El orden de los factores sí altera el producto
Hace pocos días, el presidente Javier Milei oficializó un incremento del 311% en la Asignación por Ayuda Escolar Anual. Con el aumento anunciado la prestación ascenderá de $17.000 a $70.000 pesos
Hace pocos días, el presidente Javier Milei oficializó un incremento del 311% en la Asignación por Ayuda Escolar Anual. Con el aumento anunciado a través de un comunicado oficial, la prestación ascenderá de $17.000 a $70.000 pesos. Eso lo saben todos, sin embargo, hoy quiero plantearles un cuestionamiento tal vez poco simpático, pero necesario.
¿Es esta una medida adecuada ahora?
Sé muy bien que el planteo que hago, a primera vista, puede generar molestias o enojos. Pero tengo claro lo que pienso y, se enoje quien se enoje, estoy convencido de que un gobierno que realmente busca empoderar al sector privado o promover la libertad de los individuos, siempre baja impuestos antes de aumentar subsidios.
Sí, siempre. Si hay plata para una cosa, hay plata para la otra.

El orden de prioridad de un gobierno que se reconoce como liberal, en este tipo de cuestiones, es claro y debería ser el siguiente, sin excepciones:
- Bajar impuestos: siempre lo dije, y lo repito cada vez que puedo, bajar impuestos es la primera medida a tomar. ¿Por dónde empezar? No hay dudas: los impuestos sobre el patrimonio y sobre las transacciones son los primeros a atacar. De hecho, este tipo de impuestos no debería existir, ya que penalizan el ahorro y la inversión y, por ende, atentan contra la competitividad y el desarrollo del país, afectando así a los que menos tienen.
- Otorgamiento de exenciones impositivas: si el objetivo es fomentar la inversión, el ahorro, la competitividad, el trabajo y mover la economía, esta es una medida necesaria.
- Otorgamiento de subvenciones: esta medida, en tercer lugar, también forma parte de una política fiscal que busca empoderar al sector privado, aumentar el número de inversiones y, de esa manera, fortalecer la economía.
- Entrega o aumento de subsidios: después de las tres medidas anteriores, un gobierno que fomenta la libertad individual estará en condiciones de brindar subsidios o aumentar los existentes.
Sí, este debe ser el orden de prioridad de las medidas a tomar por parte de un gobierno liberal. De hecho, además de que el orden nunca debería ser inverso, las exenciones impositivas, las subvenciones y, sobre todo, los subsidios, deberían establecerse de manera excepcional y transitoria. Más allá de que nos pueda parecer loable el objetivo de destinar más dinero al bolsillo de los padres que tienen que afrontar mayores gastos de estudio, es mejor hacerlo a través de la baja de impuestos, que puede ser general o específica para el sector.
Esto último significa bajar impuestos en toda la cadena que involucra a la educación. O sea, bajar impuestos a los útiles y al transporte escolar, a los docentes y a todas las partes activas en el sector. De hecho, mi posición no podría sorprender al presidente argentino ni es muy diferente a la suya, o al menos no a la de hace algunos años. En muchas ocasiones Javier Milei reconoció a la justicia social como un robo.
Una de estas ocasiones fue cuando escribió el prólogo de mi segundo libro “Paraisos fiscales e infiernos tributarios: una mirada diferente sobre las Jurisdicciones Offshore y la Competencia Fiscal”, del cual les dejo un fragmento a continuación: “Más allá de la instalación de una propaganda negativa sobre los países de baja tributación, los infiernos tributarios suelen justificar el impuesto a las ganancias, a los activos, bienes personales o a la riqueza y su progresividad en base a la idea de la justicia social. Sin embargo, la justicia social es injusta, ya que dicho concepto en primer lugar surge de un conjunto espantosos valores morales como son la envidia, el odio y el resentimiento. Segundo, implica desconocer abiertamente las bases de la teoría subjetiva del valor (la cual aplastó a la teoría del valor trabajo) y a partir de ahí no entender el proceso de mercado y la determinación de los ingresos y su distribución en la economía.

En tercer lugar, la justicia social es un acto injusto, ya que implica tratar de modo desigual frente a la ley, con el agravante que implica castigar a los héroes que han incrementado el bienestar de la población ofreciendo bienes de mejor calidad a menor precio, al tiempo que busca premiar a fracasados, envidiosos y resentidos. Cuarto, los impuestos son un robo ya que nadie los paga de
modo voluntario y ello sólo es posible bajo el monopolio de la violencia a manos del Estado.” En fin, quien quiera puede seguir con su indignación selectiva y críticas sin fundamentos, pero sepan que se ve bastante ridículo que aplaudan una acción cuando la hacer “x” y que la critiquen cuando la hace “y”.
Coherencia, ante todo.
* Martín A. Litwak autor del Iibro Planificación Patrimonial para Celebrities, fundador y CEO de Untitled SLC.

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