Es brasileña, se enamoró del vino y hoy lidera un segmento en auge en una bodega top del Valle de Uco

Nacida en el noroeste brasileño en la ciudad de Recife, capital del Estado de Pernambuco, el mayor productor mundial de caña de azúcar, con una larga extensión del monocultivo, Irma Remigio difícilmente imaginó que su destino estaría en el oeste argentino, con un paisaje totalmente diferente y trabajando en la vitivinicultura y abocada a hacer vinos orgánicos y biodinámicos.
Te Podría Interesar
Pero eso sucedió. Con el plan de buscar una agricultura un poco más sostenible que la que estaba acostumbrada a ver en su Brasil natal, la joven de 32 años decidió estudiar ingeniería agrícola y ambiental con la idea de dedicarse a la eficiencia en el riego. Pero un viaje de estudios a Estados Unidos y después una visita por Mendoza, la hicieron cambiar de idea.
Así decidió instalarse en la provincia hace siete años para trabajar directamente con la uva, el vino y la montaña que la enamoraron. Y, aunque al principio no trabajó directamente con la temática sostenible y pasó por varias bodegas, hoy es la coordinadora de Sustentabilidad en la empresa que comanda Anne Bousquet y la responsable de 162 hectáreas biodinámicas y orgánicas que los convierten en los más grandes de Mendoza y Argentina.
En una entrevista con MDZ Online, en el marco de una actividad donde compartieron cómo realizan algunos de los preparados biodinámicos de otoño que aplican en sus cultivos, la joven comentó acerca de su llegada a la vitivinicultura, su trabajo específico y otros temas.
-¿Cómo llegaste a la vitivinicultura?
-Vengo de una ciudad grande rodeada de un montón de caña de azúcar de monocultivo, entonces busqué estudiar para lograr una agricultura un poco más sostenible, por lo que me incliné por ingeniería agrícola y ambiental, que está muy vinculado a lo que me dedico hoy en día, pero la idea era orientarme a la eficiencia de riego. Y a la vitivinicultura llegué cuando hice un intercambio, por medio de una beca de estudios del gobierno de Estados Unidos, y ahí conocí la actividad, porque no existía en mi región. Y me enamoré. En ese momento pensé que iba a trabajar con riego y terminé decidiendo ahí en el momento que me iba a dedicar a la uva y el viñedo.
-¿Cómo llegaste a Mendoza?
-Después de esa experiencia vine a hacer un tour de vinos e hice un curso corto de enología en la provincia. Cuando volví a Brasil decidí hacer un posgrado en Mendoza y me enamoré del vino, la montaña, de todo lo que tiene la provincia en sí. Hice mi posgrado en vitivinicultura, obviamente orientado en vitivinicultura sostenible y cuando volví a mi país decidí vender mi auto y tres meses me vine a vivir a Argentina.
-Cuando llegaste, ¿cómo era el desarrollo de la sustentabilidad en la vitivinicultura?
-Hace siete años cuando llegué, no estaba tan desarrollado como ahora. En ese momento que empecé a trabajar acá no estaba el área específica e incluso comencé trabajando en enoturismo en una bodega convencional. Después sí pasé a una finca orgánica que estaba empezando la transición a biodinámica y ahí fue donde lo conocí hace cuatro años atrás, pero en Mendoza hay bodegas que vienen trabajando con este sistema desde hace 15 años.
Fue en un grupo de bodegas biodinámicas que conocí a Franco Bastías, el agrónomo anterior que tenía Domine Bousquet y a Rodrigo Serrano, el enólogo de la bodega. Pero antes de llegar acá trabajé una temporada en eficiencia de riego en Chandon, vinculado a lo que quería hacer al principio. Finalmente Rodrigo me llamó y me dijo que tenía un puesto pensado para mí específicamente. Ellos estaban buscando a alguien para trabajar la sustentabilidad y la biodinámica y necesitaban a alguien que sepa de eso. En ese momento yo estaba tomando clases en la Asociación Argentina de Biodinámica y decidí venir.
Para ese momento, mi trabajo estaba bajo la coordinación de agronomía. Para 2023, bajo una asesoría de sustentabilidad, vieron mi perfil, sumado a mis estudios, y decidieron que generaramos un sector específico llamado sustentabilidad, que hoy es un cuerpo omnipresente a todas las áreas de la bodega.
-¿Cómo definís ese trabajo que hacés?
-Lo veo como una coordinación o como una especie de nexo entre la filosofía de la empresa en sí y las prácticas sustentables. También nos encargamos de que se cumpla todo eso de la forma correcta y traer esa esencia no solo al viñedo, sino en todas las partes del proceso productivo de la bodega. Trabajamos con logística sobre la huella de carbono; en todos los vínculos con asociaciones con grupos de interés; participamos de mesas redondas nacionales e internacionales para mejorar y aprender nuevas prácticas, en la educación, recibimos muchas escuelas y universidades…
-¿Cuándo comenzó el trabajo con la biodinámica?
-En 2021 empezó la transición y empezamos con la certificación de Demeter para la agricultura biodinámica. Para 2022 ya se certificó la primera finca, que es donde está la bodega. Después en 2023 se sumó otra de 18 hectáreas. En 2024 certificamos otra más con 74 hectáreas. En total tenemos 162 hectáreas orgánicas y biodinámicas.
A eso le sumamos otras plantas que tenemos y aplicamos los preparados en los olivos y en la huerta, por más que sean cultivos que no son nuestra principal fuente de producción.
-¿Qué impacto ha tenido a nivel cualitativo este cambio?
-Hemos notado una diferencia en el sabor y en la vida en sí de las plantas. Presentan una resistencia más fuerte producto de una nutrición más saludable, porque la fertilización orgánica te da nutrientes de una forma equilibrada. Si vos le das nutrientes de forma muy potente a la planta, termina creciendo mucho y teniendo células con paredes muy finas que hacen, por ejemplo, que sea más fácil que se enganchen una enfermedad. Con la biodinámica son plantas mucho más resistentes.
Pero en cuestiones de sabores, para mí, algunos de los preparados que están favoreciendo. Por ejemplo, el preparado 501 que se aplica sobre la canopia, está asociado a los procesos fotosintéticos y este nos da un up en las uvas tintas, que necesitan mucho sol para procesar los compuestos fenólicos y los antocianos, que son pigmentos muy importantes. Para mí es ahí donde se refleja. Incluso, en 2023 ganamos un premio en una de las catas de IWSC (International Wine & Spirits Competición) como mejor bodega de vino tinto del mundo y dos vinos que salieron de la finca que desde 2021 es biodinámica fueron reconocidos.
Eso es emocionante para nosotros, pero obviamente los chicos en la parte de enología también tienen que hacer su parte para completar el trabajo ahí y no dilapidar esa materia prima.
-¿Por qué apostaron por la biodinámica?
-Desde el inicio fue claramente por convicción. Los dueños son muy abiertos a prácticas sanas y desde que comenzaron decidieron ser orgánicos. Después fueron aprendiendo sobre nuevas prácticas en la agricultura que podrían impactar de manera positiva. La agricultura biodinámica se trata de eso, la regenerativa también. Se mezclan toda la suma de biodiversidad y el equilibrio que estamos buscando en nuestra flora y fauna, con mucho detalle en los procesos, donde no dejamos pasar nada. Hay mucho esfuerzo y muchas ganas del equipo para lograr eso todos juntos.
-¿Qué impacto ha tenido en lo comercial?
-Ha ayudado a abrir nuevos mercados. La etiqueta, por ejemplo, lleva el sello de Demeter, pero no va en todos los vinos que hacemos. Tenemos muchos producidos con uva provenientes de fincas biodinámicas, pero no siempre aplicamos esta filosofía al proceso de elaboración. Por lo general, los países nórdicos son los que más entienden lo que significa la biodinámica, así que en términos comerciales estos vinos terminan yendo a Noruega, Suecia o Alemania.
Pero este año empezamos a aumentar un montón los sellos Demeter en el mercado nacional, que por suerte está creciendo. Estamos construyendo desde la comunicación de lo que es la biodinámica en el país para que la gente empiece a entender y conocer la responsabilidad que tenemos como bodega porque sabemos que somos el productor con mayor cantidad de hectáreas de este tipo.
También vamos trabajando con los proveedores que tenemos, que actualmente son todos orgánicos, para que de a poco se vayan sumando a las prácticas biodinámicas y regenerativas también, que se vayan capacitando en el tema.