Cobre y paciencia: el tiempo que tomará al desarrollo de la minería mendocina
La exploración intensiva es la vía para reducir los plazos, pero la inactividad de 17 años pasa la cuenta y obliga a controlar expectativas y tener paciencia.

La provincia de Mendoza se posiciona, en el contexto minero actual, en una situación de extremos en el ciclo de vida de los proyectos. Mientras las estimaciones internacionales confirman que la puesta en producción de una mina es un proceso que demanda décadas, la cartera mendocina se divide entre un proyecto avanzado (PSJ) y una vasta mayoría en fases preliminares.
Esta disparidad obliga a una revisión técnica de los plazos para controlar la expectativa de un avance rápido de proyectos en exploración. En el caso de Mendoza, la visión es clara. Es necesario aumentar el volumen de proyectos disponibles para explorar y en 2026 tener las DIAs aprobadas de todos los proyectos de Malargüe Distrito Minero Occidental (MDMO) con aval político. Eso, para que no sea el proceso legislativo (que impone la 7.722) una demora más en un proceso que por naturaleza toma tiempo.
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De hecho, la decisión de crear MDMO tiene como objetivo lograr un volumen de proyectos habilitados que de avanzar de manera individual, tomaría años y seguiría postergando el desarrollo de proyectos mineros por efecto de la norma vigente. Sin ir más lejos, es el paso político por la Legislatura la gran duda que sigue existiendo en los inversores, especialmente en aquellos que apuestan a etapas exploratorias.
Por qué el desarrollo exige décadas
El tiempo geológico y el tiempo regulatorio se combinan para crear un periodo de gestación extenso para las grandes minas de cobre, una realidad que en Mendoza resulta imperativo no soslayar. Un análisis de Visuals Mining, basado en reportes de la consultora S&P Global, entregó la cifra técnica fundamental para comprender el desafío del sector cuprífero: el tiempo promedio para que una mina de cobre transite del descubrimiento a la producción se ubica en 17,9 años.
Este promedio, calculado para los proyectos que entraron en línea entre 2020 y 2023, representa una extensión de los plazos respecto al promedio histórico, que hace 15 años era de 12.7 años. Esta tendencia global demuestra que la minería se hace más lenta y compleja, una dinámica que impacta directamente en cualquier planificación económica local.
El cobre, mineral fundamental para la transición energética, es reconocido como el metal con el ciclo más extenso. Esta demora se justifica en la complejidad de los yacimientos modernos, principalmente pórfidos de baja ley y mayor profundidad, que demandan exploraciones intensivas para la delineación precisa del recurso e infraestructura sustancialmente mayor para la extracción y el procesamiento.
La cautela de los plazos: ejemplos concretos en la región
Los proyectos de la región demuestran que, aún con un avance significativo, la paciencia es un factor inseparable de la minería, ya que el desarrollo depende de una serie importante de factores geológicos, económicos y regulatorios. Tomando el ejemplo mendocino, PSJ, que hoy está ad portas de una factibilidad para una posterior construcción, tuvo su primera perforación en 1965, por lo que aún después de 60 años no puede entrar en producción. Si vamos a un caso cercano que tuvo novedades recientes, el proyecto Altar en San Juan, tuvo su primera perforación en 1995 y después de 30 años aún sigue en desarrollo, lo que demuestra que los periodos de la minería deben ser tomados con cautela y paciencia, porque dependen de una serie importante de factores.
El tiempo excepcionalmente extenso para desarrollar un proyecto minero, que se extiende a décadas, resulta de la interacción de factores complejos que se concentran en hitos críticos. La complejidad geológica de los yacimientos es uno de ellos. Sin embargo, los mayores cuellos de botella se ubican en los factores extrageológicos: los largos y complejos procesos de permisos y las incertidumbres regulatorias que incrementan la duración de la fase previa a la inversión, especialmente el Estudio de Impacto Ambiental (EIA).
Finalmente, la necesidad de asegurar una infraestructura sustancial (energía, agua, transporte) y la volatilidad en el precio de los metales se combinan para alargar la fase entre la finalización de la factibilidad y la decisión final de inversión. Esto transforma la cautela y la paciencia en requisitos esenciales para cualquier desarrollo minero, tal como demuestran los casos de PSJ (60 años en desarrollo) y Altar (30 años en desarrollo).
MDMO
Uno de los puntos clave que se señalan como posibles aportes para reducir el tiempo de desarrollo de los proyectos es la exploración intensiva. Por esta razón, no extraña que Mendoza apunte a tener los más de 130 proyectos del Malargüe Distrito Minero Occidental (MDMO) con la Declaración de Impacto Ambiental (DIA) de exploración aprobada, buscando superar uno de los procesos que más demoran el desarrollo de los proyectos. En Mendoza, además, se suma el aval político para un proceso menor que en otros lugares del mundo se realiza de manera más expedita.
A la cuestión de análisis técnico y al aval político, también se suma la búsqueda de financiamiento. No se trata de una cuestión menor, porque se debe sumar información de valor a cada proyecto para la posible incorporación de un socio o inversor para avanzar en el proceso de exploración. Justamente, la deuda pendiente de Mendoza en minería es el desarrollo de la exploración, que se frenó por 17 años y eso llevó a que ahora los propietarios de los proyectos tengan que avanzar con pocos recursos, y a cuenta gotas, para lograr suficientes estudios que permitan sumar información a las carpetas y expedientes, con el fin de encontrar una empresa junior interesada en invertir.
Un ejemplo de esto es el caso de Kobrea, que perforará en el yacimiento El Perdido del MDMO, tras acordar con Agaucu, una compañía mendocina que sí tenía información de sus propiedades. Kobrea invertirá 5 millones de dólares para la construcción de un camino de 15 kilómetros y la ejecución de los sondajes, lo que significa el inicio de la primera exploración avanzada del MDMO. Por lo tanto, se debe calcular que cualquier compañía que busque avanzar con sondajes necesitará montos similares.
Pero la historia no termina con conseguir el dinero, sino que es recién el primer paso de una cadena en la que, después de avanzar con los sondajes, se comienzan a resolver los misterios. El volumen del mineral, el tipo, la ley y la profundidad a la que se encuentra. Serán estos datos los que terminarán indicando si es recomendable continuar con los sondajes, si se debe descartar el proyecto o -en su defecto- se debe apuntar a otro pórfido dentro de la propiedad. Cualquiera de esas decisiones y resultados, termina siendo significativo en el factor que analizamos, el tiempo de desarrollo de un proyecto o el descarte del mismo.
Por eso, hay que tener claro que los años de freno a la minería hoy tendrán un efecto directo en el desarrollo minero de Mendoza, el cual tiene que recuperar el tiempo perdido. Al volumen de proyectos habilitados debería sumarse en el futuro, la resolución de conflictos legales que también frenan el desarrollo de proyectos, como el que involucra a Danone en el desarrollo de la exploración de Paramillos Sur en Uspallata. Sólo agilizando proceso y resolviendo pendientes, Mendoza podrá recuperar algo de tiempo, pero aún así el mensaje es a la paciencia y el control de las expectativas.
		
