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Sin "pass through", triunfó en abril la estrategia de Luis Caputo

La estampida inflacionaria que muchos esperaban tras la salida del cepo, finalmente no ocurrió. Los supermercados y el ministro Caputo tuvieron éxito en desactivarla.
El ministro Caputo logró desactivar la corrida de precios. Foto: Noticias Argentinas
El ministro Caputo logró desactivar la corrida de precios. Foto: Noticias Argentinas

Finalmente, no hubo pass through. La salida del régimen de alteración del tipo de cambio del 1% mensual vía crawling peg, al esquema de bandas cambiarias de $1.000 por dólar de piso a $1.400 de techo, no provocó un traslado a precios, ni inmediato, ni en las semanas posteriores al 14 de abril, cuando comenzó el nuevo esquema de cotización del dólar.

La inflación medida por el Indice de Precios al Consumidor (IPC) fue del 2,8%; pese a que en un primer momento se temió que la inflación minorista del mes pasado termine más cerca del 5%.

Esto fue lo que pensaron grandes compañías de producción de alimentos, bebidas y de bienes de consumo masivo el fin de semana posterior al viernes 11 de abril del 2025, fecha donde se presentó en sociedad la firma del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), junto con el nuevo esquema cambiario y la liberación del cepo de compra de divisas para los particulares, eliminando tanto el tope de $200 mensuales y las trabas generalizadas para que los residentes locales con cuentas bancarias en dólares puedan comprar divisas de cara al sol.

Santiago Tagua / MDZ

Fueron muchas las compañías grandes de capital local e internacional, así como las proveedoras de servicios, como las consultoras contratadas por las empresas, las que determinaron como inevitable que en la segunda quincena del mes pasado, el dólar pasara de cotizar en los 1.097 pesos del fin de la era del crawling peg, al tope de gama de la banda cambiaria de los $1.400,  lo que hubiera implicado una devaluación del 30%.

Fue teniendo en cuenta este porcentaje de amplio espectro, que las empresas que producen para colocar alimentos, bebidas, artículos de limpieza, de aseo personal y cualquier otro que se encuentre en algún lugar protagónico o en rincones de las góndolas de los supermercados; determinaron casi poniéndose de acuerdo que le harían precio al gobierno y que aumentarían las listas de precios en un 15%. Esto para no generar problemas en la relación con el oficialismo. Para el otro 15% de incremento para completar el 30% final, habría tiempo.

Sin embargo, y lejos de generar empatías desde el Poder Ejecutivo, lo que se generó fue algo casi inédito en la historia del combate contra la inflación en las playas criollas: la revuelta de los titulares de los supermercados a convalidar esos incrementos, además de la acción directa del gobierno libertario de Javier Milei, con la sorpresiva espada de intervención directa en el mercado de consumo interno del ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo.

El funcionario incluso utilizó sus cuentas de redes sociales para felicitar a las supermercadistas y marcar con nombre y apellido a los titulares de las empresas que enviaron los incrementos de precios entre la noche del viernes 11 y la mañana del sábado 12 de abril.

Sucedió entonces el hecho inédito. La decisión de los privados de retrotraer los incrementos, volver los precios hacia atrás, y esperar lo lógico: verificar la evolución del tipo de cambio para saber cual era el impacto exacto de la salida del crawling peg y la adopción del régimen de bandas amparado por el FMI.

Finalmente, la evolución del dólar fue mucho mas controlada que la prevista. La devaluación del dólar oficial según la medición del Banco Nación, fue de 7,8%, mientras que en lo que va del 2025, la suba de la divisa en esta opción fue de 13,64%. En ambos casos fue superior al alza del IPC, ya que en el mes fue de 2,8%, mientras que en el año acumula un 11,6%.

La conclusión, es que la devaluación fue finalmente superior al pass through a precios. Punto para el gobierno. La decisión del ministro de Economía de intervenir en la cruzada contra las grandes compañías de alimentos, bebidas y bienes de consumo masivo dio resultado. A lo Moreno, pero eficaz.

Habrá que decir que el 2,8% del mes pasado es inferior al 3,7% de marzo, pero que sigue por arriba del 2,4% de febrero y el 2,2% de enero. La esperanza oficial es que en mayo se empaten estos niveles y que para junio o julio se de el resultado de un 1 por delante. Y que así siga hasta octubre, mes de las elecciones legislativas de medio término.

Se apunta también que la inflación núcleo se mantuvo en 3,2%, reflejando cierto pass through, aunque moderado. La general bajó más gracias al freno en estacionales (de 8,4% a 1,9%) y regulados (de 3,2% a 1,8%), que habían presionado al alza el mes anterior.

El dato de abril fue además más bajo que el pronosticado por las consultoras privadas asimiladas por el Banco Central a través del REM, que habían pronosticado un 3,2% para el mes pasado. Abril también quedó debajo del breakeven de inflación (2,6%), sorprendiendo a quienes esperaban un alza mayor tras el salto del tipo de cambio.

Tanto bienes como servicios mostraron avances: los bienes bajaron a 2,7% (desde 3,6%), aunque aún por encima del nivel de enero-febrero. Los servicios pasaron de 4% a 3%, el ritmo más bajo desde fines de 2021. 

Para los analistas, y mirando el futuro, si el dólar oficial se mantiene en el centro o piso de la banda, la desaceleración de la inflación debería continuar. Para esto debería Javier Milei y su ministro continuar con la prédica de un dólar más cercano a los $1.000 que a los $1.250 de cotización de inicio del esquema de bandas en la primera hora del lunes 14 de abril pasado. Deberá, además, potenciarla con medidas como una baja en los combustibles, la quita de aranceles varios y mixtos como a los celulares y artículos electrónicos y textiles, y continuar regulando la eliminación de subsidios a los servicios públicos. Asi hasta votar. Luego de octubre, continuará la historia.