De habitué a dueño de seis locales de una franquicia que cumple 20 años en Mendoza
Fanático del café de la icónica compañía, Alejandro de Bordón logró convertir a la provincia en el primer destino de la franquicia en el interior del país.

Alejandro de Bordón, el gran responsable del desembarco de Havanna en Mendoza hace 20 años.
HavannaHace 20 años, el hábito de consumir a diario su vaso de café Havanna mientras vivía en Buenos Aires hizo que Alejandro de Bordón moviera todas las piezas en el tablero para lograr, en su regreso a Mendoza, que la marca desembarcara en la provincia. Aunque no fue una tarea sencilla, no solo lo consiguió, dos décadas después lo convirtió en uno de los puntos más icónicos de la peatonal mendocina y además proliferó la presencia de la empresa marplatense con seis franquicias distribuidas en algunos de los puntos mendocinos más recorridos.
Fue justamente con el motivo de su 20º aniversario que la marca marplatense de alfajores y cafetería organizó un evento especial que reunió a autoridades como el gobernador Alfredo Cornejo y el intendente de Ciudad Ulpiano Suarez, artistas, prensa, invitados especiales y amantes del café en Peatonal Sarmiento.
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En ese marco, en el que también estuvieron presentes sus socios Luis Zambonini y Adolfo de la Reta, el empresario mendocino charló con MDZ Online sobre el recorrido de dos décadas en la provincia, sus planes a futuro y otros temas.
-¿Por qué decidieron traer hace 20 años la franquicia a Mendoza?
-Te voy a contar una infidencia. Tuve que vivir tres años en Buenos Aires y debajo de mi oficina había un Havanna. Amaba el café que servían, soy fanático del café.
Por profesión soy enólogo y como mi segunda profesión soy licenciado en Comercio Internacional. Cuando empecé a trabajar en la bodega de la familia, que era Escorihuela Gascón, al segundo año se vendió y me sacaron del departamento de enología. Ahí me tocó irme a trabajar a Buenos Aires y me enamoré de Havanna.
Cuando volví a Mendoza tenía mi oficina en la Bolsa de Comercio y tomaba café todos los días en Il Dolce, que quedaba enfrente de donde hoy está situado el café de Havanna. Y miraba esa vereda y pensaba que ahí tenía que poner un Havanna. Y había un negocio de ropa, que era donde yo compraba la usaba. Entonces se me ocurrió alquilar la vereda y poner una mesa y unas sillas afuera. Y así fue que llegué y le dije a quien era el dueño, y le pregunté si me alquilaba la vereda, pero él me preguntó qué iba a hacer en invierno. Ahí me mostró los depósitos en el subsuelo donde se instaló el primer local de Havanna. Estaba todo tapeado, pero sentí que era ahí.
Lo tuve alquilado seis meses, sin saber qué iba a ser y ya con el local alquilado fui a ver a la gente de Havanna. Ahí empezó, tardé seis meses en que me dijesen que podía ser. El 29 de abril del 2005 firmamos el contrato y el 8 de julio de ese mismo año, hace 20 años atrás, abríamos este primer café.
-¿Cómo ha sido mantener una franquicia y hacerla crecer en los últimos 20 años de Argentina?
- Pasó de todo. Y sobre todo la pandemia. Cuando vos haces algo con tanto cariño, desde bien adentro, desde el corazón, tenés la energía suficiente para mantenerla. Cuando tenés un producto atrás que te da respaldo, te da fuerza, porque es un producto único, lo único que tenés que ponerle es corazón, sacrificio y muchísimo trabajo. Era lo que hacíamos, servicio y mucho trabajo. Entender que todo esto depende de que cada uno de nosotros pase esa puerta y consuma. Si no hay clientes, no podemos abrir la puerta a este local. Y eso es lo que trasladamos a los chicos. Hoy tenemos empleados que es su primer trabajo o su segundo trabajo y es inculcarle eso que nosotros tuvimos de nuestros padres. El sacrificio, el entender la posibilidad de tener un trabajo y de entender también que nada se logra sin la fuerza personal.
-Se dice generalmente que el público de Mendoza por ahí es de los más difíciles y Havanna tiene una historia de innovación. ¿Cómo recibe el mendocino todas esas novedades?
-Vos dijiste algo que es lo más importante. El mendocino es muy complicado. Toda marca nacional cuando tiene que lanzar un producto lo muestra en Mendoza y si acá funciona, es éxito en todo el país. Eso lo sabíamos y por eso usamos el otro punto. Todo lo que ellos lancen va a ser garantía, porque tardan entre dos y tres años en lanzar un producto. Lo prueban por todos lados. Pero después está el acompañar al cliente, que el cliente entienda todo lo que pasó detrás de ese lanzamiento, contarles, hacerlos parte y cuando el mendocino se considera parte de ese producto o de esa marca, no te abandona más.
-¿Cuántos locales tienen hoy?
-Tenemos seis. Ahora se viene un nuevo local en Palmares, en la parte nueva, y se viene también un local en la terminal de Ómnibus para el año que viene.
-¿Cómo eligen los lugares en donde asentarse?
-Buscábamos lugares donde transite mucho mendocino y mucho turista, que es quien valora el producto. Es buscar lugares íconos y emblemáticos. Nos quedan lugares pendientes, en Ciudad quiero abrir en calle San Martín, pero no encuentro local. Quiero abrir en calle Sarmiento también. Pero son lugares que el mismo mendocino te lo pide.
-Comentabas que estás delegando el mando, ¿por qué esa decisión?
-Entiendo que tenés que ir aggiornándote en forma permanente. La generación con la que trabajo hoy está bastante alejada de su forma y necesito buscar gente más joven que pueda entenderlos mejor. Porque lo que vienen a hacer, quizás, es mucho mejor de lo que yo pensé en su momento, pero por ahí no entendés el camino que ellos buscan. Entonces es agarrar a alguien un poco más joven que pueda tener una cercanía en esa comunicación con ellos y acompañarlos. Obviamente con el conocimiento, el sacrificio que le pusimos a todo esto, pero entendiendo que esa empatía entre la línea conductora y quien trabaja tiene que existir siempre.
-¿Y qué funciones vas a tener?
-Ayudar. Acompañarlos, seguir insistiendo que nuestro cliente es lo más importante y seguir dándole valor a la marca Havanna.