De los food trucks a la exportación: los hermanos que llevan la comida árabe desde Mendoza a Sudamérica
Farid y Samir Massud iniciaron hace una década Arabian Food, un negocio inspirado en sus raíces que ahora llegará con sus productos a Chile, Uruguay y Brasil.
Farid Massud creó Arabian Food junto a su hermano Samir y hoy son referentes de la comida árabe en Mendoza.
Rodrigo D'Angelo / MDZHace poco más de una década, los hermanos de ascendencia sirio-libanesa Farid y Samir Massud decidieron combinar su vocación por los negocios con sus raíces y dieron vida a un negocio poco extendido en Mendoza, el de los food trucks. Si bien el formato en ese momento estaba más asociado a la comida rápida, con platos típicos de la comida árabe, donde su shawarma se convirtió en una de las estrellas, llegaron a convertirse en un infaltable de todos los festivales y eventos de la provincia.
Pero su negocio, considerado muy de nicho en sus primeros años, logró crecer en popularidad y así, en once años pasaron de tener un solo food truck a varios distribuidos en distintos puntos de la provincia, dos locales en el Gran Mendoza, una fábrica de alimentos congelados árabes y una estructura de más de 40 personas trabajando.
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Justamente la fábrica de alimentos congelados es la que les ha dado el último hito: la exportación. Después de empezar a comercializar sus productos como empanadas árabes, falafel y niños envueltos en distintos supermercados del país, comenzaron a abrirse paso a la exportación, con la Región Metropolitana de Chile como primer destino, pero con Uruguay y Brasil como mercados a desarrollar en el corto plazo.
En su entrevista con MDZ Online, Farid Massud, uno de los creadores de Arabian Food, habló sobre su primera experiencia internacional, la cual llegó de la mano del programa Ágil NEX de ProMendoza, los desafíos para una pyme mendocina para competir en el mercado externo y muchos temas más.
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-La última novedad de la empresa es que empiezan a exportar, ¿cómo llegaron a eso?
-Estamos en un proceso de internacionalización de la empresa. Por primera vez iniciamos vínculos comerciales con el exterior. Venimos trabajando con Promendoza y con el programa Ágil NEX en el desarrollo de la estructura interna de Arabian Food, con el objetivo de profesionalizar las áreas vinculadas al comercio exterior. En línea con este proceso, ya establecimos nuestros primeros contactos comerciales con clientes de Chile.
-¿Qué desafíos han encontrado en este camino?
-Hay varios desafíos. Lo venimos viendo desde que empezamos con Arabian, allá por 2014, junto a mi hermano Samir. En ese momento ambos estudiábamos y trabajábamos en nuestras profesiones -yo soy contador y él es administrador de empresas- y en un punto decidimos iniciar nuestro propio negocio. Comenzamos en el rubro de la gastronomía árabe; somos descendientes de sirio–libaneses, y se nos nota en la cara, en los nombres y en todo. Empezamos trabajando con el formato de food trucks.
Ahí apareció un segundo desafío: el primero fue introducir la comida árabe como nicho y el segundo, llevarla a un formato móvil. En Mendoza ese modelo no existía y en Argentina era muy incipiente; había muy pocas propuestas. Empezamos entonces a trabajar con distintos municipios, organismos provinciales y áreas de regulación bromatológica para desarrollar el modelo de negocio de los food trucks.
Participamos en eventos y ferias, con la idea de ordenar gastronómica y estéticamente las propuestas en cada evento, dándoles una identidad de marca. Con el tiempo fuimos creciendo y sumando más unidades. En ese proceso, mucha gente que nos conocía en los eventos nos decía: “Queremos ir a un local, ¿dónde tienen un punto fijo?”. Así abrimos nuestro primer local y, antes de la pandemia, comenzamos el desarrollo de la franquicia, contratando una consultora nacional para trabajar esa etapa de manera profesional.
Después llegó la pandemia, que fue un poco el origen de lo que hoy nos lleva a la internacionalización. Nos tuvimos que reinventar: el cliente no podía ir a los restaurantes, no había eventos y el delivery era poco rentable porque todos los gastronómicos dependíamos de comisiones altísimas. Entonces dijimos: llevemos el producto directamente al freezer o a la heladera del consumidor. Así nació la idea de la fábrica de alimentos árabes congelados.
Desde entonces fuimos creciendo de a poco, pero con pasos firmes, logrando contratos importantes con distintas cadenas de supermercados a nivel nacional. Ese desarrollo nos permitió también dar el paso hacia un horizonte de comercio exterior.
-¿Qué formato llevan al mercado internacional?
-Tenemos una familia de productos muy variada. Las sfijas, que son las empanadas árabes, las ofrecemos de ternera, de cordero, de verdura como una opción veggie, que hoy resulta muy atractiva para quienes buscan alternativas más saludables. Además elaboramos falafel, que son croquetas de garbanzo fritas con especias, que también constituyen una opción vegana.
Otro producto que incorporamos son los niños envueltos en hoja de parra, una novedad porque uno de sus insumos principales -la hoja de parra- es un producto regional mendocino. Nuestro objetivo a nivel exportación no es enviar únicamente materia prima, sino generar valor agregado y contribuir al fortalecimiento de la matriz productiva de la provincia.
-¿Cómo fue desarrollar una empresa en la última década en Argentina, con tantos cambios en lo económico y político?
-Hemos tenido de todo. Como suelo decir, hemos vivido ciclos buenos y ciclos malos, con una pandemia en el medio. Han sido años muy movidos y con muchísimo trajín para cualquier emprendedor, especialmente cuando se trata de empresas jóvenes que aún no están estabilizadas ni afianzadas financieramente.
Fueron muchos desafíos, pero creo que el secreto estuvo en la flexibilidad que desarrollamos, en la capacidad de adaptarnos tanto a las condiciones externas como internas o a un cambio de gobierno que podía modificarnos las reglas de juego de un mes para el otro. Esa adaptabilidad fue la que nos permitió no solo mantenernos, sino también seguir creciendo.
-¿Por qué eligieron el rubro gastronómico?
-Somos descendientes de sirio-libaneses y en nuestra familia siempre existió la costumbre de que nuestras abuelas nos recibieran con la comida más rica. El árabe, por naturaleza, es un gran anfitrión y muy generoso. Recuerdo que, cuando éramos chicos, en la casa de mi abuela siempre había vecinos, invitados y amigos comiendo. Esa experiencia queda marcada desde temprano, y es algo que queremos transmitir a través de la marca.
Hoy no solo vendemos comida, sino también una experiencia. Para el cliente, eso incluye desde shows y espectáculos en vivo hasta la posibilidad de sentarse y fumar un arguilé, como en Dubái o en otros países árabes.
Esa experiencia integral es lo que buscamos ofrecer a través de nuestros productos, tanto a clientes intermedios -como supermercados y retailers que comercializan nuestras líneas congeladas- como a los clientes finales que compran esos productos, visitan nuestros restaurantes o contratan nuestros food trucks para eventos.
-¿Cómo ha sido el año para cada rubro que atienden?
-Desde que empezamos, en el primer año tuvimos un gran desafío: romper el paradigma de la gastronomía móvil elaborada. Existía la costumbre de asociar la comida sobre ruedas con propuestas rápidas -panchos, hamburguesas o choripanes en carritos-, algo común en las canchas o en distintos eventos. Lo que no se veía era comida elaborada, y mucho menos comida árabe. Recuerdo que llevábamos el shawarma colgado, esa carne que va girando, y en los primeros eventos la gente pasaba, miraba y preguntaba: “¿Qué es esto? ¿Es chocolate?”. De a poco fuimos instaurando el concepto, participando en eventos de distintos estratos sociales, lo que ayudó a posicionar el producto.
Hoy vemos que, por ejemplo, las sfijas están en un proceso de masificación. En Mendoza antes no se conocían y ahora sí; en Córdoba ya aparecen en todas las esquinas deliverys de empanadas árabes que venden comida rápida. Ese fue un gran desafío en cuanto al concepto gastronómico.
Otro desafío importante llegó con los inicios del food truck. No existían reglamentaciones provinciales, no había un marco legal claro para poder trabajar. Entonces decidimos desarrollarlo nosotros. Con mi hermano nos reunimos con los concejos deliberantes de distintos municipios, con Bromatología de la provincia, y fuimos elaborando las ordenanzas municipales para que los food trucks pudieran operar.
Además de eso, creamos la Asociación Mendocina de Gastronomía Móvil para ordenar y nuclear la actividad de forma organizada. Hoy tiene más de 50 marcas asociadas, cada una con conceptos distintos, identidad de marca propia, algunas con franquicias y otras con locales propios.
Con esa sinergia logramos que cada marca fuera generando polos gastronómicos, y que esos polos impulsaran empleo, apoyaran a los emprendedores y ofrecieran al público propuestas diferentes. Hoy existen paradores de food trucks, como el de la calle Juan B. Justo, y en Chacras hay varios más.
-¿Cómo es para una pyme mendocina salir a competir al mercado internacional?
-La internacionalización es un gran desafío desde distintos aspectos. En lo financiero, especialmente, porque salimos a competir con actores muy importantes. Si bien no tienen un producto que compita de forma directa con el nuestro -algo que analizamos junto a ProMendoza-, nos llevamos una grata sorpresa respecto del tipo de producto que ofrecemos.
Después está el aspecto normativo. A nivel bromatológico y de calidad, internacionalmente se exigen estándares muy altos, y estamos trabajando en eso. Es uno de los nuevos desafíos que tenemos como marca y como empresa.
Finalmente, está el posicionamiento del producto desde el marketing. A nivel local venimos trabajando hace mucho: estamos presentes en eventos, cerca del cliente, y el público ya identifica nuestra propuesta. Pero en el comercio internacional es un camino que prácticamente tenemos que empezar desde cero.
-¿En qué lugares de Chile van a estar?
-En principio, apuntamos a la Región Metropolitana. Ya enviamos muestras a distintos clientes, tanto de nuestra línea de productos elaborados como de insumos. Además, estamos lanzando una novedad: Arabian Store, un e-commerce de Arabian donde vamos a comercializar insumos como hojas de tabaco para narguiles, carbones, dulces árabes, café árabe, cardamomo y una amplia variedad de productos principalmente no perecederos. Esta nueva familia de productos también nos permitirá ampliar la oferta destinada a la exportación.
-¿Cómo va la apertura de Uruguay y Brasil como mercados?
-Uruguay es un mercado que no conocíamos, pero después de los estudios de mercado que trabajamos con la consultora apareció como un público objetivo muy interesante. De hecho, surgió como un segundo mercado objetivo antes que Brasil, principalmente por el tamaño: es un mercado mucho más manejable que el brasileño.
Brasil, en cambio, es inmenso y requiere otro nivel de preparación. Puntualmente, cuando pensamos en San Pablo -que fue lo que analizamos- vemos un público objetivo enorme, porque allí está una de las diásporas libanesas más grandes del mundo. Por eso el mercado de San Pablo es muy atractivo para nosotros.
-¿Cómo han financiado este crecimiento?
-Hasta el momento venimos trabajando con financiamiento 100% propio, a través de la reinversión de utilidades. En ese sentido, tratamos de ser muy prolijos y claros al momento de sentarnos los dos socios para organizar bien los números.
-¿Cómo es trabajar con tu hermano?
-Es fácil en el sentido de que tenemos confianza y logramos ponernos de acuerdo. Pero somos muy distintos. Yo soy más rígido con los números y las finanzas, mientras que él es más comercial. Entonces, cuando me dice “gastemos en esto, invirtamos en aquello”, yo suelo responder: “pará, cuidemos, hagamos esto otro”. Ese contraste nos permite tener un buen equilibrio.
-¿Qué perspectivas ven para el 2026?
-La realidad es que el último año ha sido bastante complejo en términos de consumo minorista, que es el ámbito en el que nos movemos. Lo vemos en todos los frentes: no solo en el retail y los supermercados, sino también en los eventos y en los restaurantes. Las caídas interanuales, comparadas con el año pasado, han sido muy fuertes.
Sin embargo, venimos trabajando mucho sobre los costos y también en acciones de marketing: promociones, descuentos y programas de fidelización. En Arabian hoy tenemos varios programas donde la gente puede sumarse, acumular puntos y canjearlos por productos.
Con todo eso estamos logrando mantener los niveles necesarios para sostener la estructura y reinvertir en los proyectos que mencionábamos. Y creemos que, si logramos mantenernos como estamos, el año que viene va a ser un gran año, porque esperamos un buen repunte del consumo y de la economía interna.





