores y Estado, aprovecharán la elección y lo que venga después para dar el salto, o si simplemente repetirán el guión de siempre: aumentos nominales, salarios rezagados, dependientes con la vela al costado.

El empleo en la Argentina de Milei se encuentra en un cruce de caminos. Puede ser el inicio de una transformación hacia un mercado laboral más flexible y competitivo, o puede derivar en la destrucción masiva de puestos sin reemplazo. La diferencia la marcará la capacidad del Estado y los actores sociales para diseñar reglas claras, apostar por la formación en nuevas competencias y garantizar un piso de dignidad laboral.

* Juan Pablo Chiesa es especialista en trabajo y empleo. Magíster en empleo e innovación judicial. Diplomatura en IA aplicada a la gestión en entornos digitales.